Como es recurrente, la semana pasada sucedieron dos hechos políticos prácticamente simultáneos que por su forma, contenido y contexto en que se producen evidencian la incongruencia y la inconsecuencia de prácticamente toda la clase política dominicana: el anuncio del paquetazo fiscal de parte del gobierno y la firma del acuerdo entre los presidentes del PRD y del PLD.

Resulta una incongruencia que un gobierno envíe al Congreso un paquete fiscal, pocos días después que se produjera un aumento salarial. En cualquier país medianamente "normal", primero se aplican los impuestos y luego propicia el aumento salarial, como mensaje de que se quiere mitigar los efectos del paquete fiscal.

Cómo es posible que un gobierno con unos niveles de desaprobación que ronda el 90% y en medio de proceso electoral, intente imponer más impuestos a una población en franco descenso de su nivel vida. Además de que días antes del paquetazo se había decretado un incremento en un 8% el precio de la electricidad y para finalizar la semana del paquetazo, también incrementa el precio de la gasolina.

Otro hecho, más que incongruente, inconsecuente es el pacto entre Leonel Fernández y  Miguel Vargas, según ambos, para desbloquear el tema de la conformación del TC. Vargas de nuevo firma un convenio con el presidente de la república y del PLD para desbloquear temas de corte constitucional, sin que en dicho convenio plantee que definitivamente se apruebe la Ley de Partidos.

Desde hace mucho, el equipo económico del PRD advertía que el gobierno se aprestaba a imponer un paquetazo fiscal, también son conocidas las dificultades económico-fiscales de este gobierno y la necesidad de tener dinero para eventualmente incidir en uno u otro sentido en el presente proceso electoral. En ese contexto, resulta una incongruencia que el presidente del PRD firmara ese convenio y una soberana inconsecuencia que lo hiciera sin por lo menos negociar la inclusión del compromiso de aprobación de la referida Ley.

Sobre esas entendidas incongruencias e inconsecuencias se han pronunciado Danilo e Hipólito, ambos aspirantes a una elección presidencial a la que, sin éxitos, aspiraron Vargas y a su modo, también Fernández. Danilo considera "inoportuno" el paquetazo, diciendo  que este incrementa el descontento hacia el gobierno, afectándolo  directamente a él y en ese sentido, esperando coherencia, por lo que habría que esperar que los congresistas que le siguen lo rechacen por "inoportuno" cuando sea conocido para su aprobación.

En una carta dirigida a los presidentes de ambos partidos, Hipólito  dice que desconocía la intención firmar el pacto y se lamenta que en este no se incluyera la aprobación de la Ley de Partidos para que mediante esta se limitase el eventual uso de los recursos del Estado en las próximas elecciones. Por tales razones, los dos aspirantes a la presidencia, aunque no lo expresen taxativamente piensan se ha cometido una inconsecuencias contra ellos y en sus respectivos entornos crece la preocupación por la real posición que frente a sus aspiraciones electorales, tomarían tanto Vargas como Fernández, sus principales contendientes a lo interno de sus partidos.

Danilo, prisionero del humor e intenciones de sus adversarios internos,  se mueve en una calle sin salida, una oposición firme al paquetazo lo enfrenta al gobierno, que en definitiva es también suyo, y a un importante sector de su propio partido y si aprueba esa medida estaría asumiendo el peso muerto de un gobierno cada día con menor legitimidad.

De su parte, Hipólito tiene vía franca para moverse, pero la dureza de la carta que envía no solamente se debe a su conocido carácter, sino a una clara conciencia que el control formal-institucional de su partido de parte de una facción contraria a él, por lo menos, en algunos momentos puede constituirse en obstáculo en esa vía.

En un país donde la trapisonda es tan frecuente en los procesos electorales, es natural que tanto él como Danilo tengan que cuidarse sus espaldas, a veces más de los que están en sus trincheras que de los que están en la de enfrente. Una desgracia.