La convocatoria se propone motivar íntimamente a las personas y las  instituciones a un examen de conciencia para que cada uno pueda saber si tiene el corazón del lado del “bien” o del lado del “mal”. Es decir, si tienen su corazón lleno de “humanidad” o de egoísmo y generosidad limitada.

Que se den por convocados todos los dominicanos de todos los sectores sociales, políticos y económicos. Que no se quede nadie sin evaluar moralmente su mundo personal e institucional. Que se den por convocados todos los aquellos que dicen tener un buen corazón para que lo hagan visible.

Y también todos los que sabiendo que no lo tienen sienten la tentación del bien o la nostalgia moral de ser mejores personas o instituciones para contribuir construir ahora un mejor país, una “república cordial” capaz de hacer posible el bien común acercando cada corazón al de los otros, en donde “comunidad y dialogo” se conviertan en caminos compartidos para descubrir   lo que es lo verdadero, lo que es bueno y lo que es justo para todos.

No hablamos del “corazón” como sinónimo de “sensiblería”. El corazón como lo indica la palabra latina (cor-cordis), significa afecto, pero también inteligencia, talento y espiritualidad. De ahí proviene la “cordura”, la sabiduría cordial, el vivir de acuerdo a principios “que salen de las entrañas bondadosas del corazón”.

Es necesario contar con razones de la razón y con razones del corazón para hablar de justicia. La cordura es un injerto de la prudencia en el corazón de la justicia. Cuando se desarticula el corazón y se llega a la ceguera emocional y  a la indiferencia por los otros, no tenemos sentimiento de compasión, capacidad de padecer y de alegrarnos con ellos.

“Conocemos la verdad, no sólo por la razón, sino también por el corazón es la célebre “máxima” de Pascal. Conocemos no sólo la verdad, sino sobre todo la justicia. La “razón íntegra” es entonces “razón cordial”, porque conocemos la verdad y la justicia no sólo por la argumentación, sino también por el corazón.

El corazón no es un sentimiento ciego que habla a través de “corazonadas” sin más fundamento que una imprecisa intuición que nos lleva a fijar la atención  en “las penas y alegrías que nos llegan al alma”.  Es una inteligencia “sintiente” que nos capacita para captar el sufrimiento de los otros, practicar la compasión y despertar la indignación para percibir las injusticias.

Convocar a la cordura nacional es llamar al reconocimiento cordial que se expresa en forma de respeto y dignidad, a través del reconocimiento de derechos y el empoderamiento de capacidades que permitan hacer uso de las oportunidades en igualdad de condiciones.

Convocar a la cordura nacional es entender y sentir, como expresa Adela Cortina, “que el hambre, la miseria, la escasez material, política y cultural, son radicalmente inmorales e incoherentes con una cultura que se considera como defensora de derechos humanos”.

Convocar a la cordura nacional es llamar a hacer de todos el “Principio del Reconocimiento Cordial” por el cual nos sentimos corresponsables del destino de lo otros; principio que debe orientar la convivencia social, aplicando el mismo, sin exclusión, en el contrato político, en las instituciones económicas o en la sociales.

Convocar a la cordura nacional es llamar a un “entendimiento común humanizado” que tiene como trasfondo un “sentir común” y una  “comunicación cordial” que llevan a sentirse y saberse obligados a apoyarse mutuamente para realizar proyectos de vida decentes, justos y compasivos, digna de ser vivida.

Es llamar a poner en práctica los principios que constituyen la “Ethica cordis”, una ética cívica cordial, que exige formar ciudadanos compasivos capaces de asumir la perspectiva de los que sufren, pero sobre todo el comprometerse con ellos.

Esta Etica del Corazón es la razón cordial puesta en marcha por la compasión, la solidaridad y el sufrimiento, por el cuidado de los que son al mismo tiempo valiosos y vulnerables e iguales en dignidad. Y también es lucha por la libertad. No se puede ser libre en solitario, es necesario serlo con los otros.

Tener “buen corazón”, vivir según la Ética Cordial se torna más urgente en momentos de crisis, de tristeza, de desgracia y desesperanza. Hoy más que nunca el país necesita del buen corazón de todos los dominicanos. Construyamos un país con corazón. ¡Todos estamos convocados a la cordura!