(A  Campos Silvestre, mi hermano de vida)

Le decíamos Nené, pero su nombre era Silvestre Alba De Moya Ureña, de la estirpe de los Moya  de La Vega.

A mi tía le decíamos Cheota pero se llamaba Mercedes Fernández Mena  quien casó con Tío Silvestre el 28 de octubre de 1939.  Ambos pertenecían a dos importantes familias, los Fernández y los Moya, que   estuvieron unidas por parentesco y por coincidir en el pasado en relevantes hechos históricos.

Se establecieron en San Francisco de Macorís y unos 5 años después fui a vivir con ellos y me convertí en su princesa.  Mis padres vivían a pocos kilómetros de la ciudad pero a mis 6 años yo debía comenzar allí  mis estudios. A su único hijo  Campos Silvestre, le faltaban años para nacer.

En el transcurrir de mis días he compartido con seres humanos  excepcionales por la valentía y la responsabilidad manifestadas en momentos muy difíciles de la historia del país, y de mi historia.

Tía Chea  tenía una  personalidad arrolladora. Ella era la fuerza, la líder  y la más auténtica expresión  de la solidaridad humana.  Además, era una mujer encantadora, bella y elegante.

Ella y tío Silvestre protagonizaron papeles decisivos en todas  las acciones que emprendió mi marido el coronel Rafael Fernández Domínguez en procura de la defensa y el respeto a la Constitución de la República. Es así, que participaron de manera activa  en la conspiración  organizada para reponer en el poder al presidente Bosch. Mi tía Chea se convirtió en una indispensable colaboradora  que llevó a cabo delicadas misiones.

Las responsabilidades que tía Chea y tío Silvestre asumieron y los grandes riesgos y peligros que enfrentaron en defensa de la Constitución y de la Patria, los hacen merecedores del respeto y la admiración de los dominicanos.

De ellos puedo escribir  interminables páginas de decoro y entrega, pero hoy quiero que conozcan a   tío Silvestre,  a través de las declaraciones ofrecidas al periodista Álvaro Montalvo para la Revista Ahora, edición 101 de septiembre de 1965.

Silvestre, Chea y Arlette

TRES MINISTROS CRITICAN LA CORRUPCIÓN ADMINISTRATIVA 

El  ministro de Agricultura licenciado Silvestre Alba de Moya, ex ministro de Trabajo durante el depuesto régimen del ex-presidente Bosch, nos ofrece una detallada respuesta.

"La corrupción administrativa se manifiesta principalmente -dice-  en el cobro de comisiones, el contrabando, distraer el tiempo que debe darse a las funciones oficiales para dedicarlo a actividades ajenas a la esfera de la administración pública, la política de conceder empleos por amiguismo o favoritismo sin tener en cuenta las verdaderas necesidades de la administración, no cumplir con las obligaciones inherentes a las funciones o permitir que las personas bajo su dependencia procedan de este modo, y en general, toda una serie de prácticas que conducen a perjudicar en dinero o rendimiento las funciones que se tienen a cargo, y en consecuencia, al pueblo que es quien soporta finalmente esta carga"

Es criterio del Ministro de Agricultura que "para erradicar la corrupción administrativa, el funcionario debe comenzar por dar el ejemplo desde su esfera de acción con prácticas de honestidad, eficiencia y rendimiento , para luego estar en condiciones de exigir estas mismas aptitudes a sus subordinados;  es decir , que la honestidad administrativa como sustituto de la corrupción debe comenzar desde arriba hacia abajo. Como se sabe, en las altas esferas  de la burocracia  el mal que nos ocupa prepondera por su  frecuencia y gravedad. En realidad está categoría de delitos contra el Estado y el pueblo ocurre con mayor significación en los departamentos de la administración pública donde se manejan grandes sumas de dinero que deben ser invertidos en obras y servicios a la comunidad, así como en las instituciones autónomas y empresas estatales; por ejemplo, ministerios como el de Obras Públicas y Comunicaciones, instituciones como el Banco Agrícola y empresas como los Molinos dominicanos, C por A." 

Y en la siguiente  carta, Juan Bosch nos reitera los valores de tío Silvestre.

Carta del profesor Bosch a Raúl Leoni, presidente de Venezuela.

San Juan, Puerto Rico., 21 de junio de 1965.

 Querido Raúl:

 Cuando Guido  llegó, ya la OEA había sometido un plan que es, de hecho, un ultimátum, aunque cuidadosamente se presentó como una base para discutir. Los muchachos que están en el país tienen que aceptar ese plan y lo único que podemos hacer es tratar de salvar el prestigio. Ahora bien, creo que es nuestra obligación sacar el mejor partido de ese plan.

 En esencia, lo que hay en el  fondo del plan es lo siguiente: la OEA formará un gobierno provisional que llamará  a elecciones en el plazo de 6 a 9 meses. Claramente se ve que ese gobierno será la fachada de un fideicomiso de los Estados Unidos a través de la OEA. Como es lógico, el gobierno que le suceda será también un gobierno manejado desde afuera.

