La izquierda no puede ser reducida a una expresión política homogénea, ni siquiera puede ser resumida en una definición; como tampoco el marxismo puede ser resumido a todo lo que dijo Marx, es más que eso. En tal sentido, me refiero a determinadas actitudes de partidos y/o grupos políticos que, reclamándose de izquierda en determinadas coyunturas o eventos asumen una posición reaccionaria, reaccionaria en el sentido de que por diversas razones asumen una posición reacia a incidir en que una coyuntura se convierta en la posibilidad de crear las condiciones para evitar la continuidad de un régimen o un retroceso hacia lo peor, impidiendo que se cree una dinámica política que pueda producir un escenario más favorable a las fuerzas progresistas.
A pesar de la falsa percepción de algunos, no han desaparecido las actitudes y posiciones sobre diversos temas, sobre todo político, que en esencia definen la izquierda y la derecha (plurales ambas). En general, la una como la otra tiene referencias ideales o principios con las que justifican sus posturas ante determinadas coyunturas. Sin embargo, por razones históricas, culturales y de la práctica social la izquierda es más propensa a actuar o tomar posiciones sobre la base de ideas/guías y/o principios, por eso en algunas coyunturas tienden a ser más erráticos que la derecha. Algunos sectores de la izquierda dominicana asumieron una posición políticamente reaccionaria cuando se abstuvieron de votar por Peña Gómez en 1996. Mantuvieron su ética de principios y facilitaron el paso del candidato del derechista “Frente Patriótico. Algunos votaron por este.
Francesco Piccolo, diría que prefirieron no traicionarse a sí mismos (manteniendo su ética de principios, sus purezas), prefiriendo traicionar el sentimiento de millones de personas que deseaban un cambio, no una continuidad del antiguo régimen, el de Balaguer; inobservaron el principio de la ética de la responsabilidad y las consecuencias se presentan hoy como tragedia. En Italia, en nombre de la ética de los principios, una fracción del partido Refundación Comunista prefirió votar contra un voto de confianza al gobierno coalición de izquierda y centroderecha, a pesar de saber que con su voto contrario caía ese gobierno y abría la vía del retorno del ultraderechista Berlusconi, como sucedió, llevando a Italia a una pesadilla que duró 20 años. En ambos casos esas izquierdas asumieron una posición políticamente reaccionaria.
Es archisabido que sectores progresistas nuestros que se sienten de izquierda, en las elecciones del 2012 y 2016 mantuvieron una posición de no acuerdo con la única fuerza (esencialmente no de derecha) con capacidad de derrotar al partido de la impunidad y la mega corrupción, el PLD. En ambas elecciones mantuvieron sus purezas, pero en la sociedad dominicana se mantiene una situación de más corrupción y más incertidumbre, sobre todo en la juventud; esperemos que para las elecciones del 2020 asuman la ética de la responsabilidad oyendo el clamor generalizado por una confluencia de fuerzas que produzcan el final de 16 años ininterrumpidos de pesadilla.
Esa tendencia es a veces inútil políticamente, pero las hay de amplia solvencia política e intelectual que se expresan en pensadores de la talla de Antonio Gramsci, Isacc Deutscher, Eric Hobsbawm, Francois Furet, Perry Anderson, Ernesto Laclau , Rosa Luxemburgo, David Havey, y diversos autores en casi todos los países, incluyendo el nuestro, que desde sus perspectiva de análisis marxista han enriquecido el acervo de las ciencias sociales. Como también las hay sin vocación científica, que, como la gente de fe, su verdad ya la han “encontrado” y no se confrontan con la realidad y el carácter cambiante de la misma, es esa izquierda que no discute, sino que insulta al diversamente pensante, la integrada por una suerte de feligreses y no por militantes con capacidad y libertad de tener sus propias convicciones.
Es curioso que gente de todos los signos ideológicos tiendan a matizar cuando se refiere a la derecha, la entienden ultra, de centro y hasta limpia (en Italia en un tiempo se acuñó el término de “destra pulita” (derecha limpia) para diferenciarla de la ultra, la fascista. Sin embargo, la matización es mucho menor cuando se refieren a la izquierda, hacen de todas sus variantes una sola cosa, la meten en el mismo saco… y no siempre por ignorancia. Quizás en gran medida por eso en un país como este, donde la izquierda tiene cerca de 30 años de extrema marginalidad en todos los sentidos, se requiere de una gran templanza para reclamarse de esa corriente, además porque la arrogancia, compañera inseparable de la ignorancia y la intolerancia, dificultan el dialogo entre personas de pensamientos diferentes. A ese dialogo se niega cierta izquierda.
Esto último constituye otra vertiente del carácter reaccionario de esa izquierda, la que transita el camino hacia ninguna parte. Afortunadamente hay otras expresiones que, en las formas que dictan los tiempos, también existen. Sólo ellas y el tiempo sabrán decir para qué.