Desde hace mucho tiempo he oído los refranes o dichos populares que rezan así: “la esperanza es lo último que se pierde” y “hasta que haya vida hay que mantener la esperanza”.  En ese sentido, hoy día dedicamos estas líneas de reflexión a la esperanza.

Hace ya un año, en el que a nivel global hemos vivido una fuerte prueba de la esperanza, y si ella es lo último que se pierde, entonces, es necesario poner en acción constante en la cotidianidad la práctica y cultivo de la esperanza.

¿Para qué necesitamos cultivar la esperanza?

En momentos específicos de la vida es muy importante tener de que sostenerse, estar prendido de algo, estar agarrado o conectado con algo o alguien, esto para no sentir la soledad en el camino, para que los desiertos de la vida en los momentos de crisis se hagan menos rudos o duros.

Al cultivar la esperanza se genera una confianza centrada en el amor, en la gratitud, en el cultivo de nuevas expectativas que animan, capacitan y dan la posibilidad de abrir la vida hacia nuevos rumbos de bienestar.

¿Y qué es la esperanza? El diccionario de la RAE define el concepto de la esperanza como: la confianza de lograr una cosa o de que se realice algo que se desea. Y con esa definición se nos otorgan algunos elementos que nos permiten ampliar el sentido de esperanza para continuar el avance en los procesos de la vida.

Cultivar la esperanza hoy día, puede convertirse en estilo de vida, en una manera de hacer las cosas, de pasar por la vida; pues como sabemos, son muchas las cosas que nos generan desesperanza, angustia, temor, desánimo, desconfianza, son muchas cosas que nos alteran la paz interior y nos quebrantan la alegría; por tanto, una dosis de esperanza, de seguro, que nos caerá muy bien en todo tiempo.

El término esperanza definido desde diferentes ámbitos

Para Santo Tomás de Aquino, la esperanza es una virtud que otorga al ser humano la confianza absoluta de que conseguirá la vida eterna y los medios para llegar a ella con la ayuda de Dios.

En el Diccionario Filosófico de Centeno se encuentra la etimología de esperanza como una palabra que viene del latín spes: espera, del verbo latino es sperare: esperar, tener esperanza, y la raíz de esta palabra significa extenderse, expandirse, prosperar.

Siendo así, tenemos mucho por dónde empezar con el tema de la esperanza, es decir, si empezamos a trabajar cada elemento de estos, se nos abren muchas puertas, y esas puertas nos llevan a extendernos, expandirnos y prosperar, así, en cualquier área que necesitemos fortalecer más, abrirnos más, avanzar más, podemos implementar el significado de esperanza y tendremos bastantes caminos por donde hacer las cosas, teniendo al final, muchos más beneficios.

Cultivar la esperanza en tiempos especiales

La invitación con esta serie de reflexiones sobre la esperanza, es empezar conectar con una fuerza que genera positividad, apertura, ilusión y pasión a la vez.

Será muy beneficioso poder revisar en este tiempo, ¿cuáles dimensiones del ser necesitan ser bañadas de esperanza? Y en ese sentido, ver dónde está la mayor fragilidad, en qué aspectos se siente mayor vulnerabilidad, cansancio, negatividad, y justamente allí, es un buen punto para empezar a cultivar la esperanza.

También es un buen momento para ser portadores y portadoras de esperanza, pues es mucha la gente que vive en vibración muy baja, con mucha angustia y soledad; y si queremos sembrar buenas y bonitas semillas, el cultivo de la esperanza será de mucho provecho para nosotros y para los otros.