Esta nota se basa en el artículo Decálogo para la vuelta al cole (en septiembre), publicado el 15/07/2020 por Jaume Carbonell, pedagogo, periodista, sociólogo y exdirector de la famosa revista española Cuadernos de Pedagogía. De cada uno se seleccionó el contenido relevante para la educación pública dominicana.
- El pleno derecho a la educación solo puede ser presencial. El interés superior debe ser la infancia y, por extensión, la adolescencia y la juventud. Ahí es donde se trabaja la igualdad de oportunidades, se desarrolla la educación integral, se opera el proceso de socialización y se combate el fracaso escolar. El profesorado debe formarse y actualizarse al máximo con la tecnología, no para sustituir la presencialidad sino para enriquecerla. La modalidad online no es educación sino mero aprendizaje o instrucción.
- El alumnado más vulnerable debe recibir una atención especial. Este período sin escuela agudizó las desigualdades educativas y más la brecha digital por falta de conectividad, carencias telemáticas, escaso apoyo docente o familiar, condiciones de habitabilidad, entre otros, porque la COVID-19 se ceba especialmente en la pobreza. Es preciso organizar todo tipo de apoyos y ayudas, dentro del horario escolar y extraescolar, para recuperar el tiempo perdido hasta donde sea posible. Movilizar amplios recursos para que la educación inclusiva, que atiende a todas las diversidades, sea posible.
- El cuidado de la salud integral de la infancia y la juventud. Ahora se sabe más sobre el coronavirus, por ejemplo, su baja o mínima afectación en la infancia, indican numerosos estudios de pediatras. Esto no significa bajar la guardia y las medidas preventivas y de control. Las PCR, entre otras, siempre serán imprescindibles, porque conviven con personas adultas y las cadenas de transmisión son múltiples y el riesgo cero nunca existe. Pero hay que atender su salud integral: física, mental, emocional y social. Son conocidas las secuelas psicológicas del confinamiento y del aislamiento en algunos países: estados de ansiedad e irritabilidad, lloros incontrolados, tristeza, obesidad y otros.
- El acompañamiento emocional y la cura mutua. Esto es lo que hicieron muchos docentes durante el confinamiento y lo que tendrán que continuar haciendo para “cicatrizar” las heridas descritas. Pero, este acompañamiento requiere un cuidado continuo entre todos los agentes de la comunidad educativa. Recordar que el bienestar emocional es una de tantas condiciones que favorece una mejor educabilidad. Desarrollar relaciones humanas más cercanas, empáticas, colaborativas y solidarias.
- Vivir la naturaleza. Este gran bien no ha podido ser disfrutado por muchos infantes durante el confinamiento y, lamentablemente, del que siguen privados muchos centros que viven de espaldas a ella. Huelga enumerar los beneficios que supone para la salud. La historia de la renovación pedagógica es pródiga en ejemplos que ponen en relación las nuevas corrientes higienistas y ecológicas con las oportunidades que brinda el entorno natural para el crecimiento en libertad y la adquisición de diferentes conocimientos. ¡Lo que se aprende en la naturaleza!
- Curriculum: lo más prioritario. Poner el foco en los aspectos culturales y socialmente relevantes, como la condición humana, los bienes comunes, los Derechos Humanos, la conciencia planetaria, entre otros. Los que ayudan a entender mejor en qué mundo vivimos y cómo se puede contribuir a transformarlo. Esto se hace tratando de convertir la información en conocimiento y en pensamiento, formando mentes críticas y libres, donde el hábito y la comprensión lectora constituyan las herramientas para acceder a estos y otros contenidos relevantes.
- Ratios, tiempos y espacios. Esta situación excepcional también es una oportunidad para introducir medidas de calidad, como la reducción del número de estudiantes por aula para atender mejor la diversidad de alumnos, la personalización de su aprendizaje y el acompañamiento tutorial. Pero hay otras como, la disponibilidad de nuevos espacios o la transformación de los ya existentes, empezando por el aula y terminando por el patio para adecuarlos a las diversas tareas: trabajo colaborativo, investigación, experimentación, talleres y ambientes de aprendizaje, etc. Asimismo, se requiere una mayor flexibilidad de los tiempos horarios: estos deberían fijarse en función de cada actividad y no lo contrario. Por esto, el curriculum escolar debería ofrecer estas otras oportunidades educativas a toda la población, con políticas de ayudas y becas para el alumnado socialmente más vulnerable.
- Equipos docentes ampliados. Esta pandemia obliga a los centros a ampliar sus plantillas con personal de limpieza e incorporar personal de enfermería si no existe, porque el profesorado no puede asumir esta responsabilidad sanitaria. Pero además de maestros y profesores, hay otras figuras profesionales que, tanto ahora como en el futuro, tendrían que formar parte del equipo docente, tales como orientadores, educadores sociales, logopedas, equipos psicopedagógicos, personal para atender alumnado con diversidades funcionales específicas, entre otros. Asimismo, se precisa una ampliación del personal administrativo para liberar a los equipos directivos de la sobrecarga de tareas burocráticas en aquellos centros que lo requieran.
- Complicidad y conciliación familiar. Durante el confinamiento ha habido de todo: familias absolutamente desconectadas y abandonadas por parte de los centros y casos en los que se han generado nuevas complicidades y, sobre todo, nuevas necesidades que requieren una colaboración de confianza mutua entre escuela y familia. Hay que preguntarse si los canales de relación y participación son suficientes o habría que explorar otras fórmulas más imaginativas, actualizadas y eficientes. Por otro lado, el confinamiento ha modificado la vida familiar, para muchas ciertamente muy duras. Lo cual abre el debate, ¿no sería necesario modificar algunos horarios escolares y laborales, para garantizar la tan demandada conciliación familiar?
- El derecho a la educación, más allá de la escuela. En el primer punto se enfatiza el derecho a la educación mediante la presencialidad escolar, porque no puede ser de otra manera. Pero este derecho, para ser más amplio y efectivo, se complementa con el acceso a actividades extraescolares, vacacionales y de otro tipo, porque el conocimiento curricular se enriquece con la cultura del entorno, con la posibilidad de desarrollar diversas habilidades y de disfrutar del patrimonio artístico y natural. Por esto, el curriculum escolar debería ofrecer estas otras oportunidades educativas a toda la población, con políticas de ayudas y becas para el alumnado socialmente más vulnerable.