Sigo insistiendo en la necesidad de hacer cosas que nos permita presentar al turista opciones diferentes a las que tenemos en la actualidad.

En esta ocasión he querido traer casos reales como son las cosas que han hecho en Costa Rica, Venezuela, Ecuador con las Islas Galápagos, y Estados Unidos, países que han puesto al servicio del turismo sus parques nacionales con playas y bosques, buscando una ventaja comparativa que les permita competir con el todo incluido de sol y playa.

Podemos aprender de lo que ha hecho Costa Rica con el Parque Nacional Punta Arena y el Parque Nacional Manuel Antonio, cuyas biodiversidad y hermosas playas convergen y han sido definidos como de extraordinarias bellezas, donde los turistas pueden disfrutar de la fauna ( aves, monos, mapaches, iguanas y plantas, así como animales marinos ).

En dichos parques han construido una red de senderos que llevan al turista a todas las áreas y observadores, además de carreteras asfaltadas, hoteles, restaurantes, hostales, pensiones, etc. En adición, se han construido dentro de los Parques atracciones de aventuras, lo que hace más interesante y atractiva la visita. Todo esto dependiente de un plan de manejo administrado estrictamente.

Lo mismo sucede con el Parque Nacional de Yellowstone, el más grande de Estados Unidos, donde los turistas pueden quedarse en cómodos hoteles, posadas y hasta lugares donde acampar con facilidades de estacionamientos y energía eléctrica. Pueden ver los osos, bisontes, y toda la fauna del parque. Algo parecido sucede en las islas Galápagos, las cuales son visitadas por miles de turistas para ver los leones marinos, tortugas y otros animales endémicos. Todos los parques son ampliamente visitados, y ofrecen facilidades de hoteles, restaurantes, etc.

En nuestro caso, que tenemos ya grandes infraestructuras, como las carreteras y aeropuertos cercanos al Parque Nacional del Este, tendríamos una ventaja comparativa que debemos aprovechar.

Podríamos hacer algo parecido mediante la asociación del sector público ( Ministerios de Medio Ambiente y Turismo ) y el sector privado ( inversionistas ), a través de un patronato que tenga el co-manejo del parque.

La semana pasada hablé un poco sobre esto, pero ahora quisiera sugerir algunos puntos importantes y específicos que podrían tomarse en consideración para echar a andar esta idea.

La idea central es captar inversión privada que impulse el desarrollo, pero a la vez proteger el medio ambiente a través del cuidado y mantenimiento de la flora, fauna y costas marina, así como integrar a las comunidades de Bayahibe y Boca de Yuma al desarrollo regional a través de su capacitación y participación en las actividades del Parque.

Con un plan bien estructurado, donde se formalice las interacciones existentes entre las zonas habitadas y las áreas protegidas terrestres y marinas y, por lo tanto, la necesidad de su manejo integrado. El parque sería un socio ecosistema, en el que el ser humano, sin ser parte integrante del sistema natural, actúa como custodio del mismo y aprovecha su explotación, ya que de la conservación del capital natural depende su propio bienestar y el de las futuras generaciones.

Dentro de este marco conceptual se define las bases para un nuevo modelo de ordenamiento territorial y plantea una visión compartida sobre el futuro de la región.

Planteamos un modelo territorial que garantiza la conservación ecológica y la biodiversidad de sus ecosistemas insulares y marinos, así como las cuevas con pictografías y enterramientos indígenas, promoviendo un uso racional de sus bienes y servicios ambientales que favorece un desarrollo socioeconómico y cultural equitativo, solidario y sustentable.

La ordenación territorial y el manejo del Parque sería un proceso dinámico y adaptativo que permita definir, delimitar espacialmente y clasificar zonas del Parque por intensidades y tipos de uso, con el propósito de proteger, restaurar o utilizar sustentablemente el capital natural del Parque.

Se plantean tres zonas definidas en función de un gradiente de conservación e intensidad de uso de sus ecosistemas:

(a) Zona de protección absoluta;

(b) Zona de conservación y restauración de ecosistemas; y

(c) Zona de reducción de impactos.

Sobre estas zonas se integran dos redes para su uso:

(a) la Red de sitios de uso público ecoturístico,

(b) la Red de sitios de uso público especial. ( científico ).

Para cada una de estas zonas y redes se definen los usos permitidos y no permitidos, así como las normas a cumplir por parte de los usuarios. Es decir, una observación estricta para garantizar el fiel cumplimiento de las normas.

Si en otros países han podido desarrollar el ecoturismo dentro de sus parques nacionales y áreas protegidas, también nosotros podemos hacerlo.