San Juan.-El gobierno está a punto de quedarse sin dinero para pagar sus compromisos. Explicar esta crisis como una consecuencia de la mala administración y la corrupción resulta, como diría el Papa Francisco, un “reduccionismo simplista”.

Su impagable deuda pública de $72 mil millones y sus políticos  de rapiña, no son el problema boricua, son consecuencias de algo mucho peor.

En Puerto Rico se refleja el colapso del colonialismo.

Los adoquines azulados que pavimentan las calles del Viejo San Juan, testimonian el inicio mismo de la cuestión.

Los adoquines llegaron como lastre para estabilizar los barcos españoles que venían hace 500 años. Con los adoquines construyeron caminos por donde traficaban con oro y otras riquezas iniciando el saqueo colonial

La isla, como botín de guerra, pasó de ser colonia española a ser colonia estadounidense al final de la guerra hispano americana del 1898.

Como colonia estadounidense, Puerto Rico adquirió gran importancia estratégica para “detener” el “avance del comunismo” desde Cuba al continente. También para mostrar el “bienestar” que ofrece el capitalismo, opuesto a las miserias del socialismo cubano.

Hoy Cuba no es una amenaza sino una gran esperanza económica estadounidense, mientras Puerto Rico perdió su importancia estratégica.

Pero los puertorriqueños se acostumbraron a vivir del “mantengo”, los cupones alimenticios.

Una vez el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) enarboló la consigna de “cupones contra cojones”, hoy casi todo el mundo recibe “cupones”, nadie habla de “cojones”.

Y El Gran Combo cantó: “que bueno es vivir así, comiendo sin trabajar”.

El problema, dijo una vez el difunto prócer independentista Juan Mari Bras, es que colonizaron el alma del boricua, al puertorriqueño no le interesa la independencia.

Estados Unidos tiene un déficit fiscal insondable, no puede ni le interesa rescatar a Puerto Rico. Desde los montes de Maricao, al oeste de la isla, hasta los cafetines y bares del Viejo San Juan y Barrio Obrero todo el mundo lo siente en el aire; vendrán días muy difíciles en la hermosa  isla del encanto.