De las mil rutas que puede recorrer un aficionado para satisfacer sus disposiciones fotográficas, hay una que pude bien designarse por estas tres palabras: Paisaje, Arquitectura, Retratos.
En la primera clase, sobre todo, es que se encuentra la mayor parte de los aficionados, y no es errado decirlo, porque la mayor parte de ellos, sensibles al arte no desdeñan los paisajes. (…). Algunos conocimientos elementales del arte permiten hallar pronto un sujeto que satisfaga, en la mayor parte de los casos, las reglas de la composición de una buena fotografía. Un riachuelo sobre el cual se columpien algunas barquillas, algunas nubes, un rimero de ladrillos en las orillas del arroyo, tomar un lugar propicio para la fotografía, he ahí, en suma, lo que el más novicio en el arte hallará fácil; pero por poco que se siga este género de fotografía, el gusto y la atracción avanzan poco a poco. W. Schmidt
(Zeichnung Von Hans W. Schmidt, nota nuestra) La fotografía arquitectual (Blanco y Negro, Núm.70 (16-I-1910) s/p.
La Fotografía del paisaje de Abigaíl Mejía [1]
Abigaíl Mejía como fotógrafa-esteta quiso guardar con toda fidelidad los que sus ojos veían: hizo de su infinita proximidad con el mundo una hermosa poesía en la cual el paso del tiempo fuera una pintura en el paisaje; era ella una ejecutante de esa profunda armonía entre el cielo y la tierra que se afirma en la intimidad maravillosa de las flores con el rocío cuando las nubes flotantes las surcan en las montañas para despertarlas al misterio de la vida.
Apreciar a la naturaleza con emoción artística atraía la mirada de nuestra fotógrafa; penetraban en ella sus elementos cromáticos, la evocación de esa “espontánea” realidad que el canto de los pájaros silvestres revoloteando hace dulce.
Durante su estancia en Dos Reus y San Felipe de Llobregat en 1914, cuando “el juego terrible y eterno de la guerra”, Abigaíl Mejía hizo del paisaje un código iconográfico, y de ese visible exterior que no es solo alegórico sino, además, un motivo para palpar su sensibilidad: un vivaz desbordamiento donde sus dotes de observadora conversan con la luz y sus misteriosos efectos.
Paisaje-naturaleza-retratos, y los árboles secos en la caída de una tarde otoñal como si un ángelus tocara su desnudez, nos traen la frescura de la creación visual de la pionera del arte fotográfico en la República Dominicana con mirada de mujer.
En esta segunda entrega en Acento.com.do damos a conocer dos fotografías que permanecieron inéditas en el “carnet” fotográfico de Abigaíl Mejía, para que los aficionados y los artistas del lente aprecien el legado imperecedero de esta humanista.
NOTA
[1] La notable feminista, políglota, maestra, biógrafa, fotógrafa y mujer de letras, Abigaíl Mejía (1895-1941), trajo al país las nuevas corrientes enciclopedistas que en la vieja Europa eran el paradigma de la igualdad social, política, económica y cultural de la persona. En 1933 da a la luz pública el volumen de su tratado ideológico denominado Ideario Feminista donde planteaba las acciones, vías, medios y estrategias para que la mujer alcanzara su condición de ciudadana, y, por ende, de sujeto portador de derechos.
Correspondió a esta insigne intelectual educada en Barcelona por María Montesorri, graduada de Maestra Normal en Barcelona (1919), dirigir las jornadas patrióticas en contra de la intervención norteamericana de 1916, fundar el Club Nosotras en 1927, la Acción Feminista Dominicana en 1931, ser la precursora de redactar las propuestas de reformas al Código Penal Dominicano en 1932, así como crear las primeras escuelas nocturnas para obreras, y, organizar el Voto de Ensayo de la mujer dominicana en 1934 donde votaron 96,424 mujeres, marcando un hito en todo el continente.
Escribió la primera Historia de la Literatura Dominicana (Santo Domingo: Imprenta Caribe, 1937), 146 pp. En la Escuela Normal estuvo como profesora de castellano, Literatura, Pedagogía e Historia.