Al revisar mi lista de amigos, descubro que en ella no figura ningún estadígrafo. ¿Cómo he podido vivir en este mundo numeral sin prestar atención a los porcientos y a los percápitas? ¿Cómo he podido mantenerme tan indiferente ante los índices que señalan que el país vive su mejor momento? Bueno, por suerte tengo en mi lista de amigos algunos historiadores que compensan las cosas, porque basan su ejercicio en valorar los hechos con o sin estadísticas (y, aún cuando humanamente se equivoquen, lo que hacen es más divertido e imaginativo que hacer estadísticas). Por tanto, ¡Viva la Historia como es en sus hechos!