Las dos principales variables de la presente coyuntura política son: la profundidad de la crisis interna del PLD y el impacto/presión de Marcha Verde en el sistema político durante el discurrir de casi la mitad del periodo del actual gobierno de ese partido. Esta circunstancia, entre otros elementos tangibles e intangibles, diferencia sustancialmente esta coyuntura preelectoral de la del 2016 y quizás sea ésa la razón de la percepción que existe en algunos sectores de la oposición de que esta vez, más que en las anteriores coyunturas, existe una clara oportunidad de vencer al partido/estado. Sin embargo, la mera existencia de variables que potencialmente podrían orientar el curso de un proceso político a favor de una determina fuerza de por sí no determina un cambio, este sólo se produce si el liderazgo político sabe aprovecharlas.

En las coyunturas políticas, ninguna de las fuerzas en pugna debe trazar su estrategia sobre la base de los resultados que puedan arrojar las contradicciones que real o supuestamente existan en el interior de cualquiera de ellas, porque si bien las debilidades del adversario suelen convertirse en fortaleza de la fuerza opositora, eso dependerá de la capacidad del liderazgo opositor de convertirse en factor determinante para darle a la lucha política una direccionalidad favorable a su proyecto. La importancia del factor Marcha Verde en la presente coyuntura radica no solamente en la dimensión del sentimiento que generó contra la corrupción e impunidad en que discurre el presente gobierno, sino que ha diversificado y fortalecido el espectro opositor. Hay nuevos actores, frescos y de mayor madurez.

Aunque relativamente imperceptible, el estado de ánimo que generó Marcha Verde gravita sobre la presente coyuntura, el sentimiento de unidad como medio para vencer este gobierno de vocación continuista y absolutista fue sistemáticamente expresado y aún permanece. La principal responsabilidad de cualquier líder o dirigente político es asumir el estado de animo de la gente, asumir sus demandas fundamentales y en coyunturas como la presente no hacer cálculos personales o grupales de cara a un futuro de difícil, sino imposible, manejo. Cualquier líder o dirigente que anteponga sus intereses individuales o de su grupo, sobre los colectivos, que desoiga o lea incorrectamente el sentimiento de la población en una determinada coyuntura, termina perdiendo autoridad moral ante su pueblo y ante sus dirigidos.

La presente coyuntura exige al liderazgo opositor la ética de la responsabilidad y generosidad como única forma de encontrar una salida airosa a una situación que se ha tornado en una subjetividad general en la población, la cual se trasluce en las colectividades políticas opositoras y en singulares individuos. Esta subjetividad estimula el incremento discusiones y diálogos con nuevas actitudes y nivel de conciencia de que, para hacerla efectiva se requiere que la misma se materialice a través de una articulación o coalición de las fuerzas determinantes de la oposición. Las coyunturas tendentes a provocar la transición hacia un cambio de régimen nos dicen que es mediante esas discusiones y diálogos donde se forja la imprescindible confianza entre las fuerzas opositoras para producir ese cambio.

El proceso de construcción de la confianza tiene altas y bajas, en lo que el sector de mayor conciencia y deseos del cambio sustantivo juega un rol fundamental. Confianza y convicción de que es posible derrotar un partido que está inmerso en una pugna que ha llegado al punto de que una facción ha llevado selectivamente a los tribunales al otrora tercer hombre fuerte de esa organización y a su tesorero y a otros miembros de la facción leonelista, acusados de recibir parte del dinero de soborno de parte de  soborno de Odebrecht, lo cuales a su vez admiten haber recibido ese dinero pero que no era de ellos, sino que ese dinero  fue a parar a las arcas de ese partido, al tiempo de exigir que se investigue el presidente de esa organización. La dimensión de esa crisis no se puede subestimar, en la antesala de un proceso eleccionario que puede terminar con la hegemonía de ese partido.

Son estos los elementos de una coyuntura esencialmente inédita, que crean una posibilidad de cambio de régimen que, de ser aprovechada adecuadamente por el liderazgo opositor, conectándose  adecuadamente con el sentimiento de cambio que existe en el país y que se materializaba en las marchas del movimiento Marcha Verde, podría iniciar en el país una auspiciante nueva coyuntura política, donde los nuevos actores de ese movimiento podrían ser determinantes para que dicha coyuntura cree las condiciones para un cambio sustantivo en este país. Es la responsabilidad de los referidos actores y de aquellos que, ya con experiencias, pienso, en gran medida han calibrado el significado de Marcha Verde 

La suerte está echada.