El Ministerio de Educación y la Asociación Dominicana de Profesores parece que han roto el diálogo que venían sosteniendo hace varias semanas y que alentó la esperanza en el sector educativo. No es algo extraño para nadie ni la tensión entre ambos sectores ni la ruptura intempestiva de un diálogo que se caracteriza por la fragilidad, las reservas y la discontinuidad entre las partes. Aunque el diálogo históricamente ha tenido estos rasgos, no impide que se le pueda dar un giro radical que lo adorne de otras notas que lo conviertan en canal de comunicación, seguro y democrático, marcado por la flexibilidad y los intereses comunes.
Somos conscientes de que los educadores no podemos actuar desconociendo los derechos de los estudiantes y los derechos de la sociedad dominicana a una educación sistemática y digna. No menos cierto es que los profesores necesitan condiciones de trabajo que les permitan intervenir de forma cualificada y efectiva en el desarrollo de su función docente. Para que ambas cosas se den, los dos sectores, ahora enfrentados, deben establecer compromisos claros y sostenibles.
Si el Ministerio de Educación y la Asociación Dominicana de Profesores no les buscan solución a sus tensiones y diferencias, la paz se verá afectada, tanto en los docentes como en los estudiantes. Se puede afirmar, también, que la paz será escasa en las aulas y en los centros educativos. Además, cuando la tensión se apodera de estos espacios, se proyecta de forma inmediata en la sociedad. Por ello que se impone la vuelta al diálogo que construye y dinamiza los procesos educativos y sociales.
Los esfuerzos por una cultura dialógica tienen que estar orientados por criterios y principios inmutables para el MINERD y la ADP, por ser el diálogo un valor fundamental en la educación de la persona. Cuando el diálogo se quiebra entre estas instituciones, aumenta la violencia en el contexto educativo y social. Esta violencia se evidencia en el tono para recordar deberes y plantear demandas; en expresiones, en actitudes de los docentes y de los gestores académicos. Por esto consideramos pertinente la recuperación inteligente de un diálogo con mayor calidad y con un nivel de transparencia más alto. Este modo de actuación genera confianza y posibilita acuerdos consensuados y duraderos
La sociedad dominicana está cansada de huelgas y de relaciones tensas entre dos instituciones que deben priorizar la comunicación educativa y el trabajo articulado en pos de la educación de calidad que tanto se necesita y tanto se proclama. Para avanzar y construir la cultura del diálogo, el Ministerio de Educación y la Asociación Dominicana de Profesores han de establecer un acuerdo que les permita el diálogo en cualquier circunstancia. Esto favorecerá el desarrollo de la capacidad de negociación y la resolución de conflictos sin necesidad de establecer rupturas.
El MINERD y la ADP tienen que fomentar y preservar el diálogo interno en sus respectivas entidades para evitar confusión y obstáculos a los avances de acuerdos que se hayan establecido. De igual manera esto es necesario para acortar distancias; para reconocer la responsabilidad que comparten con respecto a las causas del problema.
En este contexto, la ADP ha de innovar sus métodos para reivindicar sus derechos; ha de fortalecer los procesos de acompañamiento para que los docentes se apropien de los nuevos métodos de reivindicación y los articulen con un trabajo cada vez más responsable. Asimismo, la ADP ha de propiciar procesos de formación socioeducativa para que los docentes fortalezcan su pensamiento crítico y su compromiso con un desempeño docente que favorezca el desarrollo y la formación de los estudiantes. El Siglo XXI demanda una ADP con mayor capacidad creadora y mejor disposición al diálogo que resuelve y transforma.
De otra parte, el Ministerio de Educación ha de garantizar que los maestros realicen sus labores sintiendo el apoyo del Estado en la práctica cotidiana. De la misma manera, debe reconocer la diversidad de trabajos que realizan los docentes en el interior del centro educativo. Son trabajos que no se toman en cuenta y, por ello, para muchos los docentes hacen poca cosa. Pero el docente tiene que desplegar esfuerzos y responder a tareas concretas que nada tienen que ver con su desarrollo intelectual.
El MINERD tiene una deuda con los docentes y es ayudarlos a desarrollar su rol con la profesionalidad y la calidad que requiere la función docente. Su desarrollo profesional tiene que ir unido a unas condiciones de vida digna. Estas condiciones son en gran parte responsabilidad del Estado. Hay un déficit de parte del Estado en lo relativo a dignificación del magisterio nacional. Se espera una respuesta más efectiva para que los maestros trabajen con tranquilidad y, sobre todo, para que realicen su trabajo con menos factores condicionantes de la calidad y de la innovación.
No cabe duda de que el diálogo entre el MINERD y la ADP es precario pero necesario. Esperamos que haya voluntad política de ambas partes para reempezar el trabajo conjunto a favor de la educación dominicana; a favor del desarrollo de los maestros y de la calidad de los aprendizajes de los estudiantes.