El lector se puede preguntar porque insisto con tanto énfasis en desmenuzar las motivaciones, la estructura, el relato y las ideas presentes en la novela Crimen y castigo. Para algunos tantas precisaciones podrán parecer tal vez una exageración: demasiados detalles, especificaciones y menudencias sobre la vida cotidiana de su tiempo.
Esto se debe a que esta novela es una especie de llave maestra, que nos permite penetrar y revelar la perspectiva del universo del autor y de su época en el momento del inicio de la madurez de su estatus de escritor y pensador.
Es allí, además, donde su autor comienza a descubrir y enfrentar las multiples contradicciones y posibilidades negativas presentes en la decadente realidad y el ríspido debate ideológico de su época y le permite desplegar una profunda reflexión para intentar comprender y buscar salidas viables a las posibles consecuencia negativas para el destino histórico de su patria que comportan semejantes planteamientos contemporáneos.
El autor despliega en la obra la concepción religiosa que descubre en su reflexión, al insistir como solución que la salvación del asesino Raskolnikov estriba en entregarse al arrepentimiento y a la fe en Dios.
Nos introduce y hace conocer los orígenes de sus concepciones en el momento que comienza la etapa de las grandes transformaciones y reformas que emprende el Zar Alexandr II. Esta novela es el origen –junto con Memorias del Subsuelo– de la profunda reflexión de Dostoievski sobre el ser de la Rusia en su tiempo, sobre su destino en el contexto de la humanidad y declara su compromiso patriótico.
Es el tiempo, asimismo, en que se produce el Úkase –decreto imperial– que sanciona la liberación de los siervos de la gleba, de un estado de semi-esclavitud a un supuesto estado de emancipación de sus patrones.
Indico, para la orientación de algunos, algo curioso: que en esa misma època, en los Estados Unidos acontecía una lucha semejante, la denominada guerra civil que tenía como eje producir la liberación de los esclavos negros en los Estados del sur agrícola.
Debo subrayar que la solución adoptada en el Úkase no satisfizo a nadie. Ni a los campesinos, pues el proceso de liberación no vino acompañado al dotar de tierra a los labriegos para que pudieran establecer comunas de producción. Se establece en la Orden imperial que estos se veían obligados a comprarla y pagarla a sus antiguos propietarios en un plazo de nueve años.
Tampoco complace a los propietarios de las tierras y de los aldeanos, pues antes de la reforma el fruto de su trabajo era un beneficio neto del propietario de las haciendas, y desde el inicio de la reforma el hacendado quedaba obligado a pagar el uso de la fuerza laboral del campesino en el proceso productivo del campo.
Un elemento fundamental a tomar en cuenta en la ejecución de estas reformas es que bajo el antiguo régimen de la servidumbre el campesino era considerado parte inalienable de la propiedad de la tierra –era una especie de cosa que pertenecía al predio, que no podía abandonar de ninguna manera– y por consiguente, que era inamobible respecto al territorio en que lo había arraigado su nacimiento.
Con la reforma –y cómo el elemento favorecía el surgimiento del capitalismo–, muchos jovenes de esa masa inerte e ignorante de labriegos, al verse libres de ataduras frente a la tierra, deciden emigrar a las ciudades y pasan a formar parte de la carne de cañón del nuevo proletariado economico, disponiéndose a trabajar en condiciones infrahumanas, en el entorno malsano que prevalecia en la San Petersburgo que he venido describiendo en mis artículos anteriores.
Dostoievski narra en la novela el cuadro de las miserias fisicas e intelectuales de Rusia al ingresar en la orbita del destructivo, primitivo y salvaje capitalismo, no regulado por ley o norma alguna.
Todas estas circunstancias generan un debate ideológico sobre cuáles habrían de ser las condiciones socioeconómicas ideales para crear un clima favorable para el desarrollo de una vida humana excelente y digna, y al mismo tiempo, fomenta una controversia metafísica sobre cuáles podrian ser las raíces de la esencia del ser humano, su destino historico y el papel de Rusia en el contexto de la humanidad.
