Nuestra sociedad sigue padeciendo los efectos de la pandemia por el Covid-19, fruto de una epidémica enfermedad permanente de nuestra sociedad: la ignorancia. Hemos visto horrorizados, al menos de manera personal, cómo la gente no hacía caso del llamado a quedarse en casa para evitar el contagio. Luego se destapó la cruel realidad de tantos compatriotas que viven del día a día y cuya vida depende del salir a la calle a buscar el sustento de su familia. Otro problema ha sido la irresponsabilidad de los que, a pesar de las advertencias, no hicieron caso y siguieron participando en actividades sociales y de aglomeración en medio de la posibilidad del contagio.
Otra enfermedad endémica y epidémica de la sociedad dominicana y que permite y favorece una crisis de contagio masivo, enfermedad y muerte de tantos ciudadanos, es el abandono y desatención del sistema de salud a nivel nacional. Reportes de prensa muestran un deplorable estado del centro de salud de San Francisco de Macorís, donde mueren en sus casas la mayoría de los ciudadanos dominicanos sin la oportunidad de una atención médica adecuada, porque no existe, mientras al mismo tiempo se difunden las obscenas sumas de dinero que cobran funcionarios del gobierno emparentados con los principales dirigentes del partido en el poder. Pero ya para qué repetir la misma cantaleta, de que el gobierno no se ocupa de lo que tiene que hacer, sino de lo que no debe, que es usar la gestión pública para su beneficio.
El problema hoy es cómo ha quedado al desnudo lo que afecta la ignorancia en que se encuentra sumido el pueblo llano. Una ignorancia provocada, mantenida y alimentada desde los sectores de poder que la aprovechan para reproducir sus privilegios y, como ya lo decía anteriormente, servirse con la cuchara grande de la fuerza de trabajo con que estas personas se ganan la vida sustentando con su conformidad y su cultura de la aceptación y la resignación, su triste, pero bien asimilada realidad. Una ignorancia basada en un deficiente sistema de educación que no aporta conocimientos básicos, integrales, profundos y con la criticidad y el análisis necesario para que los ciudadanos conozcan y entiendan su realidad y puedan aportar a ella para mejorarla y así, participar del mejoramiento de toda la sociedad.
Ya no podemos continuar normalizando esta situación en el país. Se habla de que muchas cosas cambiarán luego de superada esta pandemia a nivel mundial. Una de las cosas que debe cambiar es la normalización y la aceptación de la ignorancia como forma de vida para resolver sólo el día a día. El sistema de educación deberá ser removido y revisado completamente para que se reconstruya y sirva de herramienta para enfrentar situaciones como la que hoy padecemos. La población deberá ser menos holgazana, no en el sentido laboral, sino en el sentido de su intervención y participación social para mejorar su nivel de vida, su cultura, cambiar su manejo de la realidad para que la vida sea de otra manera, más fructífera, productiva, más alegre y con mejor calidad, que nada tiene que ver con lo económico. Recuerden que se equivocan los que pretenden convencernos de que todo lo que importa en la vida es lo económico. Es todo lo contrario: debemos establecer un sistema educativo holístico e integral, en todos los ámbitos del saber
Es por esto que la ignorancia, la exclusión y la discriminación en el sistema educativo son tareas pendientes para modificar nuestra sociedad una vez venzamos la epidemia del Covid-19. Ojalá contemos con la participación de todos los sectores verdaderamente interesados, los perjudicados de estos males, que viven del día a día conformes y creyendo que así son las cosas, porque no es así que son, nos las imponen. Y no permitiremos que nos las sigan imponiendo. No después del corona virus.