“Frente al Coronavirus lo importantes es decir la verdad. La verdad con claridad. La verdad con compasión. La verdad desde la empatía”

(Barack Obama).

Este artículo está dedicado al Dr. Ricardo Nieves y al Dr. Héctor Guerrero Heredia

El campo, como nos diría Pierre Bourdieu para referirse al espacio en el que se reproduce la vida social, no podrá ser el mismo a partir de esta enormidad en la crisis de salud y consecuentemente la crisis socioeconómica mundial en cada latitud, en diferentes ámbitos, amplitud y dimensiones acordes al desarrollo económico, especificidad cultural, filosofía y la marcatura institucional. La sociedad del riesgo de Ulrich Beck, entendida de como las sociedades están permanentemente amenazada por la catástrofe de la incertidumbre, que socava nuestra existencia colectiva.

La crisis sanitaria y socioeconómica global resquebraja los mosaicos de vidrio frente al peso trepidante de la pandemia. Un pánico se advierte que reconfigura el curso de la vida vital de los seres humanos en un aquí y ahora. Se agrietan paradigmas y con ellos, nuevas formas de repensar la vida ante un extraño que nos destruye y nos hace mirar el horizonte con perspectiva diferentes, diseños de esperanza en una arquitectura de reconstrucción con una fisonomía social donde el dominio del capital social (cooperación, solidaridad, asociatividad, confianza) se fraguará en una mejor cantera.

La fragilidad humana, con todo y el dominio en el escenario científico-tecnológico, nos vuelve cada cierto tiempo a recordar el pequeño hálito de vida, del pequeño grano de arena en un océano que representamos en el ciclo del planeta en que vivimos y su tiempo. Jürgen Habermas, Alan Tourain, Jack Attali, Noam Chomsky, Edgar Morín, los más conspicuos intelectuales vivos, han hablado acerca de la crisis sanitaria mundial y sus derivaciones. ¡El paradigma neoliberal se derrumba! El mercado no puede seguir siendo el centro de dominación por encima de la gente. El mundo consumo no puede superponerse a las necesidades vitales del ser humano. La crisis ha de traernos una mayor homologación del Estado-mercado y sociedad. Una mejor privilegiación de los actores en que descansa la vida, su desarrollo y bienestar.

Ese extraño invadiendo nuestros cuerpos, como es el Coronavirus, reactualiza la biopolítica y el necropoder como dos nociones, dos conceptualizaciones de la vida y de la muerte. Sus tensiones florecen o menguan de acuerdo al compromiso con la biografía como superestructura mayor de toda la órbita de la vida, como génesis, visión, y misión de la naturaleza humana. El cuerpo es la vida y la vida alcanza su plenitud en la conjunción del estado de equilibrio físico, mental y social.

Michel Foucault nos habló de la Biopolítica, algo trascendente, para comprender el mundo que vivimos y encontrar respuestas más expeditas al rincón donde nos encontramos. La Biopolítica es cómo redimensionamos la vida por encima de la política. La política no puede ser una eterna sobreposición a la vida. Donald Trump, Boris Johnson, Pedro Sánchez, vieron el Covid-19 y reaccionaron desde la política y no desde la vida, para hegemonizarla.

Michel Foucault, que murió en el 1984, es el que más nos ilumina en esta perplejidad con sus miradas de la Microfísica del poder, las relaciones de poder en todos los ámbitos de la vida social, con las configuraciones acerca de la trilogía: Poder-Saber y Sujeto. Vigilar y Castigar pone en el empedrado camino nuestra sociedad, en el pavimento con los 35,000 personas apresadas en el toque de queda. La cultura disciplinar está ausente en nuestra formación social.

Pues bien, para Michel Foucault la Biopolítica es la relación entre la vida y la política. Construye así la categoría Biopoder como “un conjunto de estrategias de saber y relaciones de poder”. El cómo diseñamos y articulamos la gestión y los procesos biológicos de la población es el logro de este gran pensador que apenas pudo vivir 58 años. Para Foucault, en la sociedad capitalista es la Biopolítica lo que importa, ante todo, jerarquizando lo político sobre el cuerpo y con ello, la vida.

No llegó a vivir el capitalismo salvaje, objetivizado en el Neoliberalismo en toda su crudeza, forjada con inusitada fuerza en el plano político por Margaret Thatcher y Ronald Reagan y en el plano económico por Milton Friedman y Friedrich Von Hayek. En el Neoliberalismo el mercado es la máxima hegemonía, donde lo importante es el consumo, la demanda; el ciudadano no cuenta en sí mismo sino su grado de capacidad de compra. En esa concepción, el Estado cuasi no debe existir, ni siquiera para regular lo vital sino para proteger los intereses económicos a través de los aparatos de dominación del Estado.

En esa visión del Neoliberalismo la vida no importa. Lo que importa es el tener y con ello, el relativismo y el hedonismo. La exacerbación del individualismo no es más que la penetración del mercado y el consumo en el plano personal. La sociología del proceso de la muerte, esto es, la muerte, la agonía y el duelo, con la presencia del Covd-19 nos dispersa la vida a los que quedamos vivos. El virus una vez entra a nuestro cuerpo nos va diezmando la vida lentamente y si quedamos vivos, nos deja su letargo.

En el 1974, Michel Foucault dictaría una conferencia denominada Medicina y vida social donde utilizaría el concepto de Biopolítica, y nos llamaría la atención sobre la medicina y su impacto en la sociedad. Hoy, 46 años después de esa brillante exposición y 36 años de su muerte, la Biopolítica adquiere mayor relevancia para dibujarnos y graficarnos la importancia de la vida.

Archille Mbembe, creador del concepto de Necropoder, nos llama la atención de cómo algunos fenómenos políticos-sociales reducen, menguan las condiciones de vida de los seres humanos. Llevan a la precarización de la existencia. El Coronavirus traerá consigo no solo la muerte y la agonía, nos arropa y conllevará más desempleo, más economía informal y menos inversión en protección social y desarrollo humano. Con 4 meses de la pandemia ya el mundo está en recesión mundial y se prevé una contracción de las economías, con mayor énfasis negativo que en los años 30 del Siglo XX. La depresión es la preocupación económica, la Biopolítica es la preocupación por la vida, por la salud, por el cuerpo de cada uno de nosotros. No se contraponen, empero, ha de quedar priorizada.

El Necropoder es la noción de los muertos vivientes, de aquellos que son azotados desoladamente, aun en la vida, caminando pesarosamente en la muerte. El Necropoder es la visión de los actores principales de quién vive y quién muere. Terrorismo, narcotráfico, narco corrupción, narcoestado, corrupción, trastocan la vida humana en una comunidad, en una sociedad. La pandemia del Coronavirus genera un estado de urgencia, de martirio, que nos desola la vida, trayendo consigo, al mismo tiempo, una crisis de existencia dado todos los cambios simultáneos que este flagelo nos produce y nos impone.

¡Tensiones sobre nuestros cuerpos desestructuran nuestras vidas forjando una precarización que desgracia el horizonte de la calidad de vida, del nivel de vida y del bienestar!