“El leve aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”. (Proverbio Chino).
Cuando nos ponemos a pensar y repensar la crisis de salud, económica y social que se ha derivado y se derivará, hay que llegar a la conclusión de que el mundo actual que vivimos adolece de líderes en sus competencias y el verdadero carácter que adornan a un liderazgo efectivo, proactivo y con visión.
La competencia tiene que ver, en gran medida, en como el liderazgo mundial no advirtió que existe la Teoría del Caos acuñada por primera vez por Ilya Pregogine y sistematizada por el científico norteamericano Edward Lorenz. ¿Qué nos dice la ciencia de la Complejidad? “Que un pequeño cambio puede generar grandes resultados”. Resultados o cambios que pueden ser positivos o negativos.
Es lo que la ciencia de Dinámica de Sistemas, a través de Lorenz, conjugó con lo que fluía a través de la rotación de los fluidos. Vale decir, la configuración del movimiento de los fluidos puede desencadenar acciones en la naturaleza y la vida social que produzcan atractores (los valores numéricos y la variedad de condiciones iniciales) que se puede producir en un fenómeno biológico, social, político.
Las condiciones iniciales que son las causas generan inevitablemente efectos que producen ondas desencadenantes de impredecibles consecuencias. En el campo de los sistemas que operan que son tres: Estables, Instables y Caóticos; no cabe duda que el COVD-19 se encuentra en la fase de inestables con deslizamiento a la bifurcación caótica de extrema complejidad. El COVID-19 tiene un comportamiento fractal, esto es, genera un proceso biológico, natural y social que no necesariamente se estudia por la ciencia clásica sino mediante simulaciones del proceso que lo ha creado.
Con una elegancia sin par, Lorenz nos decía acerca de la Teoría del Caos “La creencia que según las condiciones iniciales de un determinado sistema, el más mínimo cambio puede provocar que el sistema cambie enormemente”. El Efecto Mariposa, un hecho en sí, por mínima que sea ha de generar a menudo bifurcadores que trastocan todo el sistema de la vida social, económica e institucional de un país o del mundo, como nos encontramos hoy frente al COVID-19.
Quien escribe este artículo, que es sociólogo con un Diplomado en Complejidad, podía advertir y entender el fenómeno que estaba ocurriendo en China desde mediados de diciembre de 2019; cómo es posible que los líderes mundiales de Europa, Estados Unidos, Canadá, Corea del Sur, Japón no reaccionaran proactivamente sabiendo, sobre todo, que podía derivarse el Efecto Mariposa y que, al mismo tiempo, como el mundo está conectado donde miles y miles de personas se trasladan, se mueven a través de la industria de la aviación y de la navegación (barcos, cruceros) generar fractilidad. Una clara denostación de la escasez de liderazgo mundial. Dos meses después de lo ocurrido en China no se prepararon. El bufón de Trump llegó a twittear “el virus chino”.
En nuestra sociedad, no solo que se actuó muy reactivamente, sabedor que el 25% de la economía dominicana proviene del turismo (US$7,500 millones de dólares), sin contar propiamente el encadenamiento productivo y los empleos. Hoy podemos decir que la industria turística o industria de la administración del ocio y las vacaciones, es la que más genera empleos y más demanda agregada solicita y propicia.
Desde el 16 de marzo que fue que oficialmente se dijo que murió una persona del COVID, apenas, en más de 17 días solamente se han sanado 9 personas de 1,274, que representa solo un 0.7%; en cambio, en el mundo se han sanado el 20.7%. Solo hemos aplicado 3,702 pruebas en más de tres semanas y, por lo tanto, oficialmente decimos que han muertos 57 porque son a los que se le aplicaron las pruebas. ¡El subregistro por falta de las pruebas es grave!
Lo penoso, es al mismo tiempo, la instrumentalización de esta crisis sanitaria. Crisis de salud sempiterna agravada y puesta al desnudo con esta inusitada y terrible pandemia. Lo que vemos con lo que hace el candidato a la presidencia del PLD es la simbología de un pobre vergonzante. Alguien que siendo candidato se quiere vender como un filántropo, pero que no es más, como diría Guido Gómez, que la expresión de la solidaridad fraudulenta. En ningún país del mundo pudiéramos ver esa desfachatez en medio de una crisis, estar “donando” arroz con la figura del candidato y pidiendo que voten por él.
Es sencillamente execrable, abominable. Cuasi vil e ignominioso. Hacer propaganda con lo que se da en un momento como este es el Necroclientelismo. Lo institucional se desploma para dar paso a lo personal, a la instrumentalización de la crisis para provecho partidario. Es lo que hizo Rodríguez Marchena en el Twitter “Gonzalo fumiga en San Francisco”. Gonzalo se compromete entregar 15,000 pruebas gratis del COVID. Gonzalo traerá de China 500,000 guantes y 500,000 mascarillas”.
Una instrumentalización de la crisis adocenada en la vileza que da pábulo al Necroclientelismo. Es el clientelismo de la muerte, de la obsequedad, del objetivo de algo sin límite, donde no se repara en nada, ni aun en una pandemia que ocasiona la muerte, la incertidumbre, la ansiedad, la angustia, el stress, la depresión y a menudo la crisis existencial solapada en el vaivén de las emociones.
El Necroclientelismo es el negocio con la muerte. La necrosis es la carne que se pudre. El Necroclientelismo es la trascendencia de la plutocracia, de la cleptocracia, como portaestandarte de la corrupción y la delincuencia política. El Necroclientelismo es el paroxismo de la locura por el poder, es la putrefacción dañándolo todo, aun en el hálito de la esperanza en el desborde de una crisis de salud que confluirá en lo económico y social. El Necroclientelismo instrumentalizado en esta crisis del COVD-19 es la necrofagia llevada al campo político, en el clientelismo más perverso. Aprovecharse de manera visceral de esta pandemia es la cristalización exacerbada de la política orientada no en la construcción de política pública, como debería ser invertir el 3.8% del PIB en Salud, como señala la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo (1.7%, en el 2020), sino como verdaderos necrófagos, sin miramiento ante esta cruel y terrorífica situación en las dimensiones de la salud, de lo económico y de lo social.
Nos encontramos con el COVD-19 en varias perspectivas que se entrelazan de manera compleja: el Efecto Mariposa, el comportamiento fractal y la del Cisne Negro de Nassim Taleb. Aquí, con el golpe, atrapado como sociedad con el Necroclientelismo en la gravidez de los actores políticos que nos gobiernan. El COVID-19 es el mantra global que nos convoca al desafío de un nuevo relato que nos lleve a asimilar a las personas como entes completos de la civilización y que la vida no es una simple narración.