Hasta ahora había pensado que Ramón Ventura Camejo, mandamás de un absurdo Ministerio de Administración Pública, que registra más 700 mil burócratas (el doble que Brasil, país de 200 millones de habitantes y 176 veces más grande que el nuestro) era un hombre serio. Pero al tomarnos a todos de pendejos, afirmando que los altos funcionarios públicos, a pesar de una ley que lo prohíbe, pueden hacer campaña electoral (por Gonzalo Castillo, claro) “siempre que lo hagan fuera de su horario de trabajo” (¡ahora sabemos que ponchan tarjeta!), tengo que revisar lo que he pensado de él, pues ha dicho una  charlatanería.