“… Pero es precisamente su talento para la interpretación lo que sitúa a los líderes religiosos en desventaja cuando compiten contra los científicos. Los científicos también saben tomar atajos y distorsionar la evidencia, pero al final, el signo de la ciencia es la disposición a admitir el fracaso y a intentar una aproximación diferente. Por eso los científicos aprenden poco a poco a producir mejores cosechas y a elaborar medicamentos mejores, mientras que sacerdotes y gurús solo aprenden a pergeñar excusas mejores…”. (Yuval Noah Harari: 21 lecciones para el Siglo XXI).

Al Miedo líquido de Bauman, con todos sus temores, se presenta en el 2019 una profunda amenaza existencial. Las amenazas nos generan miedo, incertidumbre y pánico. Para la gran mayoría, optimistas, es la oportunidad para encontrar nuevas maneras de ser, de comprender que el mundo no será igual, que en medio de la crisis sanitaria mundial, se yergue sobre la humanidad la combinación de la revolución de la infotecnología, la biotecnología, la bioingeniería y la inteligencia artificial.

En los próximos 20 años el mundo será muy diferente. El cambio climático y la disrupción tecnológica cambiarán el ciclo vital de nuestra naturaleza en una reflexividad (conocimiento y sociedad, investigador y el sujeto) que permitirán buscarnos, quizás con mayor hondura, en nuestro mundo interior, en una naturaleza que haga de nuestra esencia el ethos de un alter ego sincronizado en un nosotros permanente.

Detrás de todo rito, rituales y ceremonias hay una ideología que se constituye en lenguaje como construcción, en el epicentro del discurso. El discurso refleja no solo la sala y antesala del significado, sino, como expresión vívida del conocimiento y el poder, el colofón medular, que lo es, como los aparatos ideológicos del Estado, para decirlo de manera granciana, facilitan las relaciones de poder y las relaciones sociales.

La ideología, como cohesión social, como grapa que fomenta la unicidad de una visión, de una cosmovisión, cimenta y aglutina el discurso como práctica de una “verdad” que queremos visibilizar. El discurso, que es ideología en su praxis, deslumbra la noción del acto de habla. Es, entonces, como el lenguaje se dibuja en una utilización que sirva para configurar la cuadratura que enmarca los argumentos políticos para excluir, fomentar y controlar las distintas formas y dimensiones en que los seres humanos debatimos sobre problemas concretos y acuciantes, ya no solo de la vida cotidiana sino, al mismo tiempo, de nuestro futuro en este planeta tierra.

En el horizonte de cada discurso, por más trivial, inicuo y nimio que aparezca, no solo hay un juicio de valor; hay, por así decirlo, todo un entramado que destella la creación de marcas que forjan y estructuran la vida social a través de los cuales se ejerce el poder. Veamos de manera gráfica cómo se comporta el discurso de la actual elite política gobernante que encierra un hacer, una exclusión y la tamización de una dominación. Verbigracia:

