Una de las cosas más importantes hoy en día es poder captar la atención de la gente.  Políticos,  sociólogos, expertos en mercado y comunicación trabajan día a día para lograr atraer la atención del público o lograr transmitirles un  mensaje.

La fuerza mediática hace que un evento  que ocurre en un país, pueda ser seguido con interés en diversas partes del mundo.

Sin embargo acontecimientos importantes que ocurren en nuestras narices, de los  que puede depender nuestro  futuro, muchas veces pasan desapercibidos para una mayoría de ciudadanos  que paradójicamente permanece indiferente.

El gran reto para una sociedad como la nuestra, sería poder captar la atención ciudadana sobre los asuntos que pueden cambiar nuestras vidas y determinar nuestro desarrollo.  Aunque parezca difícil tenemos un buen ejemplo reciente en el tema de la inversión en educación.  Si bien muchos sabíamos que la carencia de educación de calidad era uno de nuestros mayores lastres e infinidad de estudios y mediciones así lo evidenciaban; nada de esto logró despertar la conciencia colectiva.

Sin embargo, el reciente movimiento generado por jóvenes estudiantes y organizaciones de la sociedad civil exigiendo una educación digna es un vivo ejemplo de cómo una sociedad aparentemente aletargada puede reaccionar positivamente si recibe los  estímulos adecuados.

Y es que  el desarrollo de las sociedades no puede depender únicamente de la buena  voluntad de sus autoridades, tienen que desarrollarse las debidas fuerzas en su interior que sean capaces de forzar los cambios.  Así lo demuestra la historia del mundo.

Próximamente será  convocado el Consejo Nacional  de la Magistratura, órgano que en esta ocasión tendrá la misión de nombrar los miembros de dos nuevas entidades: el Tribunal Constitucional y el   Superior Electoral, así como de recomponer  la Suprema Corte de Justicia.  Se trata probablemente del acontecimiento presente más  importante de nuestra  vida institucional, de cuyos buenos o malos resultados  dependerá que avancemos o retrocedamos en el fortalecimiento del poder judicial iniciado precisamente con la primera actuación de este Consejo en el año 1997 cuando se nombró la actual Suprema. 

También de estos resultados dependerá que los derechos fundamentales y otros mandatos consagrados por nuestra Constitución encuentren en el Tribunal Constitucional las  garantías de su respeto mediante un debido control de  las  ejecutorias de las autoridades de los tres poderes del Estado.

Sorprendentemente la mayoría de la población permanece ajena a este  proceso como si no lograra entender su  importancia  para el futuro de la nación y el suyo propio, o como si pensara que nada  puede hacer.  Por eso debemos encontrar la forma de despertar la conciencia colectiva que exija las instituciones fuertes e independientes  que necesitamos mediante la selección de las personas idóneas; pues sino  tendremos las instituciones que las fuerzas  políticas de turno diseñen  para satisfacer sus  intereses. Hagamos lo necesario ahora, para que mañana no tengamos que pagar  las consecuencias.