El discurso del presidente del Senado, en la Asamblea del Congreso el pasado 27 de febrero, fue eminentemente político y frontal al referirse a la posible aprobación de la ley de partidos políticos y a la nueva ley electoral. Ese discurso generó inquietudes entre los partidos de la oposición, como también en el sector pro Leonel Fernández dentro del PLD.
Reinaldo Pared intento presentarse, frente a los miembros de la Asamblea, como alguien que desconocía la diferencia entre las primarias (abiertas o cerradas) para elegir candidatos de un partido y, por otro lado, la convención de delegados que debe realizar cada partido.
El Secretario General del PLD sabe perfectamente que se trata de dos eventos radicalmente diferentes. Una cosa son las primarias para elegir los candidatos de un partido y otra la convención de los delegados de los organismos territoriales e institucionales de ese partido, que tiene la misión de validar los candidatos elegidos en las primarias. Esta convención de delegados la exige la ley electoral y hasta la fecha ninguna organización política la ha cuestionado ni objetado, por lo que traerlo forzadamente a la discusión no es más que una treta para confundir.
En ese sentido, fue impresionante el histrionismo desplegado por Reinaldo mientras leía su discurso frente a unos legisladores que sabían que el orador era consciente de la falsedad de su relato, por lo que no era a ellos a quienes pretendía confundir, sino al gran público que desconoce las menudencias del quehacer político partidario.
Reinaldo sabe también, que una sentencia de la Suprema Corte de Justicia del 2005 declaró inconstitucional cualquier propósito de imponerles a los partidos políticos la manera de escoger sus candidatos. Principio luego ratificado por el Artículo 216 de la Constitución de la Republica aprobada en el 2010.
Esa conducta es preocupante porque las experiencias contemporáneas en países cercanos sobre partidos políticos y gobiernos que se han embarcado en un reeleccionismo sin límites revelan que los defensores y beneficiarios del continuismo devienen en adictos al poder y cultivadores del cinismo político.
En resumen, el presidente del Senado dejó en plena Asamblea la impresión de un dirigente que con tal de continuar en el poder estaría dispuesto a subvertir, mediante sofismas y manipulaciones, el presente orden constitucional.
Por otro lado, el discurso de Pared Pérez fue un pésimo marco de entrada a la presentación de un presidente Medina que si algo buscaba y necesitaba era receptividad y distensión política, dentro y fuera de su partido.