La mundial pandemia producida por el COVID-19 es una tragedia humana, social, sanitaria, emocional, educativa y económica de múltiples consecuencias, todavía invaluables porque  la pandemia continúa  creciendo.

Lina Gálvez y Paloma Fernández Pérez, en el artículo Coronavirus, innovación y antifragilidad. Más allá de las respuestas urgentes, afirman que ninguna gran pandemia de la historia terminó sin provocar grandes transformaciones en la sociedad, la economía, la política,  las ideologías y en la forma de vida. Así ocurrió con la Peste Negra del siglo XIV, la gripe mal llamada española de 1918 y así ocurrirá ahora. Y el profesor César Pérez, en este artículo expresa que, si bien las profundas transformaciones técnico-científicas  logradas  por la humanidad, han hecho posible que en la actualidad las condiciones de vida sean mejores que antes, todavía miles de millones de seres humanos no tienen acceso a productos claves  indispensables para el bienestar de las personas,  particularmente los referidos a la salud.

Las Pontificias Academias de las Ciencias y de las Ciencias Sociales del Vaticano, emitieron el pasado 20 de marzo luna Declaración conjunta donde afirman que el COVID-19 representa un desafío para la sociedad mundial y recuerdan que a lo largo de la historia de la humanidad, las pandemias han causado más muertes que las guerras.  En el texto, los miembros de ambas Academias expresan en cinco puntos la necesidad de la implementación de acciones, las lecciones aprendidas y los cambios de prioridades a futuro. A continuación, el contenido fundamental de cada uno:

  1. Fortalecer el sistema de alerta temprana y respuesta rápida. Indican que es imperativo fortalecer el sistema de salud en todos los países. Y recomiendan que todos adopten medidas inmediatas de salud pública, para poner freno a la propagación de este virus, así como responder, en el futuro, con acciones más coordinadas, tanto en el plano político como sanitario, para preparar y proteger mejor a la población. Apoyar los planes de comunicación de organizaciones y academias de ciencias,  para que la información basada en evidencia científica que ofrecen, eviten las opiniones e hipótesis infundadas que circulan por todo el mundo. Como las pandemias obligan a evitar el contacto cara a cara, es necesario utilizar y desarrollar aún más la tecnología de las comunicaciones.
  2. Ampliar el apoyo de la ciencia y las acciones de la comunidad científica. Plantea que el fortalecimiento de la investigación de base aumenta la capacidad de detectar, responder y prevenir o al menos mitigar las pandemias. Se evidencia la necesidad de que la ciencia reciba mayor financiamiento a nivel nacional y transnacional, de manera que los científicos cuenten con los medios para descubrir los medicamentos y las vacunas correctas, así como conocer en mayor profundidad los fundamentos psicológicos del comportamiento humano en situaciones de estrés colectivo, con el fin de establecer estrategias de gobernanza adecuadas en tiempos de crisis.
  3. Proteger a las personas pobres y vulnerables. El COVID-19 es una amenaza común que tarde o temprano afectará a todos los países y los pobres serán los más afectados, así como los millones de refugiados migrantes y desplazados por la fuerza. El personal sanitario que lucha contra la pandemia necesita todo el apoyo y la protección posibles. Para proteger del contagio a las personas pobres y vulnerables, es esencial implementar en cada país un amplio plan de acción de la salud pública. Es una obligación concentrar todos los esfuerzos en contener esta pandemia.
  4. Determinar la interdependencia global y la ayuda transnacional y nacional. El alcance del internacionalismo actual ha generado una interdependencia sin precedentes, que tornan el mundo más vulnerable y disfuncional durante las crisis, porque salen a la luz la fragilidad y las consecuencias adversas de esta interconexión, como ha demostrado el brote COVID-19. Digno de respaldar sería demandar una mayor cooperación mundial, y que los gobiernos compartan recursos humanos, equipos, las mejores prácticas, los tratamientos médicos y los suministros. Los problemas mundiales, como las pandemias, o las crisis menos visibles, como el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad, exigen una respuesta de cooperación internacional. Hay que tener en cuenta la relación entre la actividad humana, la ecología mundial y los medios de subsistencia. Esta crisis debería servir para fomentar el surgimiento de un nuevo modelo de globalización, que brinde una protección inclusiva.
  5. Reforzar la solidaridad y la compasión. Este virus enseña que no es posible disfrutar de la libertad sin responsabilidad ni solidaridad, porque nadie triunfa solo. Esta pandemia es una oportunidad para tomar conciencia de la importancia que tienen las buenas relaciones humanas para la vida y quedarse en la casa constituye un acto de profunda solidaridad. Es amar al prójimo como a uno mismo. Otra lección que deja la pandemia es que la libertad y la igualdad no son más que palabras vacías sin solidaridad.

Una vez controlada la pandemia, no se debería volver a la rutina tradicional, como si nada hubiera sucedido, hay que enfrentar los desafíos, por lo cual, se impone una revisión exhaustiva de la visión del mundo y de los estilos de vida, además de una valoración económica de corto plazo. Para sobrevivir, será necesario alcanzar una sociedad más responsable, más solidaria, más igualitaria, más compasiva y más justa, expresan los miembros de estas Academias.

Atilio Alberto Borón es más enfático y dice en su artículo La pandemia y el fin de la era neoliberal: “El coronavirus ha desatado un torrente de reflexiones y análisis que tienen como común denominador la intención de dibujar los (difusos) contornos del tipo de sociedad y economía que resurgirán una vez que el flagelo haya sido controlado”.