La Loma Isabel de Torres está situada en el municipio de San Felipe de Puerto Plata. Fue declarada área protegida en 1966 mediante el decreto 607 de ese año, y Reserva Científica Natural en 2004 mediante la Ley Sectorial de Áreas Protegidas (Ley 202-04). Es un bosque nublado, uno de los ecosistemas más frágiles e importantes de las biomasas de montañas en todo el mundo. Se caracteriza por estar cubierto frecuentemente por nubes o neblinas, recibiendo una cantidad de humedad adicional por medio de la captación y condensación de gotitas de agua, de ahí el verdor característico de esta montaña
Este monumento natural es una importante fuente de estudios científicos. En él se encuentra una abundancia de plantas epífitas, especialmente musgos, bromelias, orquídeas y liquen, y una variedad de ecosistemas que permite la sobrevivencia de especies que no habitan en otros lugares de la provincia. Allí nacen más de una docena de arroyos, ríos y cañadas que abastecen de agua a varias comunidades.
La Dama del Sombrero, como también se le ha llamado, figura en el escudo de armas que se le otorgó a la ciudad en 1508; es parte intrínseca de la identidad de sus moradores y de la oferta turística de Puerto Plata. Es también un espacio codiciado por desaprensivos, tanto para hacer carbón, como para personas con apetitos voraces, sin educación ambiental ni principios ciudadanos que, en la actualidad, la depredan con fines urbanísticos. Desde hace decenios se ha desarrollado una lucha, abierta o soterrada, entre intereses privados e intereses colectivos por los terrenos de la falda de la loma.
La preservación de la loma Isabel de Torres es de la incumbencia del ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales y del Ayuntamiento de Puerto Plata, por un lado; y, por el otro, de cada uno de los munícipes puertoplateños. Entre estos últimos se destacan aquellos interesados en el relanzamiento de Puerto Plata como polo turístico, destino que ofrece una gama de ofertas que van de la playa a la montaña, gracias al teleférico que lleva al viajante hasta el punto más alto de la loma.
Por el interés que reviste este patrimonio ambiental, una revisión de la prensa de los últimos años nos permite aprender mucho sobre la desidia de los poderes públicos, de los mismos empresarios de la ciudad y de lo difícil que es aplicar la ley hasta con un arsenal legislativo favorable, sin la voluntad política de los encargados de velar por hacer cumplir las leyes.
En el diario Hoy del 12 de diciembre de 2009 se lee lo siguiente: “PUERTO PLATA. Si la secretaría del Medio Ambiente tiene alguna duda del crimen ecológico que se comete contra la loma Isabel de Torres, de esta provincia, deberá enviar sus inspectores para que se den una vuelta por la falda de esa montaña. No se sabe cuál versión de las denominadas Urbanización Torre Alta es la que se construye, si la VI, VII, VIII, IX ó X; lo que puede verse es que al ritmo que van los trabajos del ingeniero Kuky Silverio, principal ejecutor de la depredación, en menos de una década no quedará una hoja verde en esa montaña”.
En el mismo periódico, en el año 2010 se lee: “PUERTO PLATA. El alcalde de este municipio, Walter Musa Meyreles, anunció que se están preparando para prohibir las construcciones en la falda de la reserva científica montaña Isabel de Torres, y en las riberas de los ríos, arroyos y cañadas”.
Un año después, el 21 de mayo de 2011, Hoy publica lo siguiente: “PUERTO PLATA. La gran deforestación que es auspiciada por la tala indiscriminada de árboles en la misma falda de la reserva científica Loma Isabel de Torres, ha hecho muy vulnerabable a las inclemencias de la naturaleza a varios sectores ubicados en la parte sur de esta ciudad”.
El 12 de enero de 201 La Información publica : “PUERTO PLATA. De acuerdo a denuncias expresadas por los medios de comunicación, ciudadanos que recorrían el Sendero Ecoturístico Loma Isabel de Torres, se quejaron ante las autoridades del Ministerio de Medio Ambiente en esta ciudad ya que manos criminales de varios haitianos están tumbado decenas de árboles para mediante hornos artesanales producir carbón vegetal en esa área protegida”.
El 21 de octubre de 2017, en Hoy, aparece la siguiente reseña: “El Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Francisco Domínguez Brito, encabezó una jornada de reforestación en la comunidad Corozo-Cupey, Puerto Plata y la firma de un acuerdo con el Patronato Teleférico de Puerto Plata para establecer el Co-manejo del monumento natural Loma Isabel de Torres bajo la modalidad de administración compartida para mejorar la gestión y funcionamiento de esa importante área protegida”.
Sin embargo, hace apenas algunos días, leímos en Hoy, lo que sigue: “PUERTO PLATA. El presidente provincial del Comité Dominicano de los Derechos Humanos, Mario Almonte, denunció que personas poderosas continúan destruyendo las zonas de amortiguamiento del Parque Nacional Loma Isabel de Torres, ante la mirada indiferente de las autoridades competentes”.
En medio de todo esto, la reforestación resurge como una supuesta panacea utilizada como estándar de reparación al daño ambiental. Es una manera más de confundir a la gente. Hay que estar bien claro que la única política válida en las áreas protegidas es frenar la deforestación. En estos territorios especiales se debe dejar que sea la naturaleza la que rehaga su trabajo.
Fuera de las áreas protegidas, lo imperioso es detener la deforestación. La remediación, gastando millones de pesos, es un contrasentido. Lo razonable, lo más económico y lo que recomiendan los estudios científicos, es detener la deforestación.
Está claro, en el caso de Isabel de Torres, que la tala indiscriminada de árboles en la falda de la reserva científica provoca erosión, lo que a su vez produce colmatación de los lechos de ríos, arroyos y cañadas. Esto ha provocado que varios sectores, ubicados en la parte sur de la ciudad, hayan pasado a ser muy vulnerables particularmente cuando se producen lluvias muy fuertes.
La gestión de los riegos corresponde a todos. Deben actuar autoridades que, al día de hoy, lamentablemente no cumplen su papel. El sector turístico, que invierte para redorar el blasón de este destino, debe ponerle más empeño a la protección del patrimonio natural.
La sociedad civil y el ciudadano de a pie deben intervenir con fuerza y responsabilidad. Hay que educar y convencerse de las prioridades. Un polo turístico único en el país no puede sobrevivir en medio de ataques tales a su medio ambiente como el inmundo vertedero al aire libre que tiene Puerto Plata desde hace más de 30 años y la inmisericorde deforestación de las faldas de su loma icónica.