(*) COVID-19, espacios públicos y la planificación urbanística para el ejercicio efectivo de los derechos fundamentales
El COVID-19 vino a cambiar la normalidad y la cotidianidad que hasta hace poco nos habíamos acostumbrados. Esta pandemia no solo ha provocado cambios en la interacción social y personal, construyendo nuevos hábitos y protocolos de higiene personal para prevenir el contagio; sino que también ha contribuido a apreciar la importancia de tener espacios públicos seguros y amplios para el libre esparcimiento y desarrollo de las personas.
Los espacios públicos, como he indicado antes, tienen una notoria incidencia en la esfera de derechos de las personas y por supuesto en el bienestar de la gente. El ejercicio efectivo de derechos como el de la movilidad, la libertad de tránsito, la libertad de expresión, a un medioambiente sano, al fomento y promoción de la cultura y el arte, así como al deporte y la recreación, todos derechos fundamentales previstos conforme al catálogo abierto de nuestra Constitución están ligados a la gestión de los espacios públicos.
A esto se le añade, aunque sorprenda, que la gestión y fomento de los espacios públicos también tiene una alta incidencia en el fortalecimiento económico de las ciudades en tanto que procura garantizar la existencia de negocios que se benefician de una administración responsable con estos.
Pensemos que producto del toque de queda, la reducción de los horarios comerciales y el cierre de los lugares típicos de esparcimiento de las clases acomodadas de Santo Domingo, la toma de los espacios públicos, su uso e importancia ha sido resaltado por la pandemia. La gente que ya no quiere estar en sitios cerrados para prevenir el contagio, ha vuelto a las calles, a las aceras, a los parques y a las plazas, para los convites cotidianos.
La gestión urbanística del espacio público debe procurar que el aprovechamiento de este no solo sirva para el mejor y sano esparcimiento de las personas, sino que pueda servir para el mantenimiento de los negocios y con ello, aportar al desarrollo económico de la ciudad.
Santo Domingo tiene serios problemas de espacios públicos debido a una planificación urbanística defectuosa, centrada más que nada en el uso del vehículo privado en desmedro de lo público. Esta visión de desarrollo urbano hoy día muestra claramente sus grandes problemas: pocos y descuidados espacios públicos, transporte público ineficiente e inseguro, inseguridad ciudadana, y los grandes tapones de siempre van en desmedro del bienestar ciudadano.
Hoy más que nunca se debe entender la importancia de tener buenas y amplias aceras en la ciudad, así como de fomentar los comercios de proximidad y al pie de las aceras. Para entender esto basta un ejemplo claro del beneficio de tener aceras en la ciudad: muchos restaurantes y bares quizá no hubiesen tenido que cerrar sus puertas si en lugar de estar ubicados al interior de una plaza o de un edificio comercial, sus locales estuvieran al pie de las aceras amplias y seguras que permitan colocar mesas y sentar a sus comensales con suficiente distanciamiento social.
De ahí que toca que los ayuntamientos y a la Administración Central, ahora con la experiencia que nos da la pandemia, emprender la tarea de revisar y proponer planes urbanísticos integrados a las políticas de recuperación económicas necesarias, a través de los cuales se recuperen espacios públicos (como las aceras), se fomente la creación de nuevos espacios, y se piense la ciudad para su mejor aprovechamiento, siendo necesaria la discusión y reflexión con los vecinos, los sectores comerciales y de la construcción, para que los proyectos presentes y futuros sirvan de beneficio mutuo a través de un diálogo constante y enfocado en la garantía de los derechos de las personas en su relación con la ciudad.