El Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) ha anunciado que designó una comisión entre sus miembros para hacer la preselección entre los setenta y dos candidatos inscritos, depuración para lo cual, según las fechas informadas, apenas dispondrán de cuatro días hábiles.
A pesar de la trascendencia de este proceso es difícil involucrar a la sociedad en su seguimiento, por una parte, porque muchos se sienten escépticos y piensan que las opiniones no serían tomadas en cuenta y que las decisiones se tomarían únicamente por criterios políticos, y por otra parte, porque se trata de temas técnicos y muchos no conocen las disposiciones constitucionales, legales y reglamentarias en la materia, incluso hasta entre los que están supuestos a conocerlas.
En países con debilidades institucionales como el nuestro es más difícil realizar depuraciones, porque la asimetría en la calidad educativa es muy alta, y hay poca rigurosidad en múltiples aspectos, lo que muchas veces hace que personas puedan exhibir en el papel una profusa hoja de vida que dé cuenta de maestrías, posiciones ocupadas y hasta libros publicados, aunque carezcan de reciedumbre intelectual.
Para seleccionar quienes serán los cuatro magistrados que ocuparán las vacantes en el Tribunal Constitucional lo primero que debería tenerse presente es cuál es el perfil requerido, el cual es incluso más complejo que el de los jueces de la Suprema Corte, pues en adición a la solidez académica, integridad, independencia y otras cualidades personales, para ser un buen juez constitucional se requieren otras condiciones, como una conexión con la sociedad y un interés por sus problemas fundamentales, un acendrado compromiso con la Constitución y sus preceptos, y sobre todo la firmeza de carácter para ejercer el control de la constitucionalidad de los actos del Estado, trátese de leyes, decretos, ordenanzas municipales o sentencias.
Precisamente por esto la tentación es muy alta para que quien controle la mayoría dentro del Consejo prefiera seleccionar candidatos amigos que supongan serán complacientes, y deje de lado a candidatos con excelentes condiciones porque supongan tendrán la firmeza requerida para ejercer un control de constitucionalidad riguroso y efectivo de sus actos.
También es de suma importancia conocer la línea de pensamiento de los candidatos, sus puntos de vista sobre temas fundamentales sobre los que en algún momento estarán llamados a dictaminar, lo que debería llevar a explorar en las entrevistas sus opiniones sobre temas muy variados desde asuntos constitucionales, económicos, sociales, hasta aspectos filosóficos, morales, culturales.
Por eso no solamente debería tomarse en cuenta al momento de seleccionar a los magistrados del Constitucional que reúnan las condiciones de idoneidad esperadas, sino que sus perfiles propendan a un mejor balance de la línea de pensamiento actual de dicha alta corte, y que contribuyan a suplir las carencias que la misma tiene en áreas como el Derecho Civil y Administrativo, para elevar la calidad y la oportunidad de sus fallos.
Necesitamos restaurar la confianza ciudadana en nuestras instituciones, pues porcentajes tan altos de desconfianza en los poderes del Estado como los que indica la más reciente encuesta de Latinobarómetro, son señales de alerta a las que debemos prestar atención oportuna para no lamentarnos luego de las consecuencias negativas a las que muchas veces conducen niveles profundos de descreimiento ciudadano.
Para esto hacen falta muchas cosas, pero sin lugar a duda contar con jueces constitucionales respetados, creíbles y confiables que estén dispuestos a cumplir cabal e independientemente con su rol de controlar los poderes públicos, es un elemento importantísimo que contribuiría a fortalecer el Estado y a garantizar el respeto de la Constitución y las leyes; a lo que muchos aspiramos y otros temen.