Este país está dejando de ser nuestro. En la radio, lo que más suenan son las canciones en creole; la televisión nos embute puros canales de Haití; abundan los lugares de comida rápida que ofrecen chenchén y chacá; muchos bienes y servicios se ofertan en gourde; los bares siempre ofrecen clerén y triculí; abundan los colegios que enseñan en creole la cultura de la globalización (de ahí que en octubre los muchachos se disfrazan de zombie para fiestar y en noviembre celebran el Dia de Papá Sedifé, comiéndose un gallo en familia)… ¡Urge hacer algo contra la terrible desnacionalización que nos impone Haití!