Apunte el dato y que no se le olvide: la de ayer ha sido la más grande y heterogénea concentración ciudadana que se haya dado frente a frente al poder supremo de este país. Y estoy seguro de que Juan Pablo Duarte, dónde sea que esté, gozó más que el carajo el que tanta gente reclamara, esperanzada como él, respeto a lo que él quiso sembrar para siempre: un Estado justo manejado por gente honrada, escrupulosamente fiel a sus deberes.