Nueva York.-La destitución o renuncia de un presidente, en el pasado era una experiencia traumática, hoy es normal, muchos salen del palacio a la cárcel, otros son prófugos. Y la vida de sus países continua normal. Por eso es que el club de presidentes destituidos o renunciantes crece en Latinoamérica.
Es tan común como el arresto de ex presidentes acusados de corrupción.
El escándalo de los sobornos y sobrevaluaciones de la constructora brasileña ODEBRECHT ha motivado destituciones o renuncias de presidentes también arrestos de incumbentes y ex gobernantes.
Hay países en los que eso ya es común.
Ecuador por ejemplo, destituyó a Abdalá Bucarám en 1997 a Jamil Mahud en el 2000, a Lucio Gutiérrez en el 2005, ahora el ex presidente Rafael Correa está en problemas. Alberto Fujimori, huyó del Perú en el 2,000 luego fue extraditado y condenado,ahora le tocó el turno a Pedro Pablo Kuczynski.
Algunas cosas son comunes en los países donde destituyen y arrestan presidentes y ex presidentes. Siempre los acusan de corrupción, espionaje o, como en el caso de Bucarám, de tener “incapacidad para gobernar”. Lo otro es que esos arrestos y destituciones solo progresan en naciones con sistemas judiciales fuertes e independientes del ejecutivo.
En la República Dominicana, donde las cortes las controla una componenda de políticos oficialistas luce improbable que ningún tribunal condene a nadie del gobierno ni del partido de gobierno.
Los dominicanos, sin embargo, fuimos los primeros latinoamericanos en arrestar a un ex presidente y condenarlo a la cárcel por corrupción. El “honor”, por así decirlo, recayó sobre el ex presidente Salvador Jorge Blanco, ganó prometiendo gobernar con “manos limpias”, pero terminó condenado por corrupción.
Hoy los peledeístas están “blindados”, controlan las cortes pero, ¿hasta cuándo?