Recientemente se celebró el día de la juventud. En estudios realizados con jóvenes de ambos sexos en comunidades rurales y urbanas se muestran conflicto con la población adulta por violaciones a sus derechos de expresión y ejercicio de libertad.
La marcada tendencia en muchas familias e instituciones educativas de un ejercicio de poder autoritario hacia la juventud se expresa en las restricciones a su inserción en espacios de recreación, vestimenta y manejo de su cuerpo.
La juventud tiene derecho en una sociedad democrática a ser y actuar en forma diferente libre de estigmas sociales que la discriminen como el de ‘delincuente” (casos de aretes, collares o peladas) o de “puta y cuero” (caso de pantalones apretados, escotes). Los espacios desde donde se violan los derechos de la juventud son muchos, algunos de los cuales emergen en nuestros estudios son:
Hogar-relaciones de padres/madres/personas adultas responsables y jóvenes
Centros Educativos
Iglesias y grupos religiosos
Espacios públicos, calles, callejones y parques
Discriminación contra la población joven: negra, dominicana de ascendencia haitiana, lesbiana-gay-transexual, masculina-pobre, madre adolescente o adolescente embarazada, trabajadora sexual
Represión y violencia de la policía nacional contra la población joven de sexo masculino de los sectores pobres
Tanto en el hogar, en la calle como en los centros educativos se educa con represión, con sanciones y prohibiciones permanentes que se convierten en las orientaciones principales dirigidas a esta población, las cuales generan rebeldía, violencia y resistencia.
La inexistencia de una construcción del sentido de responsabilidad se debe a la ausencia de libertad. Las personas adultas (Padres/madres, abuelos/as tías/os, docentes, líderes religiosos y sociales) tienen miedo de ofrecerle a la juventud espacios de libertad donde tomen sus propias decisiones y tengan control sobre lo que hacen. El miedo se extiende hacia la conciencia de derechos, lo que se les niega y con ello se genera una gran brecha intergeneracional.
Ofrecerle libertad a los/as jóvenes no los convierte en delincuentes, sino todo lo contrario los convierte en entes socialmente responsables. Los jóvenes en actividades delictivas se han socializado en el autoritarismo y la violencia no en la libertad.
La juventud está generando cambios en nuestra sociedad desde espacios micro en el territorio, a nivel local y social. Cambios que apuntan a la horizontalidad y respeto hacia la diversidad en todas sus manifestaciones: sexual, religiosa, racial, artística y cultural. Dentro de este proceso de cambio se necesita disminuir las brechas intergeneracionales que suponen lógicas sociales distintas de apertura a estos cambios y de ruptura con el ejercicio tradicional y autoritario de las prácticas educativas, culturales y políticas.