Respecto a la conformación de la Junta Central Electoral para el período 2020-2024, se inscribieron 321 proponentes, y dentro de estos existe una gran gama de profesionales de alta investidura y con excelente soporte curricular, que sabemos tienen sobradas condiciones sociales, humanas y académicas para presidir este órgano con gran calidad y buen desempeño gerencial.

Sin embargo, de todos los proponentes, dentro de los nombres que más suenan para presidir dicho órgano, figuran; Eddy Olivares Ortega y Román Jáquez Liranzo. Por lo tanto, a fin de orientar este enfoque cargado de la mayor objetividad y razonabilidad posible y con sesgo de independiente o imparcial,-como está de moda-, se impone que de ambos aspirantes, hagamos algunas consideraciones sujetas a las circunstancias actuales relacionadas a la conformación del órgano, teniendo en cuenta que ahora soplan vientos diferentes a todos los episodios del pasado que otrora, acondicionaron la escogencia de este órgano, dado el hecho que ahora los niveles de empoderamientos de la sociedad, además de convertir el tejido social en un ente con mayor nivel de exigencia respecto a la organización, supervisión y los niveles de equidad que plantean las leyes 33-18 y 15-19, en los procesos electorales, hacen el escenario actual muy diferente y complicado para no hilar fino al respecto.

En conexidad con lo expuesto, me permito iniciar con el primero, -Eddy Olivares Ortega-, de quien cabe a modo de síntesis, decir, que sin lugar a equivoco es todo un profesional acabado, con elevadas condiciones morales y personales que le hace merecedor de la posición. Sin embargo, ni para él mismo sería un secreto, se sabe que es un cuadro muy cercano al ex presidente Hipólito Mejía, que de seguro habrá de estarlo impulsando. –en síntesis, sin lugar a dudas unos de sus principales lugartenientes.

Ahora bien, tiene una hoja de servicio qué mostrar respecto a sus experiencias como ex miembro de dicho órgano en los periodos 2006-2010 y 2010-2016-quien no pudo exhibir sus condiciones de gerente, por el hecho de disipar su capacidad de análisis a rebatir con el Dr. Roberto Rosario Márquez, pulseándose posturas que lucían posicionamientos interesados de etiología partidaria. No obstante, es extraordinario profesional, experto en derecho constitucional y electoral, lo cual tiene mucho peso para el puesto aspirado, a todo lo cual se agrega, que tiene condiciones y prendas personales y profesionales para ser el presidente de dicho órgano, de eso no cabe la menor duda, sin embargo, si algo corre a lo inverso de su merecida aspiración, sería la nueva corriente de que la Junta Central sea conformada por ciudadanos que no tengan  categorías de cuadros y de altos dirigentes de las organizaciones políticas.- Cuestión a la que no le tengo fobia como algunos criterios expuestos.

El siguiente nombre, para completar la mutual, es Román Jáquez Liranzo, a quien se le vincula muy de cerca con la Universidad Católica Santo Domingo, UCSD, – de cuya entidad académica ha sido decano de la facultad jurídica-, gran impulsor de la formación de la Academia Dominicana de Estudios Políticos y Electorales, así también, sustentador de varias maestrías en la materia política-electoral, y desde el 2011 hasta la fecha ha fungido como presidente del Tribunal Superior Electoral, TSE, con alta ponderación positiva de su gestión, incluso, por impulsar sentencias que les han costado muchas críticas y reacciones de las elites políticas y de sectores del poder instalado.-del pasado-. Sin lugar a dudas, a parte de sus dotes morales y éticos, tiene una personalidad muy ajustada a lo que se ha llamado libre pensador. Y si hay un independiente, ese es uno.

