Nueva York.-En sus primeros dos años de gobierno el presidente Danilo Medina  trajo un novedoso, refrescante y esperanzador estilo administrativo, inspirado en dos maestros de la política dominicana.
Medina exhibe la pericia, mesura y sobre todo honestidad administrativa de Joaquín Balaguer,  implementando las ideas políticas de Juan Bosch; el país está fascinado con esa combinación.
Durante la última mitad del siglo 20, la nación estuvo dividida entre los defensores de Balaguer, y quienes demandaban ejecutar las políticas de Bosch.  Medina disfruta de amplio apoyo popular porque combinó esos dos elementos.
Nos trajo lo que el inconsciente colectivo dominicano esperó durante más de medio siglo, disfrutar lo mejor de los mundos-polos opuestos de Bosch y Balaguer. Medina lo hace de una forma magistral, eliminando el culto a la personalidad y el mesianismo del pasado.
Ahora lo importante es el programa que ejecuta, no Medina ni su liderazgo. Hoy el dinero público se invierte en el público, no comprando voluntades, ni prostituyendo dignidades, falsificando liderazgos bastardos.
Medina interpreta la coyuntura política actual de manera magistral.  Ayer Bosch  promovió cooperativas y otras formas de distribución de riquezas, pero la Iglesia Católica Romana lo acusó de “comunista”.  Hoy Medina ejecuta el sueño boschista y el secretario de Estado del  Vaticano, Piero Parolin, le pide profundizar esas políticas.
En dos años Medina sacó mas de 500 mil dominicanos de la probreza, en cuatro, rescataría millón; reelegirlo beneficiaría a otro millón, esa es una necesidad nacional.
Para los peledeístas, reformar la Constitución y reelegir a Medina, sería la forma más fácil, económica y segura de retener el poder.
Intentar retroceder a Leonel Fernández, con razón o sin ella desacreditado como ladrón, sería extraordinariamente costoso y dificultoso.
Leonel representa el retroceso, también una alta traición contra la historia, la nación y la memoria de Bosch.