El primer día creó la Nada. El segundo, la Luz, sin Nada que le hiciera sombra (¿ya ven cómo es útil la Nada?). El tercero, cosas que llenaran la luz de sombras: las nubes y todo sujeto con nombre propio. El cuarto, el infinito para que todo lo anterior se sintiera pe­queño. El quinto, lo más difícil: lo Humano (virtudes, defectos, errores, aciertos, gobiernos, fronteras y guerras.). El sexto día celebró en grande: bebió y comió todo el día (olvidándose de que todo ex­ceso hace daño). El séptimo amane­ció sin ganas de nada y con una resaca del demonio (también lo había inventado). Y fue así como inventó algo verdaderamente imperdonable: el día lunes.