Hace tres décadas, el 14 de abril 1986, nuestro protagonista llega repatriado desde Amsterdam, Holanda, amparado por una carta de ruta expedida por el consulado dominicano, pues carecía de documentos de identificación personal, según dicen los reportajes de la época. Diferentes versiones sobre su vida coinciden en señalar que desde su aparición en la opinión pública hace treinta años él alega ser holandés, y que fue “expatriado” por una conspiración de alto nivel en su contra.  Él, o no ha querido, o no ha podido integrarse productivamente aquí, y desde entonces deambula por la ciudad sobreviviendo como pordiosero. En realidad no se sabe nada a ciencia cierta sobre su vida antes de 1986, y muy poco de su calvario de treinta años entre nosotros. Éste es el otro Rosario, el mítico, sufrido, Joseph (o Josef, en algunas versiones).*

Los tres Rosario

Según reporta Juan Carlos Navarro en un artículo publicado en 2007,  a su llegada Rosario  fue despojado de 15 mil dólares, varias tarjetas de crédito, dos maletas conteniendo su ropa y numerosos efectos personales.”  Pero, como sabemos, no podía carecer de documentos de identificación personal si tenía tarjetas de crédito, pues ninguna institución financiera expide el plástico sin la debida documentación de la persona, incluyendo un domicilio estable, un historial crediticio y fuente comprobada de ingresos regulares. Pero Rosario sinceramente cree que así ocurrieron los hechos y lo reafirma, como también que fue “desterrado” por órdenes del entonces secretario de Estado de Justicia de Holanda, Kart Hals Altas (sic), quien argumentó que se trataba de un dominicano ilegal.** No es muy difícil descifrar que las declaraciones de Rosario son incongruentes.

Algunos dicen que es médico, otros dicen que es apátrida, basándose siempre  en las declaraciones de Rosario. Mucha de la información es vaga y contradictoria, pues excepto por insistir en que él es holandés, ha variado su historia en múltiples ocasiones, y no por ser mentiroso. Al menos eso han reportado las sensibles almas que se han ocupado de hacernos saber sobre su miserable existencia en los medios de comunicación locales cada cierto tiempo. Y es que la única fuente de información sobre su vida antes de 1986 son sus propias cambiantes declaraciones. Concatenando  sus delirantes recuerdos se ha tejido un enigmático mito que se ha propagado con la contundencia de la verdad incontestable.

Rosario dice ser súbdito holandés, pero también ha pregonado con cara seria que su reina, la de los Países Bajos,  anda por las nubes montada en una bomba nuclear. Muchas personas perciben en él a un apátrida, nosotros detectamos a un pobre hombre atormentado por un delirio persecutorio, y que no ha encontrado asistencia profesional al igual que muchos otros enajenados en las calles de nuestra ciudad sin ninguna atención médica. Rosario es en realidad un enajenado con una psicosis documentada, atormentado por “sus poderosos persecutores”. Inicialmente  voceaba con insistencia: “Balaguer ladrón”, y luego hacia 1990 cambió a “Bosch ladrón, Bosch traidor”.

Por eso, la información clave, que de seguro no fue reportada basada en la memoria ambivalente del personaje de nuestro presente estudio, es que:

“En el año de 1990 duro 10 día interno en el manicomio Padre Billini, donde le diagnosticaron delirio de persecución, pero que no representa peligrosidad ni para sí ni para los demás.

El otro Rosario

Joseph fue dado de alta por los médicos psiquiatras Alejandro Acevedo Guzmán y Pablo Pascual Báez. De acuerdo al expediente número 497229, el supuesto ciudadano holandés fue dado de alta “por no encontrar criterios para mantenerlo hospitalizado”.* (copiado textualmente del artículo de Navarro)

Entre las crueles carencias de nuestra sociedad, la escasa atención psiquiátrica en instituciones públicas es notoria. Ciertamente luce que Rosario es víctima más de esta grave falla en nuestro sistema de salud, antes que blanco de una confabulación de poderosos holandeses y criollos para despojar al infeliz de su nacionalidad y desterrarlo para siempre por haber presenciado un horrible crimen en Holanda, que es lo que él cree. Su psicosis fue acertadamente diagnosticada por psiquiatras, pero no profesionalmente tratada. Víctima sí, pero no de la persecución por unos poderosos; más bien víctima de una sociedad con graves deficiencias, que no ha sabido paliar sus tormentos con tratamiento médico.***

Sin embargo es sintomático que nosotros, que nos compadecemos del ser humano y la inconmensurable tragedia de Joseph Rosario (similar a la de muchos otros que deambulan en nuestras calles), generalmente  buscamos la culpa en los otros. Según el otro Rosario, la reina de Holanda es la responsable de su desgracia, nos reporta Yoni Cruz al escribir: Hablaba con él cada vez que podía. Deliraba. Me mostraba en el cielo a la reina de Holanda, y afirmaba que ella era la culpable, que iba montada en una bomba nuclear.”  Para muchos dominicanos, los holandeses y el ACNUR tienen la culpa de la condición de “apátrida” de Rosario, haciendo caso omiso de la evidencia de que en primer lugar nuestro protagonista padece de una psicosis delirante no tratada, como consecuencia de las deficiencias del sistema dominicano de salud pública. El enajenado tiene una excusa por su delirio, pero los que insisten en que Rosario es nuestro único apátrida, ¿qué explicación tienen?

