El movimiento juvenil de la Plaza de la Bandera ha tenido una repercusión significativa en la sociedad dominicana. A raíz de su firme decisión de interpelar pacíficamente al gobierno, a los líderes políticos y a la Junta Central Electoral, por su ineptitud para respetar derechos ciudadanos y desgastar la democracia en el país, se habla de un antes y un después, al referirse a la gente joven. Un hecho valioso es el diálogo intergeneracional que se observa en el movimiento que lideran los jóvenes. Los aprendizajes derivados de su actuación son diversos y fáciles de identificar. No estamos indicando que este tipo de diálogo se inició con el movimiento de los jóvenes de la Plaza de la Bandera, pero sí admitimos que se ha fortalecido y se ha extendido a generaciones de avanzada edad, pero con inteligencia y mentalidad abierta a las ideas y cambios que promueven las nuevas generaciones. En otros tiempos la fuerza y riqueza de esta interacción ha tenido menos sentido e intensidad. Hoy, se desarrolla con naturalidad. Se descubre una complicidad que une, motiva y prepara para la acción conjunta. Es una actividad que se asume como parte de un proyecto común, de un deber patrio para hacer avanzar la República Dominicana; para sacar del hoyo la institucionalidad, la libertad de expresión y el sistema democrático dominicano.

En este escenario  jóvenes, adultos de mediana y de elevadas edades se están encontrando para demandar explicaciones al gobierno y a la Junta Central Electoral sobre lo sucedido el 16 de febrero de 2020.  De igual modo, extienden sus reclamos a los nuevos gobernantes y líderes políticos que puedan surgir en el futuro.  El diálogo intergeneracional es necesario, pues la lucha para recuperar la vida y la organización de la nación es responsabilidad de todos. Esta relación entre jóvenes y adultos se expresó con mucha claridad el 27 de febrero. Se observó una colaboración amplia en acciones sencillas, pero que facilitan el dinamismo del movimiento. Se destacó la participación de adultos durante horas, sin huirle al sol, al calor y a estar de pie. Fue notable la alegría que los adultos exhibían en sus rostros al encontrarse con jóvenes convencidos de su rol en este momento histórico que vive el país. Asimismo, se observó a personas adultas portando pancartas y símbolos alusivos a la causa; y moviéndose por diversas zonas del área de la concentración, para difundir el repudio y para llamar a los que no se han sumado al movimiento a participar ahora, no mañana; porque la situación apremia y no se debe llegar tarde. Otros, simplemente estuvieron presentes, porque deseaban transmitirles calor humano, motivación transformadora y reconocimiento a su audacia.La articulación de jóvenes y adultos creó un ambiente marcado por la creatividad; la fusión de sentimientos y compromiso con una mejor sociedad, con un presente y un futuro más digno. La diversidad de generaciones se dio cita en la plaza para compartir valores, para darle fuerza a sus voces; y, sobre todo, para asumir de forma conjunta un proyecto que ha de tener como resultado una democracia con más calidad; una sociedad más institucionalizada y una nación liberada de negociantes de la política. Estamos ante un diálogo intergeneracional para nuevos tiempos. Ya está decidido, no se debe retroceder ni dejar que presiones de todos los géneros desarticulen un movimiento juvenil que le ha colocado el alma a la sociedad dominicana. La dimensión educativa promovida por los jóvenes de la Plaza de la Bandera no se registra en las pruebas nacionales; pero sí en el comportamiento individual y colectivo de los participantes y de los que no se han integrado. Los que viven lamentándose de la falta de educación cívica en adolescentes y jóvenes ahí tienen material, no para elaborar una cartilla sino para editar un libro con capítulos cargados de reflexión, creatividad; y lecciones de vida. Los capítulos del libro que se vaya a escribir tendrán que subrayar la creatividad y la movilización social de los jóvenes; la juventud dominicana y la democracia, así como el diálogo intergeneracional en el movimiento de la Plaza de la Bandera. Este diálogo es una luz que asegura un trayecto direccionado por la combinación de generaciones, ideas, experiencias y formación.