Manteniendo su estilo del medio decir, del no decir claramente lo que en fondo desea y querría decir, de esperar el tiempo para decir o desdecirse de lo en un momento dijo, haciendo honor a su auto definición de hombre pragmático, Danillo Medina acaba de, en esencia, tirar la toalla y no “optar por un nuevo periodo presidencial” cuya posibilidad ahora confiesa que en algún momento evaluó. Con su declinatoria, se detiene el proyecto reeleccionista danilista, pero por el momento no se detiene el leonelista, al cual sin tajantemente decirlo, dejó entrever que con “sangre nueva” se opondría. Por tanto, la crisis del PLD no se ha despejado. Un nuevo escenario se ha creado, analizarlo para el diseño de sus acciones es la principal tarea de la oposición.

Danilo tira la toalla, vencido por el generalizado rechazo a su repostulación, el cual alcanzó su punto culminante con el movimiento Marcha Verde que contribuyó a que en las calles se manifestaran las denuncias, muchas de ellas bien documentadas, sobre los diversos actos de corrupción del presente y anteriores gobiernos del PLD, que se aireara la podredumbre de los sobornos de Odebrecht y del proceso de licitación/construcción de Punta Catalina, del nepotismo y de las más descaradas formas de saqueo de los bienes del Estado, de la quiebra de sectores productivos del campo provocado por importadores aposentados en las oficinas de Palacio, y las acciones de masas de la oposición, en general, son los factores determinantes de que Danilo tirara la toalla.

La llamada de Pompeo obedeció a un viejo diseño de política internacional del Departamento de Estado de los EEUU, que opera independientemente de quien esté al frente de la Casa Blanca, si esa llamada fue efectiva, lo fue por la determinación de una oposición no sólo política, sino potentemente social que crearon el clima de repulsa a la continuidad de uno de los gobiernos que más daños le ha hecho a este país. Danilo tira la toalla porque lo venció una realidad, que desde el inicio pocos dijimos que no podría superar, porque las condiciones del proyecto reeleccionista impulsado por algunos de sus seguidores y que en algunos momentos él “evaluó”, no eran las mismas que las que le posibilitaron el del 2016. A eso contribuyó la crisis y virtual colapso del PLD y la cerrazón a banda del leonelismo   

No le dieron los números, simplemente porque no pudo crearlos, nada de “buen estadista”, y si no le dieron sus números no fue sólo por la firmeza de los diputados leonelistas, sino también por la firmeza e inteligencia del PRM , en ese caso, que supo mantener unidos los suyos y, sobre todo por la firmeza de la vastedad del sentimiento de repulsa que en fin de cuentas fue y es una expresión de oposición, de esa oposición política que, aunque por momento errática fue y es la oposición en sus diversas formas. Articularla, no denostarla, unirla y potenciarla para vencer al PLD es la mejor posibilidad para abrir una brecha para que este país encuentra el camino hacia un cambio. Es el camino que tenemos que recorrer.

Es un camino difícil, pero más difícil es el que tienen que recorrer Danilo y Leonel para recomponer un PLD dividido y a la deriva. Los plazos fatales para enfrentar el próximo torneo electoral hace más difícil cualquier entendimiento entre sus jefes de facciones. Ya Danilo ha dicho que quiere sangre nueva y ha reunido a los pretendientes declarados de la candidatura presidencial por ese partido, muchos de ellos de sangre vieja, políticamente hablando, tan vieja y comprometida con los desmanes del peledeismo como Danilo y Leonel. El grito de no dar marcha atrás no es para “defender la Constitución”, sino para ser Leonel el candidato presidencial peledeísta y en eso están firmes sus conmilitones que fueron determinantes en la firmeza de su jefe y guía.

El juego sigue trancado en el PLD, pero en política por más complejas que sean las circunstancias, no siempre se agotan las salidas, las transacciones y los “pasos”, estas acciones siempre son posibles y eso obliga a la oposición estar atenta y no bajar la guardia y ser complacientes con los adversarios, buscando un eventual aliado entre los adversarios. Derrotar el reelecionismo danilista es importante, es una demostración de que cualquier poder o proyecto de poder puede ser derrotado con determinación e inteligencia, eleva la subjetividad en la oposición, incluyendo al siempre sector escéptico en las luchas políticas, pero el PLD sigue siendo una fuerza con capacidad de batirse por sus proyectos con determinación y sin escrúpulos.

Que Danilo haya tirado la toalla no significa el final de la larga noche de pesadilla que, parafraseando al Prócer Hugo Tolentino, han significado los gobiernos del PLD para este país. No obstante, eso contribuye a que se amplíen las posibilidades para salir de esa pesadilla, pero no saldremos de ella si no constituimos una sólida Coalición Democrática para la Regeneración Nacional con los sectores que muestren real generosidad e inteligencia política que, conservando sus particularidades e identidades, se sumen a esa Coalición.