“El Establishment es el lugar donde todos esos intereses y esos mundos confluyen, ya sea de forma consciente o inconsciente: Lo unifica una mentalidad común, que mantiene que quienes están en lo más alto se merecen su poder y sus fortunas cada vez mayores…”.
(El Establishment: La casta al desnudo de Owen Jones).
No pretendo adentrarme en el mito del déficit acuñado en el libro de Stephanie Kelton, que refiere el rol de la política fiscal para impulsar un determinado estadio del bienestar. Aquí, en nuestra sociedad, lo que pudo ser una política expansiva para la creación de nuevas infraestructuras y nuevos eslabones en la modernidad de la productividad, conduciendo a la creatividad, a la innovación para la competitividad, no constituyó un paisaje exitoso.
La problemática fiscal que se encierra cual si fuera una necesidad estructural de la economía, traería consigo los contiguos déficits que penetraron en los intersticios continuos del prolongado endeudamiento. Déficits fiscales han traído, paralelamente, los déficits de endeudamiento. Dos hermanos gemelos negativos que comportan, de seguir unidos, una problemática social de enorme envergadura.
Aquí una política contracíclica basada en la dimensión monetaria, como consecuencia de una crisis económica nacional o internacional, puede jugar un papel estelar. A corto plazo conduciría a una burbuja que traslapa y esconde la economía real. Coadyuva a corto y mediano plazo a un crecimiento de la economía teniendo como soporte el consumo. Las importaciones y con ellas, el endeudamiento, posibilitaron la inyección perfecta y fácil para que las políticas públicas representaran un 18% del PIB, 4.5% más que el peso de la presión tributaria (13-4 -14% del PIB).
Si se hubiese hecho el esquema más inteligentemente, más acorde con la penetración en la economía real, hoy, el peso del endeudamiento no fuera tan significativo en el campo económico y potencialmente social y político. El endeudamiento, con el corolario de más importaciones para el consumo, no genera más divisas y se crea como consecuencia una dinámica centrífuga que nos acogota, que nos asfixia como país y que podemos estallar. El estallamiento social, desde abajo, porque la elite política desde el año 2000 no ha tenido consciencia de la gravedad. El poder económico acusa una ceguera que prefiere bailar al oportunismo permanente, en función del momento de quien toca la fiesta como representante del Estado. ¡Remesas, Turismo y Zonas Francas: pilares de las divisas! Empero, las exportaciones cuasi estancadas a los niveles relativamente de los años del comienzo del Siglo XXI.
El endeudamiento constituyó la máscara más visible para el aumento del potencial de la economía dominicana: 5% del PIB porcentual. La matemática de la contabilidad creativa funcionó. La creatividad sana no existió. Lo estructural no fue tocado. Una visión perversa que descuadra en fantasía, en ficción la verdadera realidad. Todo ello hizo posible la construcción de un Estado macrocefálico, grande, malo y caro. Estructuralmente anacrónico y gerencialmente ineficiente, ineficaz y con una calidad pasmosa para el tiempo en que vivimos. En síntesis, un diseño del Estado del Siglo XX de los años 30, para una sociedad con jalones de la época, pero, al mismo tiempo del Siglo XXI. Una sociedad con varias velocidades.
Entrampados en esa realidad no se opta por la modernización si no por el peso más medular del presidencialismo, vía el centralismo exacerbado. Es lo que hace que el Estado tenga en su seno una terrible incapacidad para responder a las demandas sociales. Se produce así solo una confianza en el Ejecutivo de turno y no en sus instituciones. Como sociedad, entonces, desde esa perspectiva, caminamos de acuerdo al capital político de los actores protagónicos, esencialmente coyuntural y que responden al concierto de realizaciones y del eje articulador del maravilloso plan de marketing.
Al 30 de junio del presente año, según el Ministerio de Hacienda, la deuda pública es de US$47,406 millones de dólares, equivalente a un 54% del PIB. Está segregada así:
- 5% deuda externa, con US$32,948.8 millones de dólares;
- 5% deuda interna, que la lleva a US$ 14,452.8 millones de dólares;
- 37.5% del PIB (deuda externa. 16.5 del PIB: Deuda interna)

Estos datos del Ministerio de Hacienda quedan refrendados por el CREES con las mismas cifras, quienes suman la deuda del Banco Central que representa un 17.1% del PIB para llegar a una deuda pública consolidada de 71 a 73% y rondando los US$ 61,404.5 millones de dólares. Siguiendo el hilo conductor de la deuda, esa importante organización de la sociedad civil, nos ejemplifica de que ha habido un aumento de un 40.6% del aumento de la deuda desde el año 2000 hasta el 30 de junio de 2021.
Desde el año 2000 lo que ha ocurrido en República Dominicana con respecto al tamaño de la deuda y su rol en el desarrollo, ha sido una irresponsabilidad, una falta de compromiso y una egolatría. De ahí la pertinencia al llamado de pedir una AUDITORIA, sobre todo, desde el 2008 a la problemática del endeudamiento. Que el Congreso, la Cámara de Cuentas y Contraloría le digan a la sociedad dónde se gastaron, en qué se usaron, la tasa de retorno, de rentabilidad, etc. etc. ¡Hoy estamos pagando un 29% de la deuda solo en INTERESES, equivalente a RD$143,000 millones de pesos! No estamos incluyendo: amortización, comisión y capital, esto es, saldo de la deuda que remonta para el 30 de junio cerca de RD$250,000 de pesos, igual a 5.8% del PIB.
Veamos el comportamiento de las deudas desde 1966 hasta el 30 de junio de 2021 de los que contrajeron los distintos presidentes:
Los profanos, bisoños en el área económica confunden préstamos y endeudamiento. Se puede tomar un préstamo y este se convierte en endeudamiento cuando comienza su ejecución. Al mismo tiempo, se puede tomar prestado y el saldo de la deuda disminuir como consecuencia de que los pagos de los mismos son más elevados en una coyuntura determinada. Al mismo tiempo es adecuado considerar, para ser lo más objetivo posible y no pecar de ignorante y grotesco principiante, que debemos considerar el contexto de la deuda, la problemática de crisis económica interna o externa o ambas a la vez. Crisis política, social, de salud, en el momento en que se asumen.
La profundidad del endeudamiento nos puede llevar desde el ángulo político, económico, social por un camino pedregoso con ondas ráfagas que nos lleve a una ruptura del statu quo y/o a una onda de desigualdad fomentada por una crisis económica, de la problemática que encierra un endeudamiento galopante que es consecuencia de decisiones políticas. Ninguna política económica seria, consecuente y justa debe propiciar y potencializar la brecha económica y con ella la asimetría social.
Debe haber una demanda por un compromiso, una responsabilidad que demande una exhaustiva AUDITORIA del endeudamiento para que nuestros hijos, nietos y biznietos sepan cómo los políticos irresponsables nos llevaron a este presente descolorido y a un futuro incierto donde cada niño(a) sin nacer, hoy deba US$4,515.00 dólares per cápita.