En general, los actuales movimientos de protestas que ponen en vilo a diversos regímenes políticos en occidente y oriente no se plantean una toma del poder para establecer otro sistema político, pero en esencia todos demandan un cambio radical en la forma del ejercicio del poder de la clase política y de los poderes fácticos. La generalidad de los organizadores de las acciones de esos movimientos no milita en los partidos, milita por sus ideas, por llevar una vida cotidiana en sus espacios sin privaciones ni amenazas. Todo programa electoral o proyecto de sociedad que no tenga en cuenta esta circunstancia, sólo reproducirá política tradicional y viejos e inútiles mitos.

En el presente, desencuentro entre sociedad y política no significa que la gente, sobre todo los jóvenes, no tengan interés por la política, sino que rechazan la manera tradicional en que, esencialmente, los gobiernos calificados o autocalificados de centro, derecha, de izquierda, centro derecha o centro izquierda han manejado el Estado. La gente y especialmente los jóvenes rechazan esa falsa representación en los congresos nacionales, en los ayuntamientos y en el poder ejecutivo, donde los llamados representantes toman sus decisiones en nombre de los intereses del partido gobernante o peor aún, de los intereses del jefe/facción de ese partido, no importa el signo político pretendiendo representar “los intereses generales de la nación”.

No recuerdo si fue que lo leí alguna parte, pero pienso que quienes declaran el fin de las ideologías, generalmente tienen un pensamiento conservador, tendencialmente de derecha. Conciben ese concepto como algo inmutable, inmune a la indetenible erosión que producen el tiempo y los tiempos; reducen el concepto ideología a la lucha que sostenían la izquierda y la derecha tradicionales en todas las esferas de la sociedad en un tiempo que ya no es el mismo. En la actualidad, sólo puede ser útil en todo el sentido de la palabra, un programa o propuesta electoral que se plantee un plural ejercicio del poder en el territorio y que resuelva los problemas esenciales de la vida cotidiana.

La gente demanda inclusión social, seguridad ciudadana, libertad de expresión y de opción sexual, respeto a los derechos laborales, acceso al techo/suelo y la tierra, respeto a los derechos humanos sin importar su condición de nacional o migrante, ser gobernado con transparencia y sin corrupción. Por ese conjunto de ideas que tipifican una concepción ideológica, es que se moviliza la gente. No es para llevar al poder a un mitológico líder mesiánico, a una clase social “redentora”; tampoco para establecer un orden político tradicional, donde las direcciones políticas o el partido o jefe guías (sin importar el signo) sean quienes decidan todo “en nombre” de todos. 

Una posición frente a estos temas define el carácter conservador o tradicional de cualquier proyecto político. El programa del PRM y aliados, esencialmente, se inscribe en esta perspectiva política, independientemente de que le falta referencias a cuestiones claves. El “Código Tributario Municipal” que plantea podría hacer referenciar al tema de si los municipios de vocación turística dado sus niveles institucionales estarían o no en capacidad de establecer figuras impositivas para mejorar la condición de vida de la gente, falta un reconocimiento más explícito a los derechos laborales, una política urbana marco, y examinar la posibilidad de que las figuras provincias o regiones tengan competencias políticas. Pero, lo esencial es que el referido programa plantea un debate sobre la posibilidad superar la política y los políticos tradicionales, además de algunos mitos.

Las precisiones que deben tener los diferentes capítulos temáticos de un programa/propuesta electoral son de mucha importancia; como también los costes de las acciones que se pretenden hacer, pero lo esencial es la filosofía o concepción política que le sirva de marco. La discusión sobre el aspecto conceptual del referido programa es lo le da su esencia. Que esta discusión se haga seriamente depende de las fuerzas políticas que lo suscriben, sobre todo aquellas que se reclaman de una determinada corriente ideológica: socialdemócrata, marxista/revolucionaria, humanista cristiana o simplemente progresista/alternativa.

Esa discusión puede hacerse o no en la presente coyuntura, pero los temas y los aspectos esenciales contenidos en el programa del PRM y aliados son temas de discusión en diversos círculos de intelectuales progresistas y serios de América Latina, un continente que ciertamente es el de mayor desigualdad de todos los continentes de este mundo, pero que paradójicamente desde hace varias décadas se mantiene en la vanguardia en la producción/reflexión en los ámbitos de la literatura y de la política.  Tarde o temprano aquí deberemos hacer esa discusión.