El debate interior de Dostoievski que constituye la corriente de reflexión que comienza a constituirse desde esta obra –y las Memorias del subsuelo– para continuar, en otra dirección en su siguiente novela, El idiota, que se presenta como la elaboración de una teoría del papel que representa para la sociedad la actuación de un hombre auténtico, bueno y sano, que actúa sin ironia, sin sarcasmo, dobleces, mentiras, ni interés de dominio o poderío, pero que propio por ello, ese personaje, se convierte en un estorbo –en un jarrón de porcelana que no sirve para nada, con el que todos colisionan e interfiere en el libre movimiento de los intereses mezquinos, corruptos, egoistas y engañosos que prevalecen en las nuevas manifestaciones de la sociedad capitalista.
El culmen de la reflexión de Dostoievski sobre las característica de su tiempo lo alcanza al llegar a la descripción del infierno que implicaría desplegar y cumplir en la realidad los engendros ideológicos de una gran revolución basada sobre el dominio del terror y el miedo, que la nueva generación barrunta. Este horizonte Dostoievski lo representa con una novela que es un pronostico de lo que acontecerá en Rusia en el siglo XX, en la compleja novela Los demonios –Besi, en ruso, título que debería traducirse apropiadamente como: Demonios–.
En esta gran creación, que resalta espléndidamente entre sus grandes obras, pero que es la menos conocida, la peor analizada y comprendida, la de más dificil entendimiento para un lector no curtido en los minuciosos detalles de la cultura rusa del reinado de Alejandr II y de sus antecedentes, y quizás sea, sí ideologícamente considerada, la obra más significativa jamas escrita por el novelista, donde lleva hasta las últimas posibles consecuencias históricas el aniquilador peso del nihilismo para una sociedad.
En esta obra, Dostoievski proyecta de manera profética el futuro de Rusia durante el siglo XX. Resultado que se podría resumir en el famoso aforisma que formula Iván, el intelectual de su última gran narración, en que hace una síntesis creativa y genial del universo general de sus ideas: Los hermanos Karamasov: Si Dios no existe, todo está permitido.
Con ello quiere significar que si la sociedad humana no postula un valor central, supremo, que sirva de punto de referencia y de orientación, que rija para todos y sobre todo, nada podría plantearse como dotado de valor y como punto de referencia para juzgar la existencia.
Sin la presencia de semejante centro creador de sentido, sin poder contar con semejante Sol que ilumine, done vida y sentido a todo lo existente, el universo en su totalidad sería un caos.
Con semejante visión, Dostoievski crea un paradigma diferente al postulado por el lider de la nueva generación, Nicolái Chernishevski, en su pseudo novela: ¿Qué hacer? que postula que una sociedad se construye como un edificio, ladrillo a ladrillo, –que no es el fruto del despliegue de la vida libre que eclosiona desde la naturaleza con sus contradiciones, limitaciones, fallas y deficiencias implícitas y el dolor–, ideas que abraza la nueva generación que aspira a fundar una sociedad edificada sobre la preminencia de lo útil.
Creo que el refrán: De aquellos polvos vienen estos lodos, realza lo que aspiro a indicar. Dostoievski aspira en sus comienzos como artista, en Crimen y castigo destacar el planteamiento de un debate ideológico sobre la posible evolución de la vida histórica real de lo que estará en juego y tomara forma a los finales del siglo XIX en Rusia.
Lenin deduce –de las proposiciones de Chernishvski– su propuesta y su teoría del revolucionario profesional que será el bolchevique y la figuración de la estructura, del modo de acción y la formación del partido que deberá realizar la revolución anticapitalista.
En otra parte, la novela revela la configuración de la reforma judicial en acto. La obra, también, se presenta, como un excelente ejemplar de una novela negra concebida para representar en una era de vitalidad excepcional el nuevo pensamiento legal ruso, en particular, la importancia que asume la criminalística.
Es probable que pertenezcan a la pluma de Dostoievski las notas de sus revistas dedicadas a delitos contra la vida y la propiedad, y las consideraciones sobre las posibles penas correccionales.
Junto con los artículos científicos sobre derecho penal, la revista de Dostoievski publica una larga serie de artículos en una columna titulada Juicios penales en Francia. Especial interés presenta el trabajo titulado el Proceso Lassenera –El proceso Lacenaire– [Vremja, El tiempo –la revista que funda con su hermano Mihail–. II, 1861, parte II, pp. 1-50].
Respecto a las posibles influencias literarias notamos que en el Vremja, Dostoievski había publicado los cuentos amarillos de Edgar Poe: El corazón revelador y El gato negro.