Confieso que no quiero caer en esa “vergüenza” pavorosa que nos asiste, asumiendo la cultura de la indiferencia, de la complicidad y del hedonismo más espeluznante. La tiranía de la moda y de la presión social que nos entumece, en medio de un proyecto de dominación sin imaginación y elegancia, caracterizado por un pragmatismo y practicismo ríspido, desvirgado, sin más horizonte que el inmediatismo y el dios dinero.
Asumo entonces, la Sociología como arma para tratar de entender esta esquizofrenia del poder; estos trastornos de la personalidad social que nos envuelven. El diagnóstico social nos destroza. Entonces trato, sacando a flote cuasi sin respiro, una mirada hacia el futuro.
Es tan pesarosa la realidad que trato de afianzarme en: Auguste Comte, C. Wright Mills, Herbert Spencer, Robert Merton, Karl Marx, Max Weber, Emile Durkheim, George Simmel, Norbert Elías, Talcott Parsons, Ulrich Beck, Anthonny Giddens, Michel Foucault, Zygmunt Bauman, Pierre Bourdieu, James Colemann, Robert Putnam, Jurgen Habermas. El trastorno societal requiere de bastantes luces para comprender la complejidad de la dinámica de la sociedad dominicana, sus contradicciones y toda su estructura. Frente a esta crisis social que nos abate tenemos que parafrasear a Raymond Aaron cuando decía “La Sociología parece estar caracterizada por una perpetua búsqueda de sí misma”. Una mirada para capturar y transformar esta licuadora social con tantos componentes.
Porque ¿cómo entender la voluntad, el poder y la ideología de los actores políticos al mirar que la sociedad dominicana es la que tiene en el mundo, que el presupuesto del Poder Legislativo es más alto que el del Poder Judicial? El Poder Legislativo tiene consignado RD$6,107 millones de pesos, RD$4,026 para la Cámara de Diputados y RD$2,075.8 millones de pesos para el Senado. El Poder Judicial RD$5,606.64 millones de pesos. El Congreso tiene 222 congresistas y el Poder Judicial 692 jueces y 5,455 empleados. Hay decenas y decenas de tribunales que no se abren por falta de recursos.
¿Qué voluntad, poder e ideología hay que decodificar para asimilar que el Congreso, la Junta Central Electoral, el Tribunal Constitucional, la Suprema Corte de Justicia, tengan su propio sistema de seguridad social, que están por encima del Sistema de Seguridad social 87-1, que es universal y tiene como epicentro la solidaridad? Esto es, los que más ganan han de contribuir, según la referida ley, con los que tienen menos ingresos. Esos órganos del Estado ni cotizan en la Seguridad Social y tienen un sistema de protección que acusa una inequidad con verdadera iniquidad. ¡Es toda una casta social! Con el dinero de los contribuyentes.
Cabe destacar que con un solo año que reciban de pensión/jubilación, absorberían todo lo que cotizaron en su régimen especial de seguridad, que es ilegal e inmoral pues se pueden desvincular con tan solo un periodo de gestión (4 años) y de un solo día (la Suprema) sin importar la edad que tengan. De igual manera, cómo internalizar que después de 10 años, el Senado siga manteniendo el barrilito, algo que es ilegal, ilegítimo, poco ético e inmoral. ¿Qué voluntad, poder e ideología se anidan en esos actores políticos que motiva un escozor ineludible, en cualquier sociedad con una democracia más decente, con mejores niveles de cohesión social?
¿Cómo razonar la voluntad, el poder y la ideología de una Cámara de Diputados que trata de mutilar, machetear la Ley 176-07 (Municipios) para reforzar más opacidad, más clientelismo y menos participación de los ciudadanos; así, cómo interpretamos que los Concejales de Santiago a partir del 16 de agosto, pasarían a ganar de RD$130,000.00 a RD$210,000.00 pesos y el Alcalde de RD$260,000.00 pesos a RD$450,000.00 pesos, esto es, 62% y 85% de aumento, respectivamente; y, un policía RD$7,000.00, un guardia $6,118.00, una enfermera $12,000.00 y $18,000.00, un médico: pasante RD$25,420.00, general nombrado RD$30,841.00, R1 RD$34,300.00, R2 RD$36,000.00, R3 RD$37,000.00, R4 RD$38,000.00, especialista RD$48,000.00?
Un psicólogo, para terminar pronto, diría que por coincidencia, la voluntad, el poder y la ideología constituyen una expresión de que esos actores políticos sufren de trastorno bipolar, de una obsesión por el dinero, de un trastorno de estado de ánimo que le da con la codicia y la ambición desmedida; que en su trastorno de personalidad creen que ellos han de ser seres privilegiados, tan especiales que han de recrearse en la praxis con el presupuesto del Estado; que tienen una fobia por diferenciarse de los ciudadanos normales y corrientes a través de la vaca del Estado; que en su trastorno psicótico y esquizofrénico han de posibilitar su vida para ellos semejante a los jeques de Dubai. El estrés postraumático, diría el acucioso psicólogo, que registraron a partir del 1996, siguen redituándolo con una voluntad y un poder que se han constituido en una alquimia de su punto ciego en medio de una anosmia singular.
Como nos dijo Emile Durkheim “Amar la sociedad es amar algo más allá de nosotros mismos y algo en nosotros mismos”. Por ello, tenemos que encontrar una o varias respuestas sociológicas, más allá del delirio de grandeza, del linaje, de la estirpe que le caracteriza y de la prosapia de su tronco, con que nos avistaría el atolondrado psicólogo, para tener una idea de la voluntad, el poder e ideología de los actores referenciados.
Esos hechos sociales, son el resultado de un orden social en descomposición, donde desde la perspectiva cultural, todo el entramado de dominación se basamentó en la destrucción de la moral colectiva. Es así, como los procesos sociales que se fueron anidando e incubando, se permearon en una articulación con gran parte de los poderes fácticos, la complicidad de esas fuerzas sociales, la zona de confort para no producir los cambios en el modelo económico, conllevaría una sobreexplotación de la fuerza de trabajo, generando una plusvalía absoluta (la productividad del trabajador ha aumentado y los salarios se han reducido en un 27%).
El proyecto, atraería consigo, como espacio de hegemonización, al mismo tiempo, a la elite sindical y los “envolverían” con ingresos en los espacios burocráticos del Estado. ¡La fórmula tripartita de los Consejos fue el señuelo de los simulacros de la integración! La clase política en el ejercicio del poder, desde el 2004, se recrea en una autonomía, que no expresa ya la agenda institucional más allá de los recientes resultados electorales. Su financiación por parte del sector privado no es vital, se ha constituido en algo referencial del pasado, pero ahora es sucedáneo.
El panorama social en el cuadro de este orden social es la antesala de una crisis social que explosionará por la exclusión social o por la inobservancia del marco institucional o la poca elegancia en la búsqueda de mayor legitimidad, abriendo el abanico de consenso para dejar un poco atrás esa voluntad cifótica, ese poder aplastante y avasallador y esa ideología de chincha. El conjunto del entorno institucional se agrieta, se socava, sino se asume en su propia base, praxis y regularidad. Como diría Jeffrey Sachs “La buena gobernanza y el imperio de la ley producen un sentimiento de seguridad y bienestar. En cambio, la corrupción, la anarquía, la falta de políticos fiables, la desigualdad en el acceso a los servicios públicos, la discriminación, la información privilegiada en los negocios y demás generan mucha infelicidad”.