Sobre todo, el sol…Gran padre de nuestro universo que calienta y reconforta con su fuego, cubriendo los objetos con las mágicas luces con que se nos presentan a los ojos (…).

Abigaíl Mejía, “Joaquín Sorolla (1863-1923)” en Brotes de la Raza,  Casa Editorial Araluce, Barcelona, 1925: 151.

I. Dos  retratos al natural de cuerpo entero de las mujeres del “Can Furró”. Dos Rius, 1914.

Las mujeres del  Can Furró, 1914. Fotografía de Abigail Mejía.
Las mujeres del Can Furró, 1914. Fotografía de Abigail Mejía.

Abigail  Mejía (1895-1941) editó su libro de biografías de personajes célebres Brotes de la Raza en el mismo año en que regresa definitivamente al país, es decir, en 1925. La Casa Editorial Araluce, una de las de más prestigio en Barcelona, se encontraba en la calle de Las Cortes 392. En la misma tenía gabinete fotográfico J. Thomas en el establecimiento número 212 desde 1885; lo que implica que Abigail  bien pudo conocer sus talleres de reproducciones artísticas,  o conocer más aún en sus instalaciones  -como ayudante de fotografía- los procedimientos más sofisticados para hacer el revelado, avanzar en el conocimiento del uso de placas secas de gelatino-bromuro, y de la fototipia  para realizar “la reproducción directa de objetos tomados al natural”. Este taller también tuvo sucursal abierta en la calle Mallorca, 365 (entre Lauria y Bruch). Otro Taller de Fotograbado, suponemos de la misma familia del anterior (Thomas y Compañía, J.), prestaba sus servicios en la calle Gran Vía, 212, y en la calle Lauria 144 de Barcelona.

Mejía para 1914, año al cual  corresponde las fotografías que presentamos, tenía domicilio con su madre Carlota y hermanas  (Blanca y Elisa) en la  calle Lauria 36, en el mismo edificio del consultorio del  doctor D. M. Pous Bonet, Electroterapista, “especialista en extirpación radical de pelo y vello” como consta en un anuncio de este facultativo publicado en la Revista Popular Ilustrada Mundo Gráfico (Año V. Núm. 193, 7 de julio de 1915, página 33, columna 4),  edificio de cuatro pisos con las facilidades de  un ascensor.

II.  16 de febrero de 1914: Día de la Fiesta Mayor  de San Onésimo, Patrón del Pueblo

En el campo. Dos Rius (1914). Fotografía de Abigaíl Mejía.
En el campo. Dos Rius (1914). Fotografía de Abigaíl Mejía.

La fotografía titulada “En el campo” (1914) de la  intelectual dominicana Abigail Mejía tiene la particularidad de estar copiada sobre papel porcelana o charol de tarjeta litográfica tipo visita, tamaño 140x90mm, con un fileteado negro en el anverso, hecho a una tinta,  cuasi con la forma de un corazón que prefirió al sistema de viñeteado, debajo del cual, a la derecha la autora firmó en letra cursiva en tinta negra  con la  inicial de su nombre (A)   seguida de su apellido (Mejía).

La segunda fotografía tamaño 80x80mm corresponde a las mujeres del “Can Furró” (1914), y en ésta se observa que el ambiente de la  naturaleza, lo natural, Abigaíl lo asume sin pretender  ningún tipo de abstracción artificiosa. La perspectiva, la proximidad a los personajes, la profundidad con la cual se presenta, hizo posible un solo plano para alcanzar la máxima de Camille Mauclair: “No hay forma sin color; no hay color sin forma”.

El ojo de Mejía detrás de la cámara siguió con aprehensión el movimiento de los cuerpos, la posición de las cabezas y de las manos para captar valores táctiles, y los signos  de su vitalidad  haciendo posible estéticamente una  “percepción sensible inmediata” como bien canonizó en 1907  Richard Hamann en su libro Des Impressionismus in Leben und Kunst.

Por lo tanto,  la composición de la atmósfera que rodea a ambas fotografías no se puede observar simplemente “como yo lo veo”, ni mucho menos como una escena fragmentada, sino como la memoria fotográfica en la cual Abigaíl recoge la luz; es por esto que  ambos  retratos (a los cuales  se añade literalmente un valor plural),  al ser el enfoque  conceptualmente desde la perspectiva clásica literal se muestran saturados de un color anaranjeado.

El bastón que sostienen las mujeres en ambas  fotografías es el atributo de San Onésimo (dice la leyenda: “es el bastón con el cual le rompieron las piernas antes de su lapidación”). Los bastones en manos del “Can Furró”  se hacen no sólo objeto principal, sino también imagen principal; y bajo los árboles de Dos Rius,  Abigaíl Mejía con su peculiar estilo impresionista  cobija a las mujeres, como si su encuentro con ellos tuviera la pretensión de hablarnos, además, poéticamente sobre el campo, y las ramas que se tienden a animar a las mujeres a dejarse influir por el ligero viento que se arremolina sobre los árboles, que transita sus mejillas, temprano  luego de la misa o la procesión en homenaje al “patrón del pueblo”, donde luz y armonía en las tonalidades no agrieta una mañana en la montaña.

Edifico de la calle Lauria No. 36. Fotografía de Abigail Mejía.
Edifico de la calle Lauria No. 36. Fotografía de Abigail Mejía.

Al observar estas fotografías del campo, vuelvo a repetirme que la vida tiene el color que deseamos darle. Una vida sencilla, es quizás, verdaderamente,  una vida en abundancia. Esa tornasolada vestidura de lo sencillo se encuentra en el angello, y en nuestro re-encuentro con  la naturaleza, donde la alegoría de la eternidad  entre los árboles es para  sentir la esencia del abrazo del espíritu divino, y el mundo como un no-mundo, sino como una criatura sin tiempo ni árbitro.

Una vida bella es la sencilla, la que no tiene las molestias de la prisa ni de guardar las apariencias que traen las  insignificantes pompas de lo material.

En esta sexta entrega en Acento.com.do damos a conocer tres  fotografías que permanecieron inéditas en el  “carnet” fotográfico de Abigail Mejía, para que  los aficionados y  los artistas del lente contemporáneo aprecien el legado imperecedero de esta humanista.