¿Qué ocurre cuando a uno le falta un tema y de la redacción te llaman con cierto apremio porque no les ha llegado la columna del día siguiente? Sucede muy a menudo. Presionado por una llamada de esas, hace ya buen tiempo, estuve a punto de escribir que el mundo parecía perder todo interés con los Yankees en caída y Alex Rodríguez fuera de juego por una lesión. Afortunadamente pude controlar mis emociones y decidí esperar hasta el día siguiente hasta cerciorarme de que lo último era realmente cierto. Cuando Alex fue incluido en la alineación apenas un día después borré inmediatamente de la mente la idea de usarlo como un tema. Me dije que era mejor esperar que concluyera la tremenda temporada que le confirmaba entonces como el mejor de los beisbolistas de su generación para hacer pública esa debilidad deportiva, algo tan personal que a pocos lectores importaría.
¿Qué hago entonces, me pregunté? ¡Ah, la política, mejor dicho los políticos! Buen tema, me conformé. ¿Pero qué digo que no haya dicho antes? Total, todos son predecibles. La cuestión es que los columnistas nos hacemos la falsa ilusión de que nos prestan caso, para darnos algo de valor y, por supuesto, para justificar la rutina de llenar un espacio diario. Ese día, cuando las agujas del reloj intensificaron la presión, pensé que agregándole algo a lo de Alex tal vez el tema tendría un poco de sentido. Como por ejemplo, que a los problemas de los Yankees y la probable lesión del jugador se le sumaba el hecho de que, bueno quizás no sea político decirlo, que son excesivos los impuestos, que un MVP que nada tenía que ver con las mayores era candidato, o que un león nos gobernaba.
Lo cierto es que la sequía temática puede resultar un gran problema. Y no porque puedan apremiarte porque no les llegue la columna. Lo más probable es que ni la futura supresión de la Liga Municipal, con todo lo que implicaría, asegure un tema para otra entrega.