Tras más de dos horas de un masoquismo sin precedente en mi vida, y al amparo de la República Dominicana idílica (la de su gobierno) que ayer nos definió Danilo Medina, reiteró que son verdaderamente necios, incapaces de comprender que este país es casi un edén, aquel 48 por ciento de ciudadanos que recientemente expresara su deseo de largarse de aquí, y el 35 por ciento que lo ha intentado (pero que, pese a ese deseo, ha tenido que quedarse resignadamente en estos predios). Por tanto, no entiendo por qué Danilo (¡qué temerario!) ofrece tantas cosas para que la inmensa diáspora regrese a vivir esta prosperidad inigualable.