Considero que la visión de una realidad en “blanco y negro” no es posible desde una perspectiva científica, luego de un siglo XX cuándo hemos pasado de una Teoría de la Ciencia basada en la “simplificación” de los modelos explicativos de la realidad siguiendo la ley de “la parsimonia” del monje inglés Ockham, y mejor conocida como la “navaja de Ockham”: el modelo que con menos variables explica el mayor de número de fenómenos; a un paradigma de la «complejidad».

Hago esta introducción por las declaraciones del Presidente del Partido de la Liberación Dominicana, el Ing. Temístocles Montas. El título de la primera declaración: “Paren las denuncias irresponsables”, pide PLD a gobierno PRM – la tomo del siguiente enlace: https://acento.com.do/politica/paren-las-denuncias-irresponsables-pide-pld-a-gobierno-prm-8857874.html

Y la segunda declaración se titula: El PLD al PRD: “Ellos lo que tienen que hacer es gobernar”, que tomo del siguiente enlace: https://www.elcaribe.com.do/2020/09/14/el-pld-al-prm-ellos-lo-que-tienen-que-hacer-es-gobernar/.

Me mantengo en la línea de pensamiento desde el  paradigma de la “parsimonia” para preguntarme: ¿Son estas declaraciones de que aquí           –este país de Dios y María Santísima– no ha pasado nada, nadita de nada, imputable a la gestión de los veinte años de gobierno del segundo hijo político del Prof. Juan Bosch? La respuesta es posible, porque el “seguidismo”, contraparte del “caudillismo” puede reducirse a esta simpleza para llegar a una “impunidad negociada” y la cosa siga tan campante.

Pero aquí ha habido un “verano reverdecedor” equivalente a la semi-fracasada “primavera árabe”, con el permiso y respeto a los ancestros del Presidente Abinader. Pero, la promesa de campaña de Abinader es que aquí se van a institucionalizar un país “decente” de ciudadanos respetables, con los “bandoleros” del pasado reciente y los que aspiran a emularlos en el futuro inmediato durante el presente período presidencial, se encuentren frente a los jueces pulcros y  honestos que determinen quiénes tienen las manos manchadas por traicionar la confianza ciudadana robándole su patrimonio y dignidad, sean metidos a las ¡rejas!

También he hablado en mis textos del paradigma alternativo a “la parsimonia” que está dándose en llamar el paradigma de “la complejidad” que nos dice que no existe una causalidad rígida, unidireccional y previsible, ya que la “razón de la causalidad” está basada en un futuro “azaroso” (proveniente de azar, casualidad) y por tanto, basado en el “caos”.

Por lo tanto, vuelvo a preguntar: ¿Debemos pedirles al PRM gobernante que aplique la Ley del Olvido? ¿No remover la escoria de una serie de “indelicadezas” que inundaron disfrazadas de “noticias falsas” con un bien “financiado” sistema de bocinas? ¿Esconder los expedientes judiciales mal estructurados y peor justificados para que nadie salga condenado? Si se quejan de simples denuncias, ¿prefieren que les lleguen los expedientes, que el nuevo Ministerio Público vaya a Brasil y confirme todos los hechos revelados en los juicios a la infame Oderbrecht atinentes a la participación dominicana en el entramado supranacional que el nieto Marcelo destruyó la obra del abuelo Oderbrecht?

Pero, ¿debemos dejar en Brasil lo que sucedió en Brasil? Puede que sí, pero ¿y lo que sucedió cuando el Departamento de “Operaciones Estructuradas” en Miami entró en la mira de las autoridades judiciales gringas, a qué país se trasladó esa oficina? ¡Bingo! A Santo Domingo. ¿Debe dejar el PRM este caso si EE.UU. y su Departamento de Justicia o un Tribunal, digamos, de la Florida, piden la colaboración del Gobierno Abinader, para no revelar los “contactos” oficiales y oficiosos en la urdimbre social dominicana?

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Me declaro incapaz de seguir el pensamiento de largo plazo (o no tan largo) que debe manejar el Presidente Abinader al iniciar una cruzada para enderezar “moralmente” a la sociedad dominicana. Me declaro incompetente porque no alcanzo a imaginar tanta maldad en un clan, mafia o pandilla venidos desde el averno. Es más, en la tradición japonesa –hasta el Jefe del Clan– cuando manchaba su honor, se retiraba a un monasterio a purgar por el daño causado a su propia persona. En la tradición cristiana de Occidente son varios, aunque pocos, los reyes que se retiraron a un monasterio a pasar sus últimos días para reparar todos los daños que pudieron provocar en su paso por el poder y la gloria mundanas.