 En estas circunstancias, solo dos cosas podemos obtener nosotros: primero, que el gobierno no sea otro triunvirato, otra Junta u otro Consejo de Estado; segundo, que el gobierno sea encabezado por lo menos por un hombre decente. Ahora bien, si nosotros hacemos alguna recomendación acerca de esos dos puntos, no conseguiremos nada, porque el gobierno norteamericano rechazará todo lo que nosotros sugiramos. En este problema hay del lado americano una actitud sentimental fuertemente teñida de resentimiento contra nosotros. Así, sólo si llega por las vías  de Venezuela y Chile  puede ser aceptada una idea cualquiera.

 La idea debe estar descompuesta en dos partes: primera, que el gobierno provisional se ajuste a la tradición política dominicana, y sea por tanto un presidente y su gabinete. Cualquier tipo de gobierno, sobre todo que evoque el Consejo de Estado, triunvirato derrocado en abril o la Junta de Imbert, será contraproducente. La segunda parte es que se escoja para presidente a una persona neutral, que no haya pertenecido al PRD ni a la Unión Cívica,  que pueda tener al mismo tiempo el respaldo de los grupos adinerados sin que sea rechazada por los sectores populares, que no la vean mal ni los trujillistas ni los antitrujillistas, ni los balagueristas ni los antibalagueristas.

 Esa persona existe y se llama el Dr. Silvestre Alba de Moya, actual presidente de la Asociación de Hacendados. Fue viceministro de no recuerdo qué en el gabinete de Balaguer y ministro del Trabajo en mi gobierno, y en esa posición se ganó el respeto de los trabajadores, y tiene el de los propietarios porque es el presidente de los hacendados; fue a mi gobierno como representante del Partido Nacional, y no es ni ha sido miembro del PRD; no es hombre polémico y es eficiente; no es anti-norteamericano y sin embargo es un buen dominicano.

 La clave de la acción tuya estaría, pues, en obtener que la OEA aceptara un gobierno de presidencia y gabinete encabezado por esa persona, y que las fuerzas constitucionalistas entregaran las armas a ese gobierno, no a la OEA; y para lograr esto Venezuela necesitaría –o por lo menos le sería útil- el respaldo de los gobiernos, por ejemplo de Chile, Colombia y Perú.

 Pero la situación dominicana requiere urgencia y por tanto yo sugeriría que despacharas un hombre a Colombia y otro a Chile, y que el de Chile pudiera hablar con Belaunde a la vuelta, y que al mismo tiempo despachará otros hombres a Santo Domingo  a hablar con Caamaño y solicitaras de la OEA un tiempo prudencial, digamos una semana o cinco días o seis de espera antes de tomar decisiones en el caso dominicano. Simultáneamente, como es claro, Enrique podría ir presentando en Washington los dos puntos claves.

 Si no se anda deprisa, vamos a terminar en una catástrofe. En cualquier momento puede producirse un ataque americano a la zona de Caamaño, y sería el último y costaría un río de sangre. En el ataque del día 15 murieron más de 150 personas y más de 300 fueron heridas, aunque se dio oficialmente otra cifra –67 muertos y 167 heridos- para no alarmar. La gente que está allí lo que quiere es morir.

 Como ya no hay tiempo de desarrollar el plan original, encomiendo en tus manos la salvación de lo poco que podemos salvar en esta crisis momentánea, pues de todas maneras los resultados de la revolución no se perderán a largo plazo.

 El Dr. Moya sabe que si lo que te pido se obtiene, él tendrá que cargar con una cruz pesada. Es un hombre responsable, no un ambicioso; no es un político de la vieja guardia y tiene sentido del honor muy vivo. Pero también sabe que está en el deber de hacer sacrificios por su país. En las actuales circunstancias, sería una suerte que tus esfuerzos tuvieran buen éxito.

 Saludos afectuosos a Menca y a la prole, de Carmen y míos y un abrazo para ti de,

JUAN BOSCH. 

Tío Silvestre tuvo una participación destacada en algunos hechos posteriores a la caída de la dictadura.  En su libro, Los últimos días de la Era de Trujillo, don Miguel Guerrero recoge la firmeza que el demostró cuando era gobernador del Banco Central durante el Gobierno de Balaguer, evitando abrir la bóveda con el dinero y otros bienes incautados a la familia Trujillo.

A finales de  diciembre de 1964, el coronel Fernández Domínguez debía volver al exilio después del permiso otorgado  por el Gobierno del Dr. Donald  Reíd Cabral para visitar  su país por no más de 72 horas, las  que aprovechó para reorganizar lo que él denominó Movimiento Restaurador Democrático y/o Movimiento Enriquillo planificado para iniciar  dos o tres semanas después, en enero de 1965.

Al despedirse, el coronel le dijo a tío Silvestre: "Compadre, cuídeme mis hijos".

No se volvieron a ver.

Tío Silvestre y tía Chea cumplieron hasta el sacrificio; nos dieron su tiempo, su espacio y su corazón.  Me tomaron de la mano con mis cinco hijos y   me enseñaron   a ser fuerte  y a  llevar prendida en mi corazón la llama de la honestidad y de la dignidad.

Arlette Fernández.   12 de Junio de 2016.