Con anterioridad ya había hecho alusión a los refranes. Aprendí que son testarudos, vale decir, que siempre se cumplen. En el caso que hoy nos ocupa, y como espectadores de la triste realidad social que en estos días estamos viviendo, es menester, considero, hacer un pare, observar detenidamente, y reflexionar. Me refiero a los terribles niveles de actividad ilícita que alcanzó TODA LA SOCIEDAD en los últimos 20 años en que estuvo el PLD en el gobierno. Y cuando digo toda la sociedad, quiero decir, incluir, a la ciudadanía.

En estos últimos días hemos sido testigos de cómo se siguen los procedimientos para encauzar los terribles casos de corrupción en que se incurrió durante los gobiernos pasados, llegando al infame hecho de asesinar a una persona que investigaba delitos cometidos en una institución pública. Está el hecho de que las autoridades mismas no actuaban para controlar estas actividades ilícitas, sino que más bien las prohijaban y celebraban. Ya lo decía en el encabezado de esta reflexión: “cuando el gato no está, los ratones hacen fiesta”. La ciudadanía normalmente señala y asume a los políticos, funcionarios públicos de alta jerarquía, como corruptos. Se entiende que al gobierno se va a robar, y que el que no lo hace es un tonto.

De igual manera he visto con asombro cómo las personas asumen como normal el hecho de que todos debamos tener algo de qué avergonzarnos, es decir, de haber hecho lo mal hecho, lo que no debemos, a sabiendas. O sea, que está bien hacer lo mal hecho. Me pregunto, si yo como ciudadano puedo hacer lo mal hecho, conseguir ventajas haciendo trampa, ¿por qué no puede ser corrupto el político, entonces? Si él está haciendo lo mismo que tú como ciudadano haces, sacar ventaja mediante la trampa! Pero todo el mundo lo justifica. Y ahora queremos que se sancione. Nos hemos planteado establecer límites? ¿Qué tiene que ver que lo que se roba el político es el dinero de los ciudadanos, si las ventajas que conseguimos por medio del tráfico de influencias, otra forma de corrupción, igualmente constituyen un patrimonio social de todos?

Se ha dicho que la corrupción es un cáncer en la sociedad. Pero el cáncer es una enfermedad. ¿Es que estamos enfermos? A lo mejor la corrupción es otra cosa, es el hilo que teje el intrincado y necesario enlace entre las personas e instituciones, es la grasita que mueve la maquinaria social en que nos desenvolvemos. Consideramos que la corrupción es cuestión, problema de los políticos, porque se manifiesta de manera más evidente en instituciones y posiciones de poder, pero nos equivocamos. Todos formamos parte de esa maquinaria. Se podría comparar con las redes del poder, que equivocadamente consideramos reside en una persona, sin saber que nos equivocamos. El poder reside en esa maquinaria engrasada por todos nosotros. Últimamente le hemos bautizado con el gracioso nombre de Pulpo.

A mí me gusta el ejemplo que expone Michel Foucault sobre el funcionamiento del ejército. Pero no tanto hacer hincapié en el poder que se ejerce, sino cómo está imbricada toda la sociedad a través de la corrupción, y cómo todos la apoyamos y justificamos, pero cuando se sale de control, nos quejamos y reclamamos. Para los interesados, pueden leerlo aquí: http://www.lite.fe.unicamp.br/papet/2002/fe190d/texto05.htm

¿Cuáles entonces serán los límites que le estableceremos a nuestro comportamiento tramposo, a nuestras actividades ilícitas, a nuestro afán de alcanzar cosas por la izquierda?. Para tener o ser qué? Bueno, ya lo sabemos, las ofertas del mercado son muy atractivas y tentadoras. Ahí está el caso de los narcotraficantes y todo lo que ostentan. ¿Será que hasta yo me anime?

Volviendo a nuestro gato, que ha dejado sueltos a los ratones, como los padres han dejado sueltos a los hijos, se han sobrepasado en la complacencia a sus caprichos, y ahí tenemos el resultado: una sociedad de personas que no conoce límites, no los respeta ni quiere reconocerlos. Así que yo quiero con esta reflexión hacer una exhortación: que traigamos de vuelta nuestro gato a casa, que vigile y controle el hogar, el barrio, la comunidad, las instituciones, los sistemas administrativos y de aplicación de la justicia. Uuufff..!!! El sistema judicial está de su cuenta, y cuenta con la peor herramienta en sus manos para hacer y deshacer a su antojo, violando lo que sea al precio del mejor postor: el conocimiento de las leyes. De manera que es de suma urgencia que traigamos nuestro gato a casa y lo pongamos en el lugar que le corresponde, para que en nuestra casa, en nuestra sociedad, vuelva a reinar el orden, el respeto y la justicia. Hagámoslo!