De tanto jugar con la ciudadanía, nuestras autoridades y muchos de nuestros líderes políticos al parecer han llegado a creerse que todos somos ignorantes o al menos, que todos estaremos dispuestos a tragarnos la píldora que estos quieran darnos.
Y realmente ni una cosa ni la otra, pues nada es para siempre y por más ignorante que sea un pueblo por culpa de gobiernos que le han vedado el acceso a educación de calidad, siempre existirá un sentido común y una sabiduría popular que no se aprende en las escuelas.
Pretender vender la idea de que la segunda parte del Pacto de las Corbatas Azules PLD-PRD, constituye una noticia excelente para el país, es subestimar demasiado la inteligencia de la gente, pues para nadie es un secreto que solo cambió el protagonista principal de Leonel Fernández a Danilo Medina, porque el objetivo fue el mismo: modificar la Constitución de la República para acomodarla a las ambiciones personales de ambos líderes, en el primer caso para permitirle volver a reelegirse por cuarta vez, y en el segundo para que pueda hacerlo de forma consecutiva.
Este pacto significa que las decisiones sobre quiénes serán los representantes de esos dos partidos en las boletas electorales no dependerá de la decisión de sus estructuras internas, sino que en el más antidemocrático de los actos será potestad exclusiva de sus dos líderes
Por más que en su discurso el Presidente Medina haya buscado la forma de justificar el acuerdo como “una puerta abierta a la creación de políticas que acaben con el cortoplacismo y que permitan dar solución a los problemas históricos de nuestro país”; aun sus incondicionales seguidores saben que esta alianza es simplemente la puerta que le abrió el camino a su reelección consecutiva que le estaba prohibida por la Constitución que juró cumplir al inicio de su mandato.
De igual forma, aunque el presidente del PRD haya querido avalar la decisión que sepulta su otrora glorioso partido con la presencia de miembros de la Internacional Socialista, únicamente logró deslucir esa debilitada organización, que hoy parece más un club de amigos que una entidad dedicada a la defensa de los principios que le dieron origen.
Lo cierto es que lejos de tratarse de excelentes noticias se trata de un hecho preocupante, pues ver languidecer uno de los partidos históricos del país, en total genuflexión ante el poder del partido oficial con tal de asegurar las posiciones y los privilegios que los mermados votos que posee actualmente no les permitirían tener, es una pérdida para la democracia.
Este pacto significa que las decisiones sobre quiénes serán los representantes de esos dos partidos en las boletas electorales no dependerá de la decisión de sus estructuras internas, sino que en el más antidemocrático de los actos será potestad exclusiva de sus dos líderes, quienes entienden que con la sumatoria de votos que tendrán, también lograrían imponer que esos sean los funcionarios efectivamente electos, o mas bien reelectos.
Contrario a lo proclamado en el acto de firma de ese Pacto de que los siguientes cuatro años verán la consolidación definitiva del proyecto de Nación, lo que se podría ver, si la población no reacciona a tiempo, es la consolidación del proyecto continuista de un partido oficial que ha hecho todo lo posible por convertirse en el único.
Para todo aquel que valore la democracia, que entienda la importancia de un sistema de partidos fuerte, que promueva la pluralidad de ideas, independientemente de que haya sido seguidor, detractor, amigo o enemigo del PRD, el pasado lunes fue un día negro, en el que la democracia se vistió de duelo, como si presintiera asistir a su propio entierro.