Los que no reconocen la existencia de apátridas en nuestra tierra, han erigido al otro Rosario- “el único apátrida”- en la excepción que confirma la regla, desconociendo que su verdadera tragedia es que él no conoce a nadie de su pasado, y nadie lo reconoce a él como pariente, vecino o enemigo. Sea holandés o dominicano, su verdadero problema es su enajenación y abandono familiar, no es haber sido desterrado de su patria y despojado de su nacionalidad como él cree, sino nunca haber podido identificar a su familia en Holanda, ni en ningún otro rincón del mundo, a pesar de los esfuerzos de Freddy Beras Goico, Rafael Herrera, Radhames Gómez Pepín y otros que dieron publicidad a su caso durante mucho tiempo. No es asunto de declararlo holandés o dominicano, pues con eso no curamos su delirio de persecución agravado por el abandono de su familia y de la sociedad. Decir que es apátrida y por tanto un problema de ACNUR no resuelve nada, pues su carencia básica es la falta agravada de atención psiquiátrica para tratar su seria psicosis y devolverlo a este mundo, bajando de las nubes donde su mente crea espectros que lo persiguen. Si es que su enajenación  tiene remedio después de treinta años de abandono, y la falta absoluta de apoyo familiar y comunitario.

Rosario no es “el único apátrida” en nuestro terruño, como tampoco es un perseguido de poderosos holandeses y criollos. Es un hombre atormentado por fantasmas de su pasado (o quizás un desequilibrio bioquímico), sin contacto con su familia y la realidad. El sistema de salud dominicano lanzó sin misericordia al indefenso Rosario a las calles-como a tantos otros- porque no representaba un peligro para la sociedad ni para sí mismo, a pesar de su correctamente diagnosticado delirio persecutorio. 

Hoy el caso de Joseph Rosario debe servirnos de estímulo para establecer un sistema de atención a la salud mental que permita a los afectados vivir con dignidad, en lugar de explotar su calvario para decir que él es el único apátrida en esta tierra y así encubrir el sufrimiento de los castigados por los hechos de sus ancestros, negándoles su dominicanidad.

Y “como arriba es abajo”, aprovechemos la ocasión para mirar en el espejo de nuestro Rosario, y preguntar si el fabricar teorías de conspiración contra el pueblo dominicano por potencias mundiales (y uno que otro Vargas Llosa) que quieren fusionarnos con el vecino, ¿no es una variante colectiva de delirio persecutorio más que una manifestación vibrante de patriotismo?

* http://iturbidesnoticias.blogspot.com/2006/11/josef-rosario-20-aos-de-penurias-en.html

**Ver la fuente que revela su evaluación psiquiátrica en 1990: http://miperiodiko.blogspot.com/2007/08/por-favor-ayuden-joseph-rosario.html 

*** El alegato es reportado por Yoni Cruz en el artículo de 2014, “El ACNUR también es responsable”, al escribir:  “Que él había sido testigo de un gran asesinato por parte de un funcionario importante de Holanda que pagó a un funcionario de aquí para que lo extrañaran de su país bajo el argumento de que debía ser dominicano por su apellido y fenotipo.”  http://www.listindiario.com/puntos-de-vista/2014/09/03/336116/el-acnur-tambien-es-culpable

Otras lecturas relevantes sobre el “apátrida” Rosario: http://www.listindiario.com/editorial/2014/9/2/335977/print http://www.elcaribe.com.do/2015/01/20/roberto-rosario-dicta-conferencia-sobre-apatridia

http://www.listindiario.com/la-republica/2014/09/01/335836/rosario-una-vidanbspcon-futuro-incierto

http://elpuerto.com.do/envilecimiento-la-dominicana/ 

Por cierto, tenemos noticias de un futbolista de Puerto Plata, de nombre Joseph Rosario, reportado en Europa en la década de 1990 (quizás pariente de nuestro protagonista): http://acento.com.do/2012/opinion/203276-la-diaspora-del-futbol-dominicano/

Pablo Paulino Rosario es un talentoso futbolista holandés, hijo de padres dominicanos  http://www.docerd.com/2015/09/sangre-dominicana-en-el-futbol-holandes.html                  https://en.wikipedia.org/wiki/Pablo_Rosario