Ayer nadie se acordó de ti. Ni lo que queda (si es que queda algo) de ese PRD totalmente olvidado de sí mismo. Ni aquellos que te acompañaron en tu “gobielno”. Ni los que hacen y deshacen la crónica de nuestro tiempo. Ni los politicastros del inmediatismo. Ni los presos políticos y desterrados que volvieron a caminar libremente por estas calles, asombrados por el valiente decreto con el que siquitrillaste a los más siniestros generales. Voy más lejos, don Antonio: ayer no te recordó un pueblo entero alienado en su desmemoria, a pesar de que a mucha honra fuiste el Presidente de todos los dominicanos.