Winston Churchill con tubano en la boca suspiro hondo, con nervios de punta, se lo llevo a las manos, cavilando con su fuerte voluntad debió tomar la dramática decisión de involucrar a su patria Inglaterra al combate de la Segunda Guerra Mundial, para evitar la invasión al Reino Británico como habían presenciado con Francia. El pueblo británico al calor de los tambores de guerra supo adueñarse de su destino, que depósito en aquel hombre de plomo que tenía reservado la historia para liberar a Europa de la hueste hitleriana. Hubo que hacer alianza con naciones con doctrinas diferentes para enfrentar y vencer el monstruo, con la voluntad común de evitar destrozaran sus respectivos territorios europeos.

Cuenta en sus magistrales narraciones Stefan Zweig, en Huida a la Inmortalidad, un capítulo luminoso de Momentos Estelares de la Humanidad, que el gran explorador y buscador de oro Vasco Nuñez de Balboa por medio irregular logro del Tesorero Real Miguel de Pasamonte en la Hispaniola el permiso provisional de conquistar nuevas tierras a espaldas de los Reyes. Emprendió su viaje hacia el Itsmo del Mar del Sur ( Panamá). Posterior a varias semanas, acompañado de Martin Alonso, que pone primero pie sobre el Pacífico, Balboa se acredita los honores, se queda con parte del oro que entregan los aborígenes y envía a España la cantidad reducida que le parece. El Rey lo sustituye mediante engaño enviando a Pedrarias Davila como Gobernador, lo hace prisionero y lo ejecuta por temor a traición. No obstante, su ejecución sanguinaria en Huida a la Inmortalidad se le reconoce haber descubierto el Pacífico y ver la maravilla de ambos océanos, que hoy cruzan los barcos comerciales al través del Canal de Panamá mediante exclusas.

No hay eventos sin sujetos de la historia, son los sujetos (esto es los hombres, las mujeres) los actores o protagonistas en los escenarios de los acontecimientos que se producen en los diversos periodos sociales, económicos y políticos de las sociedades. El problema es descifrar hasta donde el sujeto de la historia empuja y asume su egoísmo para adueñarse con un determinado clan que lo exalta, de la autoridad arbitraria del poder. O en sentido adverso, como el líder se convierte en un personaje histórico capaz de interpretar los anhelos de su pueblo, de su sociedad en situaciones de crisis. Unos, los primeros, se autoproclaman salvadores, dictadores, autoritarios, campeando en la montura de la corrupción y el saqueo. Mientras los pueblos quedan paralizados bajo el peso de sus dictámenes y la impotencia ante sus desmanes; hasta que novedosos factores sociales y políticos se presenten y el rumbo del despertar aparezca en la necesidad de liberarse, adueñandose de su propio destino, emancipando a toda una colectividad que siente los mismos pesares y rigores.

Retornando a la evidencia del escenario dominicano, por demás muy complicado, con imbricación de varias crisis simultáneamente; crisis sanitaria como jamás había sucedido, crisis económica derivada de la pandemia, crisis política en medio de un Certamen Electoral inaplazable y la crisis social con factores psicológicos; nos mueve impostergablemente a un escenario de consenso, de unidad, y excepcionalmente de Cambio, con planes y programas que plasmen un nuevo horizonte de confianza, credibilidad, talento y ética capaz de asegurar un espacio político de transformación. En esa dirección, para superar las crisis los diversos sectores sociales dominicanos, en sabía interpretación han ungido un Líder, que entienden sabrá asumir los valores, los programas y las aspiraciones de la colectividad, sumida actualmente en insospechadas dudas y en la creencia de que usan sus bondades para hundir su dignidad en el pantano de las malas artes( artimañas). Han levantado, como suelen hacer los pueblos en crisis, un Líder que represente sus más caros ideales, sus valores y aplique la justicia social en función de exaltar su esperanza y lograr la autoestima de la familia dominicana: cazarse con la inmortalidad, como aquellos líderes históricos, convertidos en su auténtica representación.