  1. Frente a las fracasadas elecciones del 16 de febrero, el Comité Político del PLD emitió un comunicado donde decían que hubo un acto de sabotaje en la misma y que ellos estaban ganando. A través de los aparatos coercitivos del Estado instrumentalizaron “su parecer del sabotaje” e hicieron un expediente contra el Coronel y el Técnico de Claro. ¡Los culpables del sabotaje eran la oposición! Ahora que la OEA y UNIORE dijeron que no hubo sabotaje ni fraude externo, la referida organización partidaria pide que el pueblo dominicano le otorgue un PERDON.
  2. Elecciones Municipales del 15 de marzo. El PLD en espacio pagado durante casi una semana presentaba a la sociedad que técnicamente estaban empatados con el PRM. La verdad es que el PLD tenía antes de las referidas elecciones, 107 ayuntamientos y luego sacarían 65, 40% menos. El PRM tenía 30 y obtuvo 81 para un incremento porcentual de 170%. La ideología como representación falsa de la realidad, en la construcción de su discurso, puede acercarse a ella, empero, puede ser, al mismo tiempo, todo un esqueleto de fake news, de distorsiones, manipulaciones, desinformaciones, para convertir una derrota en victoria, para hacer de una ficción un cuadro exacto de un espejismo.
  3. Reducen de 25 días a 17 días el pedido de EMERGENCIA del Poder Ejecutivo. Hay que ver la pobreza argumental en el Senado. ¡Cuanta indigencia, exigüidad, infortunio en el razonamiento! Tan sencillo, la Ley 21-18 en su Artículo 28 establece que no se puede otorgar más días, que el tiempo aprobado en la emergencia anterior. Aquí, quien cumple la ley es el malo. El Senado y el Poder Ejecutivo violaban las disposiciones normativas y la Cámara de Diputados, que jugaba su rol, pasaba A SER EL RUIN, LOS MALIGNOS Y LOS BELLACOS.
  4. El Peregrino y su largo peregrinaje. El Ministro de Salud acusó a la oposición, dijo que eso era una “vagabundería”. Ya sabemos la verdad y como se fue expresando el recorrido y el apoyo de las instituciones del Estado, como los poderes públicos no cumplieron su rol de control en medio de una pandemia y de las disposiciones establecidas. De nuevo, y esta vez la instrumentalización política de un acto mágico religioso. Esa operatividad se vio en la noche, de cómo el candidato presidencial del PLD, iba allí en medio de la noche a “resolver” con su fumigación. El Poder Ejecutivo cede sus funciones al candidato de su partido. Todo un drama elaborado. Esa tragedia encuentra eco, encuentra espacio con mayor dimensión, porque lo que se dio allí fue una expresión del comportamiento colectivo, que está caracterizado por ser: espontáneo, no estructurado, emocional e impredecible. Cobra más cuerpo en nuestra sociedad, dado que tenemos elementos fundamentales que conforman tensiones estructurales (sexto grado de primaria, promedio; desempleo, inseguridad pavorosa, salud desastrosa). Las tensiones estructurales configuran en el imaginario colectivo: miedo, incertidumbre y pánico.

Cuando se presentan factores catalizadores, como el COVID-19, la perspectiva de esperanza redentora se pierde en el horizonte y el síndrome de la desesperanza, conjugada con la enorme alienación (pérdida de la realidad, separación o alejamiento de algún aspecto esencial de su naturaleza o de la sociedad) se apodera de seres humanos, produciéndose en ellos, lo que los sociólogos denominamos Anonimia, que es “una expresión del comportamiento no convencional, donde el individuo en gran medida pierde su sentido de responsabilidad personal”. La alienación como la Anonimia crean sentimientos de impotencia y desamparo.

Todo comportamiento colectivo y aquello lo era, reflejado en una multitud, en una muchedumbre, mágico religioso, tiene éxito por el contagio social emocional como elemento vital de su creación y recreación. El ser humano, en medio de un vacío y una crisis existencial, busca en la fase primigenia de su evolución. Las religiones (Cristianismo, Islamismo, Hinduismo, Judaísmo), con sus soportes ideológicos del: Corán, la Biblia, los Vedas, están ahí, apelando a veces a su pasado, con toda la dominación de varios siglos, para buscar respuestas a un complejo Siglo XXI.

Todo discurso encierra a menudo una narrativa que envuelve relatos espantosos en una cosificación del medioevo. Como nos dice Yuval Noah Harari en su libro Homo Deus “La Peste Negra no fue un acontecimiento excepcional, ni siquiera la peor de la historia. Epidemias más desastrosas asolaron América, Australia y las islas del Pacífico después de la llegada de los primeros europeos. Sin que exploradores y colonos lo supieran, llevaban consigo nuevas enfermedades infecciosas contra las cuales los nativos no estaban inmunizados. En consecuencia, hasta el 90 por ciento de las poblaciones locales murieron”. Hoy somos 7,700 millones de seres humanos y avanzamos en medio de muchas oscuridades humanas.