En el trozo que nos queda para volver con los dos protagonistas de este artículo, a fin de recrearnos sobre la génesis de la JCE,  me permito introducir un entremés de la historia del órgano, el cual guarda en su baúl del recuerdo que desde su formación en  1923, su primer presidente, Alejandro Woos y Gil, marcó el estigma de que lo presidió un prominente político, hasta el extremo que a la sazón, cuando lo designaron, era un adepto al partido azul, y había pasado por los puestos de Ministro de Fomento y Obras Públicas, de Relaciones Exteriores (Interino), de Guerra y Marina, de Hacienda y Comercio, de Interior y Policía, en 1884; de Justicia e Instrucción Pública, Secretario de la Presidencia en el Gobierno de Cesáreo Guillermo, Senador, hasta general del Ejército dominicano. Quien además, de ser miembro del Partido Azul y abogado de profesión, fue muy cercano colaborador del general Ulises Hereaux, llegando a ser electo en 1884  vicepresidente de la República junto al presidente Francisco Gregorio Billini, y quien tras la renuncia de éste el 16 de mayo de 1885, asumió la presidencia de la República a los 29 años de edad, convirtiéndose en el presidente más joven en la historia de su país, etc. Y quien, después de muchos avatares políticos, incluso de tramas, en las elecciones de junio del 1903, Woos y Gil obtuvo el triunfo como candidato único y asumió la presidencia constitucional el 1° de agosto de ese año, pero en 1923, producto de los conciábulos políticos, es nombrado presidente de la primera JCE del país.

Luego de este paseo histórico, cabe señalar que el síndrome de la militancia política en la JCE está marcado desde su formación, pero también, ha dejado grandes secuelas de caos y confrontaciones políticas electorales, y es el hecho que las elecciones del 1924 no pudieron ser montadas por Alejandro Woss y Gil y sus dos cromos de vocales, Fidelio Despradel y Horacio Vicioso, ya que desde estas primeras elecciones se presentaron problemas graves de organización, principalmente, muchas candidaturas no se pudieron inscribir por el vencimiento de los plazos, -todo por desidia-, más que a esto se le sumó la acusación frontal y acciones de protestas, de que era una Junta Central parcializada,-como ha pasado con todas, incluyendo las más recientes-, dando al traste con la nueva junta, encabezada por el juez de la Suprema Corte de Justicia, Licenciado Augusto Júpiter, como presidente y dos jueces más de la Corte de Apelación, y total, como quiera al ganar Horacio Vásquez-con un muy alto margen-, la gente de Francisco J. Peynado, hicieron todas las diabluras para impugnar sus resultados.

Después de esa concatenación con el pasado, para mi muy necesario para ser más didáctico,  con el presente tema de la lucha por la presidencia de la JCE y el tema de políticos e independientes,  resulta que ahora luce que los vientos conceptuales se mueven muy distintos al criterio del pasado, que necesariamente presidentes y sus séquito, fueran cuadros políticos u obedientes a los poderes facticos. Y todo ello se evidencia en los planteamientos de líderes políticos del país,-incluyendo al Dr. Leonel Fernández- y del propio presidente de la república,  Luis Abinader quien públicamente ha hecho causa con el concepto de ¨independientes o imparciales¨, y ya, además, de haberlo expresado, lo recalcó, incluso cuando designó la nueva procuradora general de la Republica, Dra. Miriam Germán, y su adjunta, la Licenciada Yeni Berenice Reynoso, a quienes les inquirió que sólo deberían ser obedientes a la Constitución y las leyes, y lo hizo bajo el criterio de que ambas son personas sin vinculación de activista ni de militancia de ningún partido.

Por lo tanto, a juzgar por esta corriente de pensamientos, en especial del propio PRM,-Ya José Paliza, su presidente, lo externó también-, partiendo del hecho que estos lineamientos mantengan la coherencia y la misma trayectoria, si fuera el caso que la decisión se tome en torno a estos dos prominentes figuras, obtendría ganancia de causa el magistrado Román Jáquez. Y al respecto, al tiempo de reconocer las grandes dotes de cada uno como profesionales, en estas circunstancias, que hay una ola, con categoría populista, incluso hasta para darle un respiro al órgano que arrastra los grilletes del descredito y ha puesto por tiempos inmemorables en juego la legitimidad de los procesos, y por ende, de las autoridades instaladas de los procesos electorales, también creo que sopla a favor del Magistrado Román Jáquez, aunque ambos tengan sobradas dotes para hacer un buen papel.