ACLARACIÓN: Me veo en la obligación de contestar a un artículo publicado en este diario digital, el martes 11 de mayo del año en curso. Se podría pensar que lo hago por haber sido una respuesta a la señora Elsa Guzmán Rincón, mi madre, pero no, creo que es un deber de mi parte aclarar algo que he venido denunciando desde hace ya casi diez años. Aunque podría contestar punto por punto, lo haré de manera global y así los lectores puedan sacar sus conclusiones, al antifaz de los domingos.

Día por día, temprano en la mañana, leo todos los periódicos. El primero de todos los diarios que leo es éste, Acento.com.do, por razones obvias. El martes pasado, al llegar a la sección de opiniones, hubo algo que me sorprendió y es que vi una imagen de alguien nuevo, alguien que nunca había visto y sobre todo martes, día en que generalmente publico mi opinión desde hace diez años.

La comunicación es respondiéndole a algo que había escrito la señora Elsa Guzmán Rincón el sábado anterior y desde que leí el título me sorprendí, puesto que de 9 ó 10 párrafos que contiene el artículo, “¿Qué se cuece en la Zona Colonial?” de autoría de la referida señora, donde el tema central no es dicho grupo y tan solo hace referencia en unas cuantas líneas, trajera la respuesta del señor Sánchez. Máxime, que un servidor ha escrito en varias ocasiones, refiriéndose a lo que sucedía domingo tras domingo, antes de la COVID-19, en la intersección de las calles Hostos y Emiliano Tejera, sin nunca recibir respuesta alguna.

Fue el 23 de agosto del 2011, en este mismo espacio, bajo el título de: “Cultura del irrespeto en la Ciudad Colonial”*, cuando me referí por primera vez a este grupo. En esa ocasión, la agrupación se mudaba a la intersección de las calles Duarte y Juan Isidro Pérez, por el deterioro de la fachada del Monasterio de San Francisco. Aproveché y dije en un momento esto, cito:

 Se han preguntado los organizadores y los que se dan cita a dicho lugar, cómo se sentirían si semana tras semana hacen esa fiesta en la esquina de su casa, o si no pudieran aparcarse en sus respectivos parqueos porque ya se lo han tomado sin permiso. Y vienen más preguntas a mi cabeza, esta vez a las autoridades. Al Ministro de Medio Ambiente y al Alcalde del Distrito Nacional: ¿Qué de la contaminación sonora y del deterioro de la zona verde? Al Ministro de Cultura: ¿Qué de la protección del Patrimonio Nacional? Al Ministro de Interior y Policía: ¿Qué de la exhibición de armas en un lugar público? Al Ministro de Turismo: ¿Qué de la imagen del dominicano? ¿Es esa la oferta turística de ciudad que tenemos, el desorden, el ruido y el alboroto? Al Vicepresidente ejecutivo de la CDEEE: ¿Qué de la luz que utilizan esas personas, la pagan? A la DGII: ¿Qué de los impuestos que generan la venta de bebidas y diversión? A la UNESCO: ¿Por qué no defienden lo que ustedes declararon Patrimonio de la Humanidad? Al Cardenal: ¿ Por qué no se pronuncia por ese evento ya que está dentro de la Zona Colonial, aunque no haya un convento cerca? A la UNICEF: ¿Qué de los niños que acompañan a sus padres, viendo toda clase de bebidas alcohólicas? A los Derechos Humanos: ¿Qué de los moradores de este sector y más los pertenecientes a la tercera edad?”

La segunda vez fue el 7 de julio del 2015, bajo el título de “Falta de coherencia en las Ruinas de san Francisco”**, en esa ocasión fue a propósito de la adjudicación al Consorcio Moneo Arquitectos, del laureado arquitecto español Rafael Moneo Vallés, de la reforma de las Ruinas de San Francisco.

