Bien por Danilo, su imagen de funcionario público de un país del Tercer Mundo. Bien, sus movilizaciones por calles y carreteras, sin soberbia motorizada y con los guardaespaldas estrictamente necesarios. Bien, sus visitas sorpresivas a los pueblos sencillos y lejanos. Bien, sus inspecciones de hospitales y escuelas, para que la burocracia esté en permanente alerta. Bien, su renuncia a los ridículos oropeles cortesanos prohijados por sus antecesores, empezando por el payasesco besamanos de enero, que debiera cancelar definitivamente para ser consecuente con su imagen. (Ojala que Rodríguez Marchena y Tejada Holguín se lo sugieran).