Cuando me preguntan que es el Teatro Infantil, me lleno de sentimientos, emociones, ideas e imágenes fantásticas; es cuando me doy cuenta que todo eso, y un poco más es para mí el Teatro Infantil.

Es que el Teatro Infantil es la expresión más alta de la alegría, de los buenos sentimientos, de la creatividad hecha locura; pero también es la ternura abrazada a la inocencia de forma inseparable.

También me preguntan si son diferentes los niños de hoy a los de ayer, en ese caso me apresuro a subir a la máquina del tiempo y observo…. Las mismas caritas que hoy y ayer gritan a los títeres, las mismas manitas que entusiastas aplauden al gato feliz, los mismos ojos sorprendidos y asustados mientras esperan la solución que dará Javier al temible fantasma. Siguen siendo los mismos niños y niñas. Los cuentos que leía mi abuelo en su niñez son los mismos que al dramatizarlos, al contarlos bien contados, tienen hoy el mismo gesto de ternura y alegría que tuvieron ayer.

Pero sí, hay algo diferente en los niños de hoy y los de ayer. Si lo hay; hay un teatro que les canta sus derechos, hay un teatro que les baila al son del sustito, de la sorpresa, de la risa que apoyada de la tecnología la hace un aliado no un enemigo.

Hay un antagonista que se está apoderando, desde hace ya mucho tiempo del teatro infantil; de ese que va dirigido a los niños, niñas y adolescentes, ese antagonista es nada más y nada menos que la falta de políticas culturales dirigidas al público infantil de parte del Estado dominicano.

Reconocer y valorar el teatro infantil es al mismo tiempo crear nuevos públicos, es generar talento, promover el buen gusto, reducir vulnerabilidad, pobreza, inequidad, barreras…

Necesitamos que el Estado mire hacia el arte del teatro, el teatro infantil no puede ser visto como fácil, sus ejecutantes no pueden ser considerados  despectivamente como “quienes bregan con los niños”. Nada más lejos; quienes hacemos el teatro infantil, el que es arte escénico, el que se dirige respetuosamente hacia los niños, niñas y adolescentes, esos, somos soñadores – artistas, educadores – artistas, respetuosos – artistas, personas – artistas. Necesitamos que a través de este arte vuelva la fe a este país Verde del susto, no por el ogrito del cuento, si no por el ogro de la impunidad, al cual tampoco podemos escapar.

Hacer cumplir los lineamientos de un currículo escolar donde prioriza la creatividad, el sentido ético y estético, la objetividad y la criticidad de la persona desde los primeros años de vida, eso que solo lo logra un teatro que no es un adorno escolar, es una herramienta curricular de grandes aportes al desarrollo integral y sobre todo a la creación de una identidad individual. Solo reconocer y valorar esto es ya ponerse al día con una deuda cultural en la formación de los niños y niñas de hoy.

Los artistas del teatro infantil queremos volver a llenar todas las salas que existan en pueblos y barrios cada domingo con una cartelera fija, queremos los parques cubiertos de teatro infantil, queremos temporadas escolares en teatros, auditorios y escuelas, que las fechas sean posibles y sus precios asequibles para poder llevar este arte con calidad y calidez.

Creo que me fui soñando y ahora  despierto a una realidad que quisiera revertir en un escenario cubierto de flores y pajaritos llevando mensajes y risas y entregándolos a manitas inquietas y voces gritonas que al unísono dicen: ”Que nunca baje el telón de la inocencia”.

Feliz día del teatro Infantil