““No entiendo cómo el gobierno se haya prestado para esto. En vez de cuidar y conservar Las Ruinas del Monasterio de San Francisco, primer Monasterio de Nuevo Mundo, declarado Patrimonio Dominicano y el 8 de diciembre de 1990, la Ciudad Colonial, espacio geográfico en donde se encuentra este monumento conjuntamente con otros, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura, UNESCO por sus siglas en inglés,  la declaró Patrimonio de la Humanidad, bajo el nombre de Ciudad Colonial de Santo Domingo, ha permitido la prostitución de este monumento y ahora la “remodelación” y construcción de un edificio, que hasta un auditorio tiene proyectado, distorsionando así lo que un día fue esta edificación.”

Y más adelante, cito: “Pero más me sorprende algunas de las personas que están protestando por esta causa y son las que más culpa tienen de haber destruido Las Ruinas de San Francisco y su entorno, ya que cada domingo se congregan a presenciar un “concierto” del grupo Bonyé.””

Una tercera ocasión fue el 11 de agosto del 2015, bajo el título de “Ruinas de San Francisco y Parque Iberoamericano”***. Aquí fue por la protesta de los residentes del sector La Esperilla, por los espectáculos realizados en el “Anfiteatro Nuryn Sanlley”. (Se dice que dicho conflicto entre ADN y los residentes de esa zona, influyeron para el resultado de las elecciones en la Alcaldía del Distrito Nacional). En ese momento expuse, entre otras cosas, cito:

“Recuerdo unas palabras de un gran deportista dominicano, José Luis Saint Clair, Mañé, que se mostró solidario con los residentes del entorno de las Ruinas, cito: “ Eso de Bonyé está bien, claro, porque no es en la esquina de mi casa”. Entiendo a los residentes de la Esperilla, porque ya son varios años sufriendo lo mismo aquí en Las Ruinas y a pesar de las constantes protestas, incluyendo esta columna, nadie hace, ni le importa nada.”

La cuarta y última vez que escribí de esto, hasta hoy, fue el 23 de agosto del 2016, bajo el título: “Adiós a las Ruinas de San Francisco”**** en respuesta a un manifiesto presentado por un grupo de arquitectos, abogados, artistas, otros profesionales y otros ciudadanos, en donde solicitaban al presidente que impida la intervención en el monumento Ruinas de San Francisco. En esa ocasión hice una compilación de lo escrito por mí en torno a Las Ruinas de San Francisco y terminé diciendo, cito:

“Lamentablemente las Ruinas de San Francisco, mueren. Pero no ahora, hace ya bastante tiempo, cuando se permitió, se aplaudió y se participó, incluso por muchos de los firmantes, en el asesinato domingo tras domingo del monumento.”

Hay unas cuantas cosas que no entiendo de lo expuesto por el vocero del grupo Bonyé. En primer orden dice él, cito:

“….en una zona que, como la del Monasterio de San Francisco, estaba totalmente arrabalizada, era foco delincuencial antes de nuestra llegada y hoy es un símbolo marca país.”

No sé de dónde saca este señor que ese espacio, donde ellos se presentan, fue un foco de delincuencia, pero siendo que así haya sido, ¿por qué y cómo se les ocurrió comenzar en ese sitio su “juntadera”?. Peor cuando dice que por su llegada es un símbolo país. Distinguido, éste fue el primer monasterio del Nuevo Mundo, declarado Patrimonio Dominicano y el 8 de diciembre de 1990, la UNESCO declaró la Ciudad Colonial, espacio donde alberga las primeras edificaciones de América, entre ellas ésta, como Patrimonio de la Humanidad y nada de esto fue por ustedes.

No entiendo, cito:

“Que estamos dispuestos a someternos al escrutinio democrático para conocer el parecer de los residentes de la zona, especialmente entre la seis juntas de vecinos que reconocen que desde que este evento comenzó se ha disminuido considerablemente la delincuencia, han florecido las pequeñas empresas familiares y se ha revalorizado positivamente el atractivo turístico del Monasterio de San Francisco y su entorno.”

¿Hablar de escrutinio ahora, cuando en un principio, hace ya varios años, se les acercaron muchos de los moradores, hijos de personas de edad avanzada y ustedes no les importó? Por otro lado, por qué hablar de seis juntas de vecinos, teniendo en cuenta de que sus presentaciones se llevan a cabo en el sector de San Antón y como mucho podrían alegar que Santa Bárbara, ya que se ve la calle Arzobispo Meriño, pero las otras cuatro, sean cuales sean, no son partícipes de esto, ni beneficiadas, tampoco perjudicadas. Lo que sí, es que personas desempleadas residentes del lugar, no muchos,  han encontrado un ingreso alquilando el frente de sus casas como parqueos o la venta de bebidas alcohólicas.

En lo que sí concuerdo es en lo de la Filantropía Cultural, tesis doctoral de la sicóloga y pedagoga, Verónica Herrera, que dice: “La Filantropía de Cultura es el llamado a compartir lo positivo de nuestra herencia para motivar la inversión de grandes fundaciones o empresas y, a través de ello, promover el desarrollo económico que beneficiará a todos.”

 Teniendo en cuenta de cómo comenzó todo esto, con una “sociedad” con un pequeño colmado, que terminó mal, porque según las malas lenguas, pedían más apoyo y no se les quiso dar, y haber logrado el apoyo de empresas, tanto del sector público como el privado y eso es algo loable.

Lo que habría que estudiar cuál ha sido el costo. Y no me refiero en términos económicos, que bien cualquier ciudadano podría pedir, ya que hay involucrados fondos públicos, sino al costo que han pagado, tanto el monumento, como las personas que han sido afectadas durante años cada domingo.

Algo que sí se debe tomar en cuenta, que en su defensa y promoción de su espectáculo, con todo el derecho que le asiste, con haber dicho esto, cito:

“Que el espacio contribuye a fortalecer los símbolos de la dominicanidad honrando las fechas patrias y venerando cada domingo nuestra Bandera Nacional, que nos distingue como pueblo independiente.”

Aunque pienso que esto es populismo, siendo ustedes una empresa privada, suplidora del Estado -esto último lo supongo, porque de lo contrario no podrían ni hacer fiestas privadas ni tampoco para instituciones del Estado, a lo que tienen todo el derecho- deberían darse una lectura a la ley que regula  el uso de los Símbolos Patrios de la República Dominicana, del 15 de mayo del año 2019.

Señor Sánchez, lo expuesto por la señora Elsa Guzmán Rincón, no fue un artículo escrito con “notoria ligereza”, sino se trata del testimonio de alguien, que a pesar de residir a dos cuadras de donde se congregan ustedes cada domingo, ha vivido un viacrucis por lo que trae consigo el concierto. Lo que expuso en unas cuantas líneas es verdad, cito:

“…..que aunque es una rica manifestación cultural, no dejó de ser un destructor del espacio. El deterioro que dejaban. El olor a orines. La cantidad innumerable de borrachos que aprovechaban cada espacio para hacer sus necesidades fisiológicas, además de los inconvenientes en la circulación, la falta de parqueos y la contaminación acústica.”

Insisto, Las Ruinas del Monasterio de San Francisco, primer Monasterio de Nuevo Mundo, no es lugar para realizar dicha actividad.

Luis Augusto Martínez Guzmán
Violinista Orquesta Sinfónica Nacional.
Profesor Conservatorio Nacional de Música.
Historiador y Crítico de Arte, graduado (Cum Laude) en la
Universidad Autónoma de Santo Domingo, (UASD).
Maestría en Ciencias Políticas, mención Politología por la
Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña. (UNPHU).
Profesor Adscrito de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, UASD.
"Joven Artista de la UNESCO por la Paz".

*http://acento.com.do/2011/opinion/201493-cultura-del-irrespeto-en-la-ciudad-colonial/

**http://acento.com.do/2015/opinion/8264420-falta-de-coherencia-en-las-ruinas-de-san-francisco/

***http://acento.com.do/2015/opinion/8274223-ruinas-de-san-francisco-y-parque-iberoamericano/

****https://acento.com.do/opinion/adios-las-ruinas-san-francisco-8375484.html