Hace dos semanas despedimos a Danilo Polanco, quien viajó al infinito con asiento asegurado en el paraíso, después de una vida de honestidad, trabajo, abnegación por los suyos y un temperamento que irradiaba cariño a diestra y siniestra, sin miramientos ni mezquindades de ninguna categoría.
Durante cuatro décadas trabajó para el Estado, en la dirección de prensa de todos los gobiernos, desde el del profesor Juan Bosch en 1963, hasta el de Hipólito Mejía, quien lo pensionó en el 2004, con una modesta asignación de 45 mil pesos, que al final no cubrían ni sus gastos personales, quedando relegado a la pobreza. Tuve informe de que trató de conseguir que le revaluaran la pensión, pero no lo habría logrado, en una época en que cientos de personas, aún sin haber trabajado para el Estado, reciben pensiones muy superiores.
La injusticia salarial en el Estado es mayúscula, pues más del 80 por ciento de unos 100 mil pensionados reciben apenas 5 mil 117 pesos mensuales, mientras algunos tienen asignaciones diez y veinte veces superiores. En febrero se anunció una revaluación que todavía el mes pasado no se había aplicado. Y hace ya años que miles de comunicadores, periodistas, comentaristas y locutores, están en loa nóminas públicas también con asignaciones varias veces superiores, y una parte sin horario de trabajo. Mientras la ley de salarios estatales lleva 6 años esperando el reglamento que su articulado pautaba para 6 meses, y sólo la han puesto en vigencia para elevar los más altos salarios, cuando la intención era reducir las enormes disparidades aún en las mismas funciones.
Tuve la suerte de conocer a Danilo Polanco en mi primer empleo hace 51 años. Trabajaba en el Palacio Nacional y madrugaba para laborar en Radio Noticias, una cadena de 18 emisoras radiofónicas, que tenía de matriz a Radio HIN, de Rahintel. En su departamento de prensa laboraban también otros destacados nóveles periodistas como Guarionex Rosa, Diógenes Céspedes, Pedro Ventura Santana, Ramón Puello Báez, Julio César Rivera Espaillat y Tulio Navarrete, y desde Santiago Huchi Lora. Con nosotros empezó a tejer sus primeras notas el todavía estudiante de periodismo Aníbal de Castro. Santana, Rivera y Navarrete fallecieron tempranamente, lo mismo que Papi Quezada que junto a Rafael Arredondo entonaban magistralmente las informaciones y comentarios.
Por la amistad y compañerismo barrial de María Auxiliadora, y porque yo regresaba de México tras completar carrera profesional de comunicación social, Guarionex Rosa me recomendó para dirigir el departamento de prensa y la producción de Radio Noticias. Siempre recuerdo con gratitud como ese grupo de colegas me abrió los brazos generosos y me ayudó a encaminarme en la entonces delicada y difícil tarea encomendada.
Danilo, Pedro Ventura y Navarrete ya eran pluriempleados y coincidían en trabajar para organismos estatales, pero ninguno confundió su doble función y se fajaban, en dos tandas prima noche y madrugada, para contribuir con aquellos noticiarios. Danilo pasó tiempos difíciles con el Triunvirato, el gobierno provisional de García Godoy y la cuasi dictadura de Balaguer, pero nunca apareció como propagandista ni se comprometió políticamente. Demostró sobradamente que se puede trabajar para el gobierno sin enfangarse ni descender al sectarismo.
Danilo siempre entendió las batallas que comenzamos en 1970 por el reconocimiento profesional y por la dignificación de los periodistas y trabajadores de los medios de comunicación. Silencioso hacía presencia cuando era necesario y siempre tenía un abrazo y calidez para todos, irradiando la paz y la mansedumbre con que supo encarnarse.
No se dejó atrapar por la depresión que nos cobró a Pedro Ventura y la última vez que ví a Danilo Polanco fue el año pasado en una actividad de Participación Ciudadana, como siempre sin hacerse notar, pero ya confesaba problemas de salud y la tristeza de la recta final de la vida. Su muerte me sorprendió fuera un fin de semana y no pude despedirlo en el funeral, pero sí en su última misa, donde me revolotearon distancias y caminos, más amores y cariños que desamores, por la suerte de haber topado con seres humanos de su estirpe. Solidaridad con su querida compañera e hijos. Hasta el infinito, compañero del alma, compañero.-