El impacto y significado de los resultados preliminares de las primarias en los partidos de la Liberación Dominicana y Revolucionario Moderno, son diametralmente opuestos. Con su rechazo a los relativos a su partido, Leonel Fernández, con sus acciones da claros signos de que mantiene su determinación de llevar su posición hasta las últimas consecuencias, lo cual podría provocar la división de ese partido. Siempre creyó en su plan A, ganar las primarias, sin que él y sus seguidores descartaron un plan B: cómo su facción se mantendría en la carrera por la presidencia. El PRM sale fortalecido de cara al futuro, pero no así el sistema político que evidencia su profunda crisis institucional.
En estas primarias, la facción danilista, elevó a los niveles más escandalosos la corrupción y la degradación moral, social y política en que han discurrido sus gobiernos desde el 1996 hasta hoy. Una masiva compra de cédulas de manera abierta hasta en los centros de votación, obligar a sus ministros a participar en la cruzada/campaña por su candidato, el cual ha obtenido unos resultados preliminares altamente cuestionables, ha recrudecido la posición de la facción de Leonel que ya ha comenzado a dar claros signos de que no acatará esos resultados, sin importar las consecuencias. En montaje del escenario del ”conversatorio” del pasado lunes, sin símbolos partidarios podría ser uno de esos signos.
El PLD, es un partido sin órganos de dirección, sin respeto a acuerdos entre las facciones, sin presidente (Leonel lo es de derecho, pero no de hecho) y con un secretario general disgustado. En esa circunstancia, recomponer su unidad es sumamente difícil, en esas condiciones, le resultará prácticamente imposible ser sostén institucional de sus candidatos congresuales y municipales y peor aún, de su pretendido candidato presidencial, cuya legimitidad es altamente cuestionada, no solo por Leonel y su grupo, sino por amplios sectores de la sociedad. A pesar del ese contexto, la facción danilista finalmente podría ganar la batalla de las primarias, pero difícilmente gane la guerra final: la presidencia de la República.
Las primarias del PRM, simplemente hicieron actual lo que era virtual: el triunfo amplio y sin trauma de Luís Abinader. En ese partido se inicia un proceso nuevo, con algunas reglas de juego y una amplia posibilidad de que sus dos principales figuras, por las características personales de ambos, logren producir una lógica de cambio generacional a futuro sin mayores traumas. Sin embargo, el futuro de ese partido, el del PLD y de todos los partidos en sentido general, pasa por la constatación y la correspondiente acción para corregirla, del estado de dispersión, de envilecimiento y de miseria moral y material de amplios sectores de la sociedad dominicana.
De ese estado no escapa ningún sector social, todos están maleados, y se refleja/condiciona, con gradaciones, en la vida interna de los partidos. La compra masiva de votos, que en general los partidos tengan que trasladar muchos de sus votantes cubriéndoles sus gastos de transporte, además de ciertas dádivas, expresan una intolerable forma de degeneración/corrupción político/social. Igualmente, constituye un lastre que cada candidato financie sus campañas con recursos propios, porque hace de ellos una especie de “partidito” dentro de su propio partido, algo altamente potenciados por estas primarias. Ese candidato a senador, diputado, alcalde, regidor o director de distrito municipal invierte su dinero y el que recibe de “donación” y lo recupera del erario público una vez elegido.
De igual modo, se benefician de las campañas, toda una estructura que se monta para tal fin, programeros de TV y radio, “valleros”, las páginas de los medios, motoconchistas, “empresarios” de transportes,“interactivos” los manipuladores de las redes sociales, etc., que son prácticas que encarecen la política e incrementan la cultura de la corrupción política y social. Como lo es que, en general, cada partido acepta como de sentido común que para tener una alta votación debe tener su “logística”, vale decir, dinero para trasladar sus votantes hacia los centros de votación y de recursos para “engrasar” la militancia que se encarga de esa “logística”.
Esas prácticas contribuyen a que aquí, sobre todo en los últimos años, los procesos electorales, lejos de ser “fiestas de la democracia” como suelen decir muchos políticos, son esencialmente carnavales del desenfreno. Estas primarias han sido otro capítulo de la historia de cómo el PLD coincide el ejercicio del poder y de la política del PLD, pero no se puede ignorar que ese ejercicio de alguna manera se ha constituido parte de la cultura política dominicana. Un lastre que el nuevo liderazgo de la oposición que surja electos en los próximos comicios la sociedad civil tiene que enfrentar resueltamente. Algunos pactos de regeneración política hay que pensar para tal fin.
Con los referidos lastres políticos, que en gran medida ya lo son también sociales, difícilmente se puede construir una nación con un cierto nivel de identidad que permita una convivencia mínimamente civilizada, para decirlo